Bárbara Rosillo. Historiadora del Arte

"Luis XIV acabó con 150 años de caballeros de negro"

"Luis XIV acabó con 150 años de caballeros de negro"

"Luis XIV acabó con 150 años de caballeros de negro"

-¿Cómo empieza su interés por la moda del XVIII?

-Enrique Valdivieso me dirigió la tesina sobre El ajuar doméstico y la indumentaria en la Sevilla de Felipe V. La tesis me la dirigió María Jesús Mejías, experta en arte suntuario.

-¿Es la moda de las clases pudientes?

-De toda la sociedad. Entre 1700 y 1800.

-El siglo posterior a Murillo.

-Ahora me gustaría investigar la indumentaria en la época de Murillo.

-¿Ir hacia atrás explica lo que pasa hacia delante?

-El estudio de la indumentaria es fundamental, no hay nada más cercano al ser humano que la ropa. Es un mecanismo de lenguaje. Por la ropa, el tatuaje, la gorra sabes si una persona tiene dinero, si ha viajado.

-¿Cambia ese lenguaje?

-Sin duda. Hoy en día una persona muy adinerada puede ir en harapos, con la ropa llena de agujeros. Antes había una correspondencia inequívoca entre ropa y clase social. Además, la ropa era excesivamente costosa. Hasta finales del XVIII, con la Revolución industrial y la máquina de vapor, no existe la producción en cadena, todo es a mano, artesanal.

-¿De dónde llegaba el género?

-En España, desde los Reyes Católicos hasta Felipe II hubo un proteccionismo contra el encaje de Flandes. Había que proteger la lana, el paño español.

-¿Por qué el siglo XVIII?

-En 1700 muere Carlos II y en 1701 empieza a reinar su sobrino-nieto, Felipe V, nieto de Luis XIV. Éste fue un rey fascinante. Con ese cambio se pone fin a ciento cincuenta años de caballeros de negro, de elegancia entendida como gente seria, sobria, secuelas de la Paz de Westfalia.

-¿Otra invasión francesa?

-Francia es el país más poderoso y el más poblado. La alta sociedad empieza a vestir igual en todas partes. Es la primera globalización, aunque no sé si es la palabra adecuada.

-¿Cómo vestían?

-El hombre, con casaca, con una chupa y zapatos de tacón abotinados hasta el empeine. Llevaban peluca.

-Carrillo cruzó la frontera en 1976 con una peluca que le dejó el peluquero de Picasso...

-En aquella época, la peluca era masculina. La mujer no la usa, lleva un moño pequeño. La revolución femenina de la moda es el escote pronunciado; parte del pecho queda a la vista y muestran los antebrazos, tapados durante siglos.

-¿La moda es poder?

-El símbolo de eso es el pouf, un tocado excesivo que pone de moda María Antonieta, que se coloca en lo alto de la cabeza un barco para celebrar una victoria naval sobre los ingleses.

-¿Qué moda hizo furor?

-En la mujer, el guardainfante; un siglo más tarde se llamará miriñaque o tontillo. El que llevan las Meninas de Velázquez. Hay un momento de liberación: fuera pelucas, fuera corsés.

-¿La moda se queda más tiempo que las ideas?

-Penetra de forma más sutil. He investigado en el Archivo de Protocolos. He consultado dos fuentes principales: las cartas de dotes, imprescindible para celebrar matrimonio, y los inventario post mortem.

-¿Qué dicen las dotes?

-Que la ropa era el gran sustrato del ajuar. En la dote podía haber muebles, colchones, tierras, caballos, pero nada tenía tanto valor como la ropa.

-De América llegan los nuevos alimentos. ¿También llegó ropa nueva?

-Yo me he encontrado el proceso a la inversa. Ropa que desde España viajaba a Indias. Está en los documentos de los cargadores de Indias, la mayoría extranjeros. Preparaban los fardos con mucho cuidado, porque el ajuar valía más que el oro.

-¿Qué queda en el XXI?

-Un elemento residual sería la mantilla. Era tradición de salir a la calle la mujer con la cabeza tapada, aunque la peineta es posterior, del siglo XIX. Mantillas que ves en los oficios, los toros, los enganches de caballos.

-¿París bien vale la moda?

-Cuando Luis XIV sube al trono, París y la corte de Versalles marcan la moda. En París nace la alta costura, las boutiques, las marcas, las etiquetas. Todos pasan por allí, desde el británico Worth al español Balenciaga. Y el legado de Coco Chanel se ve todavía en los escaparates, sus camisetas blancas y rojas. Después vinieron Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia y ahora China, pero París siempre fue por delante de Nueva York y de Roma.

-¿Se viste como se es?

-El gusto no se puede comprar ni operar. Es algo innato, como el que entiende de cine, de libros o de coches.

-¿Hace falta un Luis XIV?

-No, pero hay gente que parece que la ha vestido su peor enemigo. La corbata no es signo del Antiguo Régimen, sino de respeto. Nadie va a un funeral en alpargatas y traje de baño. Hay códigos, unos escritos y otros no, pero ahora hay mucho lío y es todo un poco tendencioso y absurdo.

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