José María Michavila | Jurista e historiador

“El modelo de convivencia entra en crisis si el guión del Gobierno lo fijan las minorías”

José María Michavila posa para la entrevista. José María Michavila posa para la entrevista.

José María Michavila posa para la entrevista. / Juan Carlos Muñoz

Escrito por

· Alberto Grimaldi

Subdirector de Diario de Sevilla

José María Michavila (Madrid, 1960) formó parte de los dos Gobiernos de José María Aznar, como secretario de Estado, primero, y ministro de Justicia, después. Licenciado en Filosofía, Historia y Derecho, fue número uno a las oposiciones a Letrado del Consejo de Estado y es profesor universitario. Tras su etapa en el Gobierno fundó un multifamily office y un despacho de abogados. Acaba de publicar el ensayo La Edad Democrática (Planeta, 2022), en el que reflexiona sobre el pasado, presente y futuro de la democracia como mejor sistema de gobierno.

–Hace un símil en su libro La edad democrática (Planeta, 2022), el uso de una bicicleta con dos ruedas, la democracia y la economía de libre mercado, que ha hecho avanzar muy rápido a varios países. ¿España es uno?

–España es un monumento de las siete grandes maravillas de la democracia. La prueba es que desde que ha habido democracia, en estos 40 años, con la causa común que ha sido la Constitución, hemos avanzado social, política y económicamente también. Y quienes ahora quieren destruir ese modelo de convivencia tienen que explicar qué buscan.

–Esa reflexión la hace para hablar curiosamente de países donde más está arraigada la democracia pero que ahora parece estar más puesta en cuestión.

–Sí. Hay una realidad, la  Edad Contemporánea ya ha acabado. No sé si cuando cayeron las Torres Gemelas, el Muro de Berlín o cuando empezó la inteligencia artificial o internet.

–Desde el cambio de milenio, ¿no?

–Eso es. El año 2000 puede ser. Y la Edad Contemporánea tiene sobre todo algo. Y es que nos trajo democracia. Pero la democracia ha hecho que el ser humano, que en los 300.000 años anteriores de su historia vivía entre 25 y 35 años, repentinamente,  pase a vivir 80 ó 90 años. Eso se produce por la democracia. Y me dirá, ¿qué tiene que ver con la democracia? Todo. Todos los inventos que hacen que vivamos más se han producido en democracia. La penicilina, la electricidad, el pararrayos, el coche a motor, el avión e incluso la bicicleta que usan indios y chinos. La democracia nos ha dado más calidad de vida. Donde ha crecido el bienestar hay democracia. 

–También habla de que vivir más es un problema.

–Es un problema o es una ventaja. Hoy vivimos en un mundo de democracias divididas. En un mundo dividido entre el mundo globalizado, democrático y el mundo globalizado autocrático.

–De hecho, los grandes desafíos del mundo democrático hoy están causados por autocracias, ¿no?

–Sí. Las democracias están un poco divididas, porque cuando quien quiere gobernar, en vez de tener un proyecto, lo que tiene es una ambición de poder, le entrega a las minorías el guión. Cuando entregas a la minoría que quiere que a los nueve años se pueda cambiar un chaval de sexo, o cuando entrega a una minoría que quiere romper España el guión del Gobierno, la democracia entra en crisis y eso está pasando en muchos países. O cuando le entregas a una minoría que considera al inmigrante un presunto delincuente. El remedio de la democracia lo tenemos en lo que se ha hecho en Andalucía. Se ha conectado con una inmensa mayoría del sentir de los ciudadanos y se ha regenerado la democracia. Es el modelo a seguir.

–Pero eso aún funciona. Que se lo pregunten a Juanma Moreno.

–Claro, por eso lo digo. El presidente de Andalucía ha tenido la gran virtud de conectar con el sentido común de la gente, que en el fondo es lo que resuelve sus problemas. La Transición tuvo también esa gran virtud.

–Los sociólogos auguran un renacer del bipartidismo. ¿Por qué cree que es?

–Hay algo muy positivo para las grandes democracias, que haya dos grandes partidos que se entiendan en los ejes esenciales, pero que regeneren y alternen los gobiernos. En mi época nos peleábamos por el centro. El gran drama de las democracias es que ahora se pelean por los extremos.

–¿Cómo ve un ex ministro de Justicia que sea imposible renovar el Poder Judicial?

–Yo creo que se habla de la crisis de la Justicia y no es verdad. Los jueces todas las mañanas se levantan y van a hacer su trabajo con los pocos medios que tienen. Lo que está en crisis es el modelo constitucional de convivencia que nos dimos, porque se ha colonizado el Ejecutivo y el Legislativo de partidos que no creen en ese modelo de convivencia. No se ha podido colonizar el Poder Judicial. Y ahora, más que el Juego de Tronos en la Justicia, de lo que hay que hablar es para qué sirve la Justicia. En mi época lo tuvimos muy claro. Y el Partido Popular y el Partido Socialista queríamos una justicia para que ETA dejara de matarnos con nuestros impuestos. Para poder perseguir a ETA cuando mataba en España y también en toda Europa. Y para acabar con la kale borroka. O para ejercer juicios rápidos, porque había que hacerla más ágil. Hoy, ¿para qué se quiere la Justicia? Para que quienes quieren romper la unidad de España mediante alborotos públicos y forzando el cumplimiento de la ley, como dice el delito de sedición, sean perdonados y puedan seguir con su proyecto de división de España. 

–En el libro se ve al José María Michavila jurista o historiador, pero está siempre presente el político.

–Sí, realmente. A la política le estoy muy agradecido. Primero, porque a España le ha dado democracia y por lo tanto me siento muy feliz. Yo milité en las juventudes liberales y no tengo intención en volver a la política, si ésa es la pregunta.

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