Manuel Gargallo | Especialista en Endocrinología y Nutrición

“Evitar la obesidad pasa por cambiar el ritmo de vida”

Manuel Gargallo.

Manuel Gargallo. / M. G.

Según una encuesta elaborada por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo), el 52,5% de los andaluces califican su trabajo de "sedentario" y el 74,5% definen sus hábitos alimentarios entre "algo y nada saludables". Por ello, la Seedo ha publicado la guía Recomendaciones para prevenir la obesidad en el ámbito laboral, elaborada por el doctor Manuel Gargallo, especialista en Endocrinologia y Nutrición del Hospital Universitario Infanta Leonor y la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

–Sabemos que nuestros hábitos alimenticios son poco o nada saludables y no hacemos nada. ¿Por qué?

–Tenemos conciencia de las cosas que son buenas para la salud pero nos cuesta modificar nuestros hábitos. Siempre pongo el ejemplo del tabaco: todo el mundo es consciente de que no es favorable para la salud pero cuesta dejarlo. En el tema de los hábitos de alimentación es muy complicado porque supone cambiar toda una forma de vida y eso es difícil de llevar a la práctica. Todo el mundo entiende las ventajas del ejercicio pero casi nadie encuentra tiempo o no le gusta. Y en el tema de la alimentación muchas veces hay cosas muy atractivas y es difícil tener la fuerza de voluntad de vencer eso. Somos conscientes pero la tentación es muy fuerte.

–¿Es más fácil comer mal que bien?

–Pues sí, porque hoy en día, con los productos de comida rápida, productos precocinados que son muy ágiles de preparar, se requiere menos tiempo que estar un rato en casa preparando una ensalada u otro tipo de cosas más saludables. En general, casi todo este tipo comida rápida es bastante calórica y está pensada para aportar bastante energía en poco tiempo. Además, desde el punto de vista comercial, es muy sabrosa porque el fabricante se preocupa de que tenga un buen sabor, y para eso está enriquecida en grasas. Todo esto hace que la oferta culinaria hipercalórica y no excesivamente recomendable sea más fácil, y a veces más económica, que otro tipo de oferta culinaria.

–¿Son útiles las etiquetas nutricionales?

–Sí. En esto hay una legislación muy reciente. Cada vez va siendo más útil, sobre todo respecto a lo que se puede y lo que no se puede poner. A la hora de poner determinada nomenclatura en un alimento hay que seguir una serie de normas, no se establece de forma arbitraria ni contiene información falsificada. Hace falta un entrenamiento por parte de la población para que lo sepa valorar, pero es útil la indicación de calorías, grasas... Todo ello entra dentro del marco de una normativa europea que se implementó en España hace unos años y que cada vez es más exigente. Incluso hay un código de colores, lo que hace más fácil que se pueda analizar y valorar. Hace falta un poco de tiempo, pero hay que acogerlo con entusiasmo.

–¿Es la obesidad una consecuencia de la falta de tiempo?

–La obesidad es una consecuencia de falta de muchas cosas, quizás de falta de tiempo. El sedentarismo influye mucho, el ritmo de vida actual, unos trabajos que son más bien de estar sentado que de hacer ejercicio físico, la utilización del coche... Hoy en día, el ejercicio físico está muy limitado y, en contraposición, tenemos una gran oferta de máquinas de vending que nos ofrecen alimentos muy calóricos. La gente echa la culpa de hacer ejercicio o no preparar una comida más elaborada a la falta de tiempo, pero creo que son los hábitos en general, la falta de ejercicio, el ritmo de vida... Es difícil cambiarlo.

–Más de la mitad de los trabajadores andaluces tiene un trabajo sedentario. ¿Cómo podemos compensar el exceso de horas sentados?

–No es una cosa exclusiva de Andalucía, sino que es propio de la generalidad del Estado. Pasamos en el trabajo la mayor parte de las horas del día que estamos despiertos. El trabajo, la mayoría de las veces, se ha convertido en algo sedentario, en estar en una oficina, frente a un ordenador. Para combatirlo, las recomendaciones que hacemos es que, a la hora de ir y volver a trabajar, aprovechar ese tiempo para hacer ejercicio: si se puede ir andando, genial; si está muy lejos, bajarse una parada antes del autobús o el metro. Cosas de ese tipo, poner un poco de imaginación. Luego, dentro del trabajo, no hay más remedio que estar sentados pero, para desplazarse entre plantas, utilizar las escaleras en vez del ascensor. Se trata de aprovechar la circunstancia laboral para moverse más, tener esa inquietud.

–El confinamiento hizo que el 44% de los españoles ganasen entre 1 y 4 kilos.

–Primero el confinamiento y después mucha gente ha transformado su hábito laboral en teletrabajo en su domicilio, con lo cual todavía va a incidir más porque ni siquiera va a salir de casa. Ante esta situación, hay que plantearse un esquema de trabajo y de vida, y dedicar un tiempo a elaborar una comida. A la hora de plantearlas, hay que seleccionar alimentos que, dentro de las cosas que sean preparadas, nos alejen de las más calóricas. Independientemente de eso, están las cantidades: comer sano no implica poder comer de forma ilimitada. Se puede comer un sándwich saludable, una dieta mediterránea, pero la cantidad de esa dieta influye mucho.

–En el otro extremo, hay una gran tendencia a consumir sólo productos saludables.

–Los extremos son malos. En este país tenemos una dieta mediterránea que hay que rescatar y revitalizar, frutas, verduras, cereales, pastas, legumbres... No hay que buscar cosas extrañas, sino lo que hemos hecho toda la vida. Son alimentos enriquecedores, tenemos la suerte de vivir en un país con una oferta culinaria muy diversa. Dentro de eso, se puede optar por muchas cosas e, insisto, siempre controlando las cantidades.

–¿Cómo podemos enseñar al estómago o al cerebro a comer bien?

–Es coger un hábito. Siempre digo que si uno se traslada a vivir a otro país, ahí no se come una cosa y se come otra, no queda otro remedio que adaptarse. Si coges un hábito de empezar a comer una cosa, al final te acostumbrarás. Si tienes el hábito de reducir las cantidades, al principio quizás pases un poco de hambre pero cuando hayan pasado unas semanas te irás adaptando. Tenemos que tomar la decisión, tener la voluntad de cambiar esos hábitos, poner las medidas y adaptarnos. Creo que tampoco es tan complicado. Y eso combinado con un poco de ejercicio físico y de movimiento.

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