Jaime Mayor Oreja | Presidente de la federación One of Us

"En la UE no hay cohesión por falta de valores compartidos"

Jaime Mayor Oreja

Jaime Mayor Oreja / José Ramón Ladra

Al final de su experiencia política en el Parlamento Europeo, tras ser ministro del Interior, Jamie Mayor Oreja (San Sebastián, 1951), comprendió que era preciso poner el énfasis en los valores. Por esa necesidad creó la Fundación de Valores y Sociedad de España e impulsó la iniciativa One of Us (Uno de nosotros), que recopiló dos millones de firmas en defensa del embrión no nato. De ahí, nace la federación del mismo nombre que ahora promueve una plataforma que agrupa a pensadores e intelectuales en defensa de los valores europeos y la dignidad humana.

-¿Por qué cree que se han perdido los valores que reivindica el manifiesto de One of Us que se presenta el sábado en París?

-Por comodidad. Nos hemos hecho cómodos. Todo lo que hoy está pasando en Europa, que de alguna manera estaba predefinido por los soviéticos cuando en 1917 quisieron trasladar su revolución al ámbito cultural, no ha llegado por una revolución, sino por nuestra comodidad. Está ganando una doctrina de falsos y nuevos derechos. Es más cómodo dar el derecho a una mujer a decidir que lo que tiene en el vientre, que es una persona que va a nacer, puede eliminarla o no. Es más cómodo dar un derecho a un anciano a morir cuando quiera o no. Es más cómodo hacer lo que te da la gana si eres de un género u otro en vez de estar determinado por su sexo o no. Esa moda dominante, que gana hoy, está dando resultados.

-¿Cuáles son?

-Básicamente una Europa ingobernable. Las elecciones de mayo van a dar la fotografía no sólo de una crisis nacional, sino europea. Porque excede más allá de los partidos políticos, que incluso entre opuestos tienen las mismas crisis. Los conservadores británicos viven en desorden, por el pos-Brexit. Macron, ¿qué vive?: los chalecos amarillos. Es decir, la máxima expresión del desorden. En Italia, gobiernan los populistas de izquierda y de derecha. En España, nos gobierna un frente populista-nacionalista hacia la izquierda, que no sólo lleva a una moción de censura sino meses después a unas elecciones. ¿Qué significa? Que el desorden va más allá de la política. No es una crisis política, sino de la persona, de la sociedad. La crisis es que el dinero, puesto como elemento esencial, lo ha podrido todo. Sólo se piensa en términos de comodidad y por eso hay una crisis del hombre público.

-El manifiesto reivindica los valores cristianos...

-[Interrumpe] Los valores cristianos, no. El manifiesto es una plataforma fiel a la dignidad humana.

-Por ahí iba mi pregunta. ¿Se puede estar de acuerdo con los valores que defiende esta plataforma sin ser cristiano?

"La comodidad, y no la revolución, nos ha llevado a asumir las doctrinas de los soviéticos en 1917"

-Los cristianos y los católicos estamos obligados más que nadie a decir la verdad. Y a defender la razón. Más allá de nuestra fe. Claro que puede haber personas que no sean cristianas pero tengan ese mismo concepto de la dignidad de la persona.

-¿Teme que esta iniciativa se eclipse con una sola etiqueta: antiabortista?

-No. Soy muy de la cultura de la vida. Vivimos en una etapa en la que estamos administrando la cultura de la muerte. De qué manera nos desprendemos de un ser vivo que va a nacer o hacer desaparecer a los seres más perturbadores, que más nos molestan, a través de la ley de eutanasia. Pero es evidente que esto va más allá. Esto deriva de un concepto de la naturaleza humana. No puedes defender una doctrina que desnaturalice a la persona. Que transforme la naturaleza humana por comodidad tuya.

-En la sociedad hay más organizaciones que defienden esos valores, ¿no?

-No hay sociedad civil. Con enjundia, quiero decir. En el ámbito público hay un predominio total del papel de los partidos políticos.

-¿Y en la política?

-En la política hay partidos.

-¿Y hay partidos que defiendan esos valores?

-Fundamentalmente los partidos nacieron -los cristianos sobre todo, la democracia cristiana italiana o alemana, y la francesa hasta que desapareció- porque creyeron los padres fundadores de Europa que aquella comunidad de valores tenía que ser defendida por partidos políticos cristianos. Pero como la crisis de la comodidad ha ido avanzando, no puedes pedir que haya partidos políticos que le digan a las personas que tienen que cambiar. Porque así no ganas elecciones.

-¿Y esos valores tienen en la política española quienes los amparen?

-Hay personas de un partido y de otro.

-¿Y siglas?

-Siglas, no. Esto se fundamenta en que nosotros no entramos en el dominio político. Estamos en la prepolítica, en los elementos culturales de una crisis que sin duda es de civilización, de verdad, de conciencia. No entramos en política ni queremos enjuiciar a los partidos. Queremos estar como sociedad civil. Creo en Europa, y en la Unión Europea, pero necesita una regeneración, una refundación. En la UE no hay cohesión porque no hay valores compartidos. La economía nunca puede ser un elemento que cohesione un sociedad, sino los valores y principios. No es cuestión de fe, sino de la razón, de civilización.

-Coincide esta iniciativa con la propuesta del PP de recuperar la ley del aborto de 1985. ¿Es oportuno?

-Defender la vida es siempre oportuno. Desde luego decir que es del siglo XV, como ha hecho la ministra de Sanidad, demuestra una enorme superficialidad e ignorancia en mi opinión. Pero yo no entro en política, sino en una plataforma en defensa de la dignidad humana. Y eso es defender la cultura de la vida. Esa batalla no puede perderse, porque cuando se legalizó el aborto y se consideró un derecho, que es moda dominante, trajo consecuencias en todos los ámbitos. Y eso no se puede perder, la vida y la dignidad de la persona. Salvo que nos suicidemos como civilización. Hay que encontrar la manera de progresar sin destruir la vida.

-¿Comparte que la agenda del independentismo catalán es la de ETA?

-Absolutamente. Estella y Perpiñán fueron lo mismo. Cuando ETA deja la vanguardia del crimen, los que asumen la vanguardia de la ruptura son los independentistas catalanes. No hay tres nacionalismos: catalán, gallego y vasco. Hay uno solo, y en parte por el complejo de inferioridad de los españoles.

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