Giovanni Caprara, lingüista

"Denigrar el habla andaluza es de idiotas"

  • El lingüista manifiesta que el sur de Italia sí es realmente pobre y deprimido. Soñaría con tener las infraestructuras que hay aquí".

Giovanni Caprara (Arezzo, Italia, 1969) posiblemente no sería ahora un experto en el gran autor italiano Andrea Camilleri si antes no hubiera sido alumno del programa Erasmus en la Universidad de Granada. Volvió ya licenciado y durante seis años se dejó arrullar por el mundillo literario de esta ciudad, hasta que en 2001 recaló en la Universidad de Málaga. Ha hecho dos tesis doctorales. Una, en Italia, a cerca de la novela policiaca española, y otra, en Málaga, sobre la traducción de Camilleri. Afirma que la lengua es sobre todo expresión de pertenencia y por eso reivindica el habla andaluza más allá de los tópicos. Ataviado con gabardina en un inusual día de lluvia, es casi un trasunto del comisario Salvo Montalbano en una Vigàta tan tangible como el Paseo Marítimo del barrio marinero de El Palo. 

Caprara explica que ahora construye puentes. En los últimos cuatro años ha organizado, junto a Giuseppe Marci, de la Universidad de Cagliari, una veintena de seminarios en varios países en los que la figura de Andrea Camilleri es el epicentro de una reflexión que va más allá para conectar con otros aspectos culturales. Fruto de estos encuentros son los Quaderni camilleriani, que pronto tendrán una versión en castellano. Además, como director del Centro Internacional de Español de la Universidad de Málaga, reivindica España y el español como puente para acceder al mundo global.

-¿Es la novela policiaca un asunto menor?

-Eso dicen algunos críticos, pero el lector se siente particularmente atraído por su conexión con la realidad. Enseña el lado más real y verdadero de la sociedad.

-¿Por qué es Andrea Camilleri un fenómeno literario? 

-Su verdadero éxito ha sido mezclar la lengua italiana con el dialecto siciliano.

-Eso explica el éxito en Italia, no en las 40 lenguas a las que ha sido traducido.

-Sí. La lengua italiana ha sido el pegamento que ha unido Italia de norte a sur. No tenemos el problema de los enfrentamientos lingüísticos que hay aquí, pero tampoco hemos querido perder la cultura local, representada por la lengua local. Camilleri redescubre los dialectos. Nos da la posibilidad de recuperar esta relación íntima con nuestra lengua. Añádele luego la figura literaria del comisario Montalbano, un contexto regional querido  como es Sicilia, una serie de situaciones y acontecimientos, y su forma de escribir.

-¿El lector español de Camilleri cuánto se pierde?

-¡Todo! El 90%. Es un problema de mentalidad al traducir porque las editoriales son poco propensas a la experimentación lingüística. Se premia más el contexto editorial y comercial que el literario y traductológico. Sin embargo, en Francia, donde Camilleri ha tenido más éxito, ha sido más traducido y vendido, sí se ha tenido coraje y valor para mezclar la lengua francesa con las hablas locales. Allí se ha hecho esa experimentación. 

-Muestra una convivencia pacífica de las lenguas que aquí es muy dramática.

-Es una relación enriquecedora. La reivindicación política de la lengua que ocurre aquí me molesta, es un conflicto que no entiendo. 

-¿Sería posible un experimento literario similar en español?

-Hay algún intento. El escritor de Almería Carmelo Anaya hace una mezcla muy prudente entre el español y cierto dialecto o manera de hablar andaluza que me gusta mucho, aunque en general los españoles son muy reacios a esta experimentación, son muy puros. La lengua española es planetaria. Eso está claro. Es una lengua que goza de su fortaleza geográfica, pero se ha abierto más a una cultura tan distante como la latinoamericana que a la cultura local. 

-Sin embargo, aquí el habla andaluza se tiende a vincular a determinados estereotipos negativos.

-La lengua reivindica la pertenencia a un lugar. En Italia se dice parla come mangi. Somos lo que hablamos, lo que comemos, lo que vemos, somos... Y el hecho de ser implica llevar dentro de ti esa cultura. La mejor forma de ser tú mismo es expresarte como eres. Si el otro es un idiota que no es capaz de captar el sentido cultural de tu procedencia es su problema. No el tuyo. En Italia también tenemos problemas de enfrentamientos entre el norte y el sur porque los políticos han querido que nos enfrentemos con esta idea del norte industrializado y el sur que vive de rentas.

-También en España se opone un norte industrial a un sur pobre y subsidiado. 

-No, qué va. El sur de Italia es realmente pobre y deprimido. El sur de Italia soñaría con tener infraestructuras como estas, ciudades como Málaga con esta cultura abierta,  limpia, multicultural, donde no te sientes extranjero, con tantos museos... Este es el sur no solo de España, sino de Europa pero no lo parece. A mí siempre me extraña que la gente de aquí sea tan crítica. No hay que ser tan destructivo con lo nuestro, no hay por qué mirar lo extranjero como mejor, por qué mirar otra cultura lingüística o literaria como mejor que la nuestra cuando aquí tenemos pedazos de escritores y una cultura, desde los clásicos hasta ahora, magnífica y enriquecedora. Hay que ver las cosas con más apertura y no sentirnos denigrados por cuestiones como el habla andaluza. Insisto, si otros lo quieren ver así es problema de otros, no mío como andaluz.

-¿Vivir en Andalucía le ha hecho cambiar su relación con Italia?

-Ahora es más estrecha. Voy a Italia como el que lleva el coche al mecánico. Respiro, huelo, me empapo de cultura y vuelvo con las pilas cargadas, lo que no significa que no esté absolutamente bien aquí, donde me han acogido con los brazos abiertos en todos los sentidos. He pasado de no tener casi ninguna relación con la Universidad, más allá de una beca como lector de italiano, a sacar una plaza de asociado, ascender, tener cargos académicos; en este momento soy contratado doctor con vinculación permanente en la Universidad de Málaga, acreditado como profesor titular... Todo ha sido muy rápido. En España he entendido el significado de la  meritocracia porque es un sistema totalmente abierto.

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