David Muñoz | Oncólogo

"Ojalá me quedara en paro"

David Muñoz.

David Muñoz. / Juan Carlos Vázquez

David Muñoz Carmona (Écija, 1967) lideró el equipo médico del hospital sevillano de Virgen del Rocío que hace unos meses recibió el Premio Nacional de Oncología por la esterotaxia ablativa corporal, una técnica pionera de radioterapia que trata el cáncer de mama en una sola sesión en tumores inoperables. Ha desarrollado su carrera oncológica en labores de investigación, desarrollo de ensayos clínicos, formación de residentes y apoyo psicosocial a los pacientes.

–La conclusión del proyecto Pan-Cáncer es que el genoma del tumor se conocerá y abre la puerta a detectarlo antes de que aparezca. ¿Es el principio del fin?

–Con el mapa genómico, también conocemos todas las vías metabólicas y moleculares, por tanto, encontraremos respuestas a que una célula normal, por la alteración en un gen, mute y provoque un cáncer. Habrá muchísimos puntos de abordaje para atacarlas con fármacos, inmunoterapia o con fármacos diana en puntos específicos. Y con radioterapia, el caso de mi estudio.

–¿Y, entonces, no habrá cáncer? ¿Llegará ese día?

–No, pero cáncer ya no es igual a muerte. Será una enfermedad crónica, como una diabetes; con pautas y control, el paciente tiene una calidad de vida aceptable. El camino contra el cáncer es la cronificación con tratamientos y, por supuesto, la curación de muchos.

–Aunque el tema se presta poco a broma, sin cáncer se queda sin trabajo...

–Ojalá me quedara en paro, pero no creo. Cuando se cronifique, sería oncólogo de cabecera en mi casa porque estaría jubilado.

–La OMS alerta de que la carne roja provoca cáncer...

–Existe una pirámide nutricional y la carne está en el vértice, junto a las grasas y los pasteles. Si uno abusa, hay más probabilidades de un tumor colorrectal. No tienes por qué padecer cáncer por la carne, pero debes combinarla con los otros alimentos de la pirámide.

–Total, que no son veganos sus dirigentes.

–No, dicen la realidad.

–¿Qué alimentos y bebidas no hay que catar?

–Hay que llevar una dieta equilibrada. No existe el nunca ni el siempre en medicina. Puedes tomar alcohol, pero de manera moderada.

–¿Las campanas que tocan los pacientes al finalizar el tratamiento en su hospital son mucho más que un efecto motivador?

–No veo sólo el cáncer de un paciente, sino a la persona. Intento empatizar, ponerme en su sitio, llevarlo de la mano. La campana es una buena iniciativa para el paciente. Es enfrentarse a las fases del duelo de Kübler-Ross (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), hacerle ver que se puede estar bien pese a sufrir cáncer y pensar en positivo porque proponemos metas. Ya hemos llegado a la campana, se acabó la radioterapia o la quimioterapia. Y es un estímulo para los demás.

–¿Existe el oncólogo que se oponga a las máquinas donadas de Amancio Ortega?

–Los oncólogos radioterápicos le estamos muy agradecidos. Nos ha modernizado en Andalucía, y en España, con máquinas de última generación que han sustituido a aceleradores lineales de electrones obsoletos. Eso influye en los pacientes tratados con radioterapia. En Andalucía donó 25 aceleradores, cada uno cuesta de uno a tres millones de euros.

"No hace falta ir a Pamplona ni a Houston, los tratamientos contra el cáncer están hoy estandarizados"

–¿La inmunoterapia desbancará a fármacos convencionales? ¿Y el sistema público asumiría los gastos?

–Cada vez es más utilizada en varios tipos de cáncer, como el de pulmón avanzado o el de mama. Son fármacos muy caros, pero el sistema público sanitario debería asumir los gastos si están dentro del tratamiento.

–¿Cuánto daño hacen las pseudociencias?

–No aportan nada, pero no las prohibimos salvo que interfieran en el tratamiento.

–Los cuadros de Miró de la sala de espera de Oncología de su hospital están plagados de estampas de cristos, vírgenes, santos... ¿La fe mueve montañas?

–He visto a creyentes que se agarran a la fe para salir del cáncer y a no creyentes que lo afrontan de otro modo. Pero es verdad que el creyente tiene muchísimas ganas de curarse e influye en querer superar las fases de cualquier etapa del cáncer.

–También habrá tenido casos de pacientes sin fe que se convirtieron...

–Y casos en los que he pensado: "¿Ha sido mi tratamiento o un milagro?". Partía de que lo que iba a resolver no ocurriría y, sin embargo, se arregló. Existen cosas que todavía desconocemos en el cáncer.

–Los premios a investigadores andaluces, ¿son la prueba de que la sanidad aquí funciona bien o un árbol tras el que se esconden los políticos?

–Tengo cinco premios y ningún político ha venido a ayudarme. Sería una oportunidad para ellos publicitar lo bien que trabajan los oncólogos andaluces. Nuestra sanidad es muy buena. Son muchos pacientes, pero es puntera. Si los políticos fueran inteligentes, deberían apoyar a los investigadores y colgarse las medallas.

–¿Pamplona es Houston con menos fama y Houston Pamplona con más dinero?

–No hace falta ir a Pamplona ni a Houston. Los tratamientos hoy están estandarizados y no hay diferencias entre Pamplona, Houston o el Virgen del Rocío.

–Vivió de cerca la muerte de su madre por cáncer de mama. ¿Cómo lo sobrellevó?

–Hoy sería curable. Lo afronté con la verdad, no se puede mentir a nadie y menos a tu madre. Tras fallecer me enfrenté a pacientes en iguales o peores circunstancias, pero desde ese día mi chip cambió. Me costó mucho enfrentarme al cáncer de otras pacientes, pero me impulsó a hacer una oncología diferente. Siempre digo: "La ciencia no está reñida con el amor a los pacientes". Al enfermo siempre se le gana desde su lado, aunque a veces el final no sea el deseado. Un paciente llegó a invitarme a un entierro y fui.

–Se parece y se apellida igual que un redactor de este diario. ¿No teme salir en una crónica de tribunales por tráfico de influencias?

–Espero que no...

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