Tribuna Económica

Gumersindo ruiz

El espíritu empresarial de Sergio Marchionne

La semana pasada fallecía Sergio Marchionne, máximo ejecutivo de Fiat-Chrysler, al que el Financial Times dedicaba como necrológica un editorial titulado: "Marchionne y la naturaleza del liderazgo". Es algo importante sobre lo que reflexionar, pues vivimos confundidos con el papel de los líderes empresariales, sean de empresas consolidadas o startups, centenarias o recién nacidas, y el valor y utilidad de lo que hacen para la creación de riqueza, el empleo, y bienestar social, en sus países, o fuera de ellos.

La reflexión se enturbia cuando se considera si los intereses de los directivos coinciden con los de todos los que tienen interés en que la empresa vaya bien -accionistas, empleados, proveedores, clientes, y la hacienda pública-, sea sostenible y se mantenga a largo plazo.

No puedo evitar pensar en algo tan próximo a nosotros como Santana Motor, sacrificada a un expediente de regulación de empleo, y otras compañías que desaparecieron y que los lectores tienen seguramente en la cabeza. Por eso llama tanto la atención lo que Marchionne ha conseguido en apenas tres décadas, en un sector tan difícil como es el del automóvil.

En 2004 es nombrado primer ejecutivo de Fiat, que perdía 6.000 millones de euros y tenía una deuda de más de 11.000 millones, y actualmente tras comprar Chrysler, también en bancarrota, es el octavo grupo mundial del automóvil, está en beneficios, y sin deuda.

Hay algunas ideas destacables. Una, la claridad para enfocar el rescate en torno al uso del capital, lo que implica utilizar bien los recursos de que se dispone, para lo que Marchionne tomó decisiones drásticas de cierre y reestructuración que fueron muy criticadas. La segunda fue coger dimensión con la compra de Chrysler, centrándose en marcas como Abarth, Alpha Romeo, Dodge, Lancia, Maserati, Ram Trucks, (Ferrari hasta 2016), y sobre todo Jeep; tienen un grupo industrial propio, y otras participaciones empresariales. La tercera, que aunque la principal beneficiaria ha sido sin duda la familia Agnelli, también ha mantenido una industria potente en Turín y Michigan; es interesante considerar que la propiedad de Chrysler era del fondo de pensiones de los empleados, y del gobierno, y Marchionne convenció a ambos para que se la cedieran.

El abrazo con Dennis Willams, presidente del sindicato (el 14 de julio de 2015), se vio en todo el mundo, sorprendiendo a los sindicalistas, pero luego cumplió con el compromiso de mantener el fondo y fortalecer la producción y empleo en Estados Unidos.

Los aspectos del carácter de Sergio Marchionne, trabajador obsesivo, exigente, duro, en uno de los sectores de producción más competitivos, y en continua transformación, aparecen en cualquier buscador, así como las circunstancias de su muerte, a los 66 años. Fumador empedernido y consumidor compulsivo de cafés, no han sido esas las causas, sino un cáncer y una operación.

Frente a tanta estupidez, y el peligro que sobre las cadenas de valor internacionales del automóvil provoca la guerra de tarifas arancelarias iniciada en Estados Unidos, personas como Marchionne nos reconcilian con la figura de los que, pese a todos sus defectos y hechos criticables, ofrecen un noble balance personal al final de sus vidas.

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