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San Telmo Business School

El día de la recuperación

España debe aspirar a un escenario de U en la reactivación de la economía, en la que la fase de suelo no dure más de seis meses y con una fuerte aceleración en los siguientes 12 a 18 meses

El día de la recuperación

El día de la recuperación

PREOCUPADOS por nuestro empleo y aislados en nuestras casas nos preguntamos con inquietud cuándo acabará el estado de alarma y se iniciará la recuperación económica. Sabemos que la crisis sanitaria determinará la fecha de inicio de la recuperación económica. Intuimos que el confinamiento se prolongará hasta finales de abril y que el inicio de la recuperación no será inmediato. Estos días hemos conocido la magnitud de la crisis por su fuerte impacto en la destrucción de empleo. En tan sólo catorce días se ha destruido más empleo que durante cinco meses en la gran recesión de 2008. En el mes de marzo el paro ha aumentado en 302.000 y la afiliación ha descendido en casi 900.000 empleos. El mayor descenso mensual de la historia. También intuimos el tamaño de la crisis por la magnitud de los presupuestos de choque de los gobiernos: 2,2 billones de dólares en EEUU, 750.000 millones de euros en Alemania y 200.000 en España. Los mayores desde la II Guerra Mundial.

Escenarios de recuperación

Los economistas han barajado diversos escenarios de recuperación. El más benévolo es el de recuperación en forma de V. Un escenario en el que la crisis sanitaria y el estado de alarma acaban como “muy tarde” en el mes de mayo-junio seguido de una pronta y fuerte recuperación económica en los dos últimos trimestres. Este escenario implica que no se destruya tejido productivo (empresas) y que se mantenga el empleo con la ayuda de los ERTES. A la vista del crecimiento de las cifras desempleo y de los numerosos concursos de empresas este escenario, el anunciado y deseado por el Gobierno, hay que descartarlo. La decisión de paralización de la economía, salvo los servicios esenciales hace imposible la recuperación en forma de V. Es el caso de Italia y España. Otros países que han hecho paralizaciones parciales quizás puedan aspirar a una recuperación en V. Aunque lo dudo, dada la interdependencia y exposición exterior de las economías europeas.

Otra alternativa es la recuperación en forma de U: una fuerte caída seguida de un estancamiento temporal de 6 a 18 meses y una recuperación a partir de 2021-2022. Este escenario es muy probable cuando se ha perdido una parte del tejido empresarial y se ha destruido mucho empleo, de difícil recuperación. En este escenario, las expectativas de empresarios y consumidores frente al futuro han salido dañadas y el consumo y la inversión empresarial tienen dificultades para recuperarse. Por otra parte, la deuda pública y privada han crecido sustancialmente, frenando las decisiones de consumo e inversión. Sin embargo, la banca resiste a pesar del repunte de la morosidad y el flujo de crédito continua. En este escenario es muy importante que el Gobierno, las instituciones y la banca den seguridad sobre su futuro a los ciudadanos y empresarios e influyan positivamente sobre sus expectativas con la coherencia de sus decisiones.

Un escenario alternativo es la recuperación en forma de W: una fuerte caída inicial, seguida de un inicio de recuperación interrumpido por un nuevo rebrote del coronavirus y una posterior nueva caída. Este escenario es evitable. Lo han demostrado Corea del Sur y China. Pero expertos sanitarios nos advierten que puede ocurrir. Todo va a depender de la responsabilidad ciudadana y de la rigurosa gestión de la fase de extinción de la pandemia. Es similar al de forma de U, con el agravante del desánimo y el consecuente gran deterioro de las expectativas de los consumidores y empresarios que dificultará la posterior recuperación. Los problemas de quiebra e insolvencia de las empresas y bancos se agravarían, y la posibilidad del aumento de las primas de riego y de crisis de deuda como la de 2012 sería el gran riesgo a combatir por el Banco Central Europeo (BCE) Sabemos que su arsenal de herramientas se está agotando.

La gravedad de la crisis económica exigiría pactar un Gobierno de concentración

Y por fin, el escenario más adverso, el que podemos y debemos evitar, el de forma de L: en este caso tras una fuerte caída, la economía deriva en una situación de estancamiento prolongado. Han desaparecido muchas empresas, y la destrucción de empleo ha afectado a millones de trabajadores. El potencial de crecimiento del país se ha reducido drásticamente. La deuda pública supera el 130% del PIB y la prima de riesgo se ha disparado. La banca está muy afectada y el flujo de crédito se ha detenido. Son necesarias nuevas fusiones bancarias. El BCE está al límite de sus posibilidades. Las expectativas de consumidores y empresarios se han desplomado. El consumo de las familias y la inversión empresarial han descendido fuertemente. España pide ayuda a la Eurozona. Es una situación parecida la de 2012, aunque podía ser más grave.

Tras este breve análisis concluyo que, con los datos que tenemos actualmente y siendo realistas, España debe aspirar a una recuperación en forma de U, con una duración del suelo de la U que no supere los 6 meses, y una fuerte recuperación de 12 a 18 meses durante 2021 y 2022. Este escenario implica varias premisas que se deben cumplir: primero que se haga una eficaz gestión de la crisis sanitaria ateniéndose a estrictos criterios epidemiológicos, con transparencia, colaboración y colaboración de todos los partidos. También es necesario que se consensuen entre el Gobierno y los principales partidos y agentes sociales las políticas económicas, con un permanente diálogo, consenso y transparencia. Cosa que hasta ahora no ha ocurrido. Hay que evitar las continuas improvisaciones y las disputas partidistas. Lo ideal sería un Gobierno de concentración. La magnitud y gravedad histórica de la crisis lo exige. Y como esto probablemente no será posible hay que exigir que la responsabilidad del Gobierno garantice la transparencia, compartición, colaboración y consenso de las decisiones.

Europa insolidaria

No obstante, necesitaremos la ayuda de Europa. Es indignante contemplar la inacción de una Europa insolidaria, que ante la mayor crisis desde la II Guerra Mundial está reaccionando con lentitud, tibieza y desánimo. La línea de financiación aprobada de 100.000 millones es insuficiente. Tampoco son las que puedan aportar el MED, los fondos FEDER y el Banco Europeo de Inversiones. Es necesaria la aprobación de un presupuesto extraordinario europeo de recuperación que supere el billón de euros. Es necesaria una emisión de eurobonos que cubra al menos el 40% de las nuevas necesidades de endeudamiento de los estados europeos durante la crisis. También se necesita que se ultime el Fondo de Garantía de Depósitos y se apruebe el Reaseguro de Empleo Europeo. Esta es una crisis sobrevenida y ajena a la deficiente gestión presupuestaria de los países de Sur de Europa, que nos afecta a todos. En estos

momentos críticos, la falta de solidaridad podría conducir al ocaso del proyecto europeo. Estoy convencido de que Europa actuará, pero quizás tarde y no lo suficiente.

Esto no obsta para que el Gobierno actual y el anterior hagan una autocrítica por haber llegado a esta crisis sin reservas presupuestarias. Es muy grave no haber aprovechado los últimos cinco años de fuerte crecimiento para haber generado un superávit público y reducido la deuda, para así tener capacidad presupuestaria de respuesta a la crisis. No es presentable que en el último año el déficit público, en lugar de reducirse, haya aumentado hasta el 2,64% del PIB y la deuda pública haya permanecido cerca del 100% del PIB. Esta fotografía perjudica la solicitud de ayuda a Europa.

A pesar de todo, con responsabilidad, lealtad, cooperación y esfuerzo de gobernantes, políticos y ciudadanos conseguiremos acortar, suavizar y superar la crisis

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