Tribuna Económica

gumersindo ruiz

Paz en el Cuerno de África

Entre tantas cosas malas que pasan, la noticia del acuerdo de paz entre Etiopía y Eritrea, que junto con Somalia y Yibuti forman el Cuerno de África -lleva este nombre por su inclinación hacia el Nordeste-, es algo en lo que vale la pena detenerse, pues en esa zona viven 115 millones de personas, es uno de los lugares más pobres y conflictivos del mundo, y también de especial interés estratégico. Tras 20 años sin relaciones, la iniciativa del nuevo presidente de Etiopía, Abiy Ahmed, de 42 años, ha resultado en una distensión sorprendente, y es lo primero que llama la atención, la manera tan fácil con que pueden superarse algunos problemas seculares, cuando alguien con poder se decide a ponerles fin. El presidente ha hecho simultáneo un acuerdo de paz externo, con un acercamiento interno sin precedentes a la oposición, y a la juventud con ganas de iniciar actividades empresariales.

Solucionar los problemas económicos de estos países, con extensas zonas de terrible aridez, es muy difícil. Aunque el crecimiento del producto de Etiopía está en un 8,5% anual, las exportaciones no acaban de ser significativas, y depende mucho de la deuda (casi el 60% del producto, de la cual el 34% es deuda externa). China ha prestado al país unos 13.000 millones de dólares en diez años, para infraestructuras, a través de sus bancos, que cuentan con el seguro de una agencia pública, pero en los últimos años se ha retraído. El nuevo gobierno no tiene más remedio que abrir y cambiar una economía que arrastra del Ejército y el Estado, de forma que cree bienestar de la manera más distribuida posible. Y es aquí donde la Unión Europea tendría un papel importante, si sabe jugarlo. Esta zona es clave en los movimientos de emigrantes hacia Europa, por lo que nuestro interés en la prosperidad de estos países está fuera de duda; además de situar a empresas europeas para ese futuro mejor escenario. No es sólo una cuestión de dinero, sino de colaboración institucional que podría abarcar tecnología de provisión de agua potable, seguridad, bolsas de valores, regulación financiera y de cambios, formación, y consorcios empresariales para ferrocarriles, hoteles, materias primas, parques industriales, y empresas manufactureras.

Soy incapaz de valorar cómo esta colaboración podría afectar al problema de los inmigrantes; habría que poner objetivos y seguirlos, viendo cómo este esfuerzo institucional y económico influye y pone un freno a los movimientos de personas dentro y fuera de África. Es difícil, pero si esa zona entra en una espiral positiva a la que se incorpora Somalia -donde se acusaba de llevar su guerra a los dos países en conflicto-, y se establecen comunicaciones a través de puertos, aeropuertos y carreteras, se pondría en marcha una dinámica social y económica como nunca han conocido estas naciones. Hasta ahora no era posible, porque el conflicto político impedía que las iniciativas fructificaran, pero en este momento hay que confiar en que el optimismo que el presidente Abiy Ahmed transmite, sea una oportunidad para impulsar políticas internas y de colaboración con Europa, que lleven la unidad y la esperanza a tantas personas.

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