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Santelmo Business School

Lecciones de las últimas crisis

Las cuestiones que no hemos aprendido en las últimas recesiones exigen aplicar reformas estructurales para evitar la temida estanflación

En tan solo tres quinquenios la humanidad se ha visto castigada por tres crisis globales: la Gran Recesión de 2008, la crisis del Covid-19 y la Guerra de Ucrania ¿Qué hemos aprendido gobiernos, empresas y ciudadanos de estos tres catastróficos eventos? Tendemos a considerar las grandes crisis como eventos impredecibles. Sin embargo, la mayoría de las veces vienen precedidos por señales de alerta, que algunos, muy pocos, captan y advierten, sin ser escuchados. Lo peor es que tras la experiencia traumática , nos cuesta extraer y aprender las lecciones, y cuando los conseguimos nuestra frágil memoria las entierra en el olvido.

La Gran Recesión

La crisis financiera de 2008 dio lugar a La Gran Recesión . Vino precedida por un largo período de crecimiento. A este periodo se le ha denominado La Gran Moderación. El paradigma Neoclásico imperante predecía que los mercados se autorregulaban, siempre tendentes al equilibrio . El exceso de autorregulación e intervención pública distorsionaba el ajuste de los mercados. Por otra parte, los avances en los modelos de predicción y la efectividad de las políticas económicas determinaban que en el futuro fuera imposible una crisis como la Gran Depresión de 1929. La Gran Recesión vino precedida con una gran expansión monetaria de los bancos centrales, un intenso crecimiento del crédito y bajos tipos de interés. La consecuencia fue el endeudamiento excesivo de empresas y familias, especialmente del sector inmobiliario y una expansión del sistema financiero y bancario sin precedentes. Este escenario coincidió con una explosión de la innovación financiera, que sobrepasó la capacidad regulación y control de las autoridades monetarias. La globalización e interconexión de las finanzas a escala global, determinó que en tan solo unos meses se propagará la crisis por todo el mundo. En 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers el sistema financiero y bancario implosionó a nivel global. El sistema bancario español excesivamente endeudado en los mercados Exteriores y con un gran peso en su balance del sector inmobiliario fue de los más afectados del mundo.

De esta crisis deberíamos de haber aprendido algunas lecciones. Primera, el crecimiento en base a un endeudamiento excesivo, con tipos de interés reales bajos, incluso negativos, y una expansión del crédito de dos dígitos conduce a una asignación ineficiente de los recursos, reduce la productividad, propicia actividades especulativas en sectores como el inmobiliario, e incentiva la desviación de la liquidez hacia la especulación en los mercados financieros, creando burbujas que explotan cuando los bancos centrales suben los tipos de interés. Segunda, la innovación financiera es beneficiosa siempre y cuando la regulación financiera avance al mismo ritmo. Cuando la expansión monetaria y el endeudamiento crecen a mayor ritmo que el potencial de crecimiento, el dinero se dirige actividades especulativas, produciéndose la financiarización de la economía y la creación de burbujas en los mercados financieros e inmobiliario. Tercera, el sistema financiero y bancario es el sistema nervioso de la economía. Sus fallos se transmiten inmediatamente a todo el sistema económico, lo cual justifica que deba tener una especial regulación y control de las autoridades monetarias.

Cuarta, en este escenario es necesaria una rigurosa selección de riesgos y herramientas de seguimiento y control de los riesgos por parte de gobiernos, bancos y empresas con señales de alerta macroeconómicas y microeconómicas. Quinta, las agencias de calificación de riesgos deben de ser rigurosas y no estar afectadas por conflictos de intereses con sus clientes.

Sexta, las autoridades monetarias deben de vigilar la excesiva concentración y dimensión de los bancos, por preservar la competencia y evitar que sean tan grandes como para no poder los dejarlos caer. Séptima, Los bancos centrales tienen que complementar la inspección y control individual de los bancos con señales de alerta macroeconómicas y políticas macroprudenciales. Concluyendo un endeudamiento y expansión del crédito desbocados, productividad declinante, tipos de interés reales bajos o negativos y burbujas en los precios de los activos reales y financieros, son señales de alerta de una crisis financiera

La doble recesión: Covid-19 y guerra de Ucrania

A la crisis sanitaria del Covid-19, se le ha sumado una guerra en Europa. De esta doble crisis debiéramos de extraer las siguientes lecciones: primera, la economía y la salud son interdependientes: sin salud, la economía no es sostenible, y viceversa. En un mundo global intensamente interconectado la probabilidad de las pandemias ha aumentado. La experiencia del Covid ha puesto de manifiesto que los sistemas sanitarios más avanzados no estan preparados para una pandemia global. Están enfocados a curar enfermedades, pero no a prevenirlas y evitarlas. Se ha puesto en evidencia la necesidad de descentralizar la atención médica hospitalaria, fortaleciendo la asistencia primaria y ambulatoria, e impulsando la nueva tendencia de la atención sanitaria a domicilio. Evitar más que curar enfermedades implica asumir un nuevo concepto de salud individual y social interdependientes, que incluye los hábitos de vida, la nutrición, los sistemas de trabajo o el medio ambiente, entre otros. Todo ello debiera implicar una profunda transformación de los sistemas sanitarios en la próxima década.

Segunda, la pandemia y la guerra de Putin han puesto de manifiesto la debilidad de la globalización. La ruptura de las cadenas de suministro globales han paralizado la actividad de innumerables plantas de producción y provocado una persistente inflación de costes. El concepto prevalente en la economía mundial era el de eficiencia en detrimento de la seguridad: los productos complejos y sus diversos componentes se producen en aquellos países que garantizan el menor coste. La lección aprendida es que hay que equilibrar la ecuación seguridad-eficiencia, priorizando la seguridad. Acercando y diversificando los proveedores y las cadenas de producción y nacionalizando la producción de bienes esenciales. Tercera, es necesario avanzar hacia la autonomía energética y acelerar el desarrollo de las energías renovables y las tecnologías de almacenamiento. Cuarta, las políticas monetarias súper expansivas, sostenidas durante excesivo tiempo, han inundado el mundo de liquidez a tipos de interés muy bajos han evitado una Gran Depresión, pero también han incentivado el endeudamiento global hasta la cota histórica del 226% del PIB mundial. El daño colateral de las políticas monetarias y fiscales expansivas es la alta inflación, que en España ha alcanzado el 8,4% interanual, y la subyacente el 4,4%, la más alta de los 35 últimos años. La última lección que los gobiernos se niegan a aprender, especialmente al Gobierno español, es que los desequilibrios globales, la baja productividad y potencial de crecimiento, el alto y precario desempleo, el déficit comercial y el déficit público, no se corrigen con políticas monetarias y fiscales expansivas sino con políticas estructurales orientadas al incremento de la productividad y el potencial de crecimiento, acompañadas de un plan de consolidación fiscal, que garantice la creación de empleo y el crecimiento sostenible.

El decreto ley recién convalidado sólo es un placebo para aliviar la inflación sin corregirla

Las señales de alerta están encendidas: endeudamiento público creciente hasta el 119% del PIB, alta inflación, bajos tipos de interés subiendo, sector privado aumentando su endeudamiento, sector bancario que ha recuperado su rentabilidad y solvencia pero cuya solvencia es inferior a la media europea y una inflación de costes que solo se podrá atajar con aumentos de la productividad. Las lecciones de las crisis, hasta ahora no aprendidas, señalan que ha llegado el momento de las reformas estructurales. El decreto ley del plan de choque, recientemente aprobado por el Congreso, es un placebo para aliviar el dolor de la inflación y el desempleo, pero no para corregirlos. Ha llegado el momento de la responsabilidad del Gobierno y de la oposición. Las señales de alerta están encendidas y todavía estamos a tiempo de evitar la temida estanflación.

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