Economía

Caja de Jaén logra el sí del Banco de España a una fusión en clave regional

  • La quiniela más extendida vincula a la entidad jiennense con Unicaja y Cajasur · Cajasol y Cajagranada mantendrían su actual estatus · El Congreso aprueba el FROB con el único respaldo de PSOE y PP

"Rencillas históricas". Son palabras de José Antonio Griñán, presidente de la Junta, para referirse a la alergia que habitualmente suscita entre las cajas andaluzas la idea de una superfusión. Rencillas históricas que siempre parecen cerca de olvidarse pero nunca se olvidan del todo. Rencillas históricas que alimentan en cualquier caso la rumorología de las combinaciones y alianzas. Unicaja y Cajasol, la dupla soñada. Cajagranada y Caja de Jaén, la rebeldía de los pequeños. Cajasur y Cajamurcia, la conexión intercomunitaria. Y así sucesivamente.

Movimientos hay. Los detectan sensores tan importantes como El Vaticano, al que recurrieron desde Cajasur para obtener el beneplácito a cualquier jugada; o el Banco de España, que según diversas agencias informativas le ha lanzado un guiño cómplice a Caja de Jaén para que aborde una fusión "a dos o tres bandas". Quizás sean estas dos entidades las más interesadas en cambiar de estatus para que todo siga igual. La filosofía de El Gatopardo. Las rencillas históricas. El lastre andaluz de las identidades, de la lucha de provincias, del condicionante que convertirá a la supercaja en una suma de marcas más que en una marca autónoma.

Unicaja tiene todas las papeletas para comandar la operación por ascendiente y tamaño pero también porque Braulio Medel, su presidente, optaría así a una reelección que la ley le niega de otra forma. Sería la forma de aspirar al top five español y codearse con las gigantes, con los blue chips de las cajas -La Caixa y Caja Madrid, básicamente-. En este contexto, Cajasol se centraría en asentarse, reforzarse y digerir su propia fusión. A la entidad sevillana no le interesa de momento embarcarse en otro proyecto de este tipo, aunque su presidente, Antonio Pulido, siempre haya dejado entrever que cualquier integración verdaderamente ambiciosa debería contar -a medio plazo- con su concurso. Y Cajagranada, fiel al espíritu outsider de Antonio Claret, vivirá a su aire, salvo que alguien se tome en serio sus condiciones para dar el salto -liderar la fusión, sea con quien sea-.

Las cajas que se unan podrán contar con la inestimable ayuda del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), dotado inicialmente con 9.000 millones y aprobado ayer en el Congreso con el voto a favor de PSOE y PP. El principal partido de la oposición aclaró que se trata de un apoyo "crítico y escéptico", porque "aún está por ver" cómo apoyará el Gobierno al Banco de España en el proceso de reestructuración. De hecho, el FROB se ha convertido incluso antes de nacer en un instrumento que preocupa a las comunidades, recelosas de que invada sus competencias en el sensible mundo financiero. Andalucía, Cataluña, Extremadura y Aragón barajan la posibilidad de interponer un recurso ante el Tribunal Constitucional.

También se escucharon ayer dos voces emparentadas y a menudo paradójicamente contrapuestas, las de Juan Ramón Quintás, presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), y Miguel Martín, su homólogo en la Asociación Española de Banca (AEB). Si Quintás advirtió del peligro que supone para el sistema financiero global la existencia de "megabancos" -demasiado grandes para dejarlos quebrar, pero demasiado grandes para ser rescatados- y pidió que la regulación limite el tamaño de esas entidades, Martín negó la mayor. "Ninguno de los bancos españoles tienen una complejidad dirigida al arbitraje regulatorio para sacar ventaja", dijo, en alusión directa a Santander y BBVA.

Quintás apuntó que es "imperioso" reformar radicalmente la regulación financiera para limpiarla de conductas tóxicas y evitar que retorne el caos en los próximos 15 o 20 años. Martín aplaudió la creación del FROB porque "despeja las dudas" sobre la vía española de rescate bancario, al tiempo que pidió que se eviten soluciones "nacionalistas y proteccionistas" en esta reforma. "La AEB lamenta que en Europa se haya tenido que adoptar una solución nacionalista que fragmenta el mercado interior. En España no debemos incurrir en los mismos errores; todos tenemos el deber y obligación de colaborar".

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