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Una tendencia con un final en el abismo

  • Los números del club blanquiverde en marzo contrastan con la recuperación de sus rivales

A falta de once jornadas para el final del campeonato, las sensaciones que transmite el Córdoba no son las mejores. Eso es algo que no se escapa a nadie y, de ahí, el relevo en el banquillo. El equipo está en plena regresión. Si a eso se le une que todos sus rivales directos por la permanencia -a excepción del Nàstic- están mejorando a pasos agigantados sus prestaciones, el panorama no es muy halagüeño y, cada semana que pasa, la distancia de los blanquiverdes respecto a la zona de descenso es menor.

El Córdoba es el tercer peor equipo de la segunda vuelta en la Liga BBVA. Sus números, al menos en cuanto a efectos clasificatorios se refiere, han experimentado una leve mejoría en el último mes de competición. Pero no lo suficiente para encarar sin agobios el tramo final liguero. Simplemente, porque los registros de los que equipos que vienen por detrás son mejores. De ahí que el nerviosismo se haya apoderado de un club que hasta hace una semana lo veía todo como una balsa de aceite... en la que ya se han ahogado Paco y su crédito.

Queda patente que este Córdoba ha ido descaradamente de más a menos. Tras un notable inicio de Liga y una fase de la temporada en la que se llegó a soñar con entrar en la zona de ascenso, los guarismos del conjunto blanquiverde han ido menguando paso a paso hasta dejar al equipo en una situación preocupante, justo en el momento más delicado del curso. Quizás ésta sea la realidad de un recién ascendido.

Pese a todo, el Córdoba no es el peor de la categoría. Ni mucho menos. Pese a todo el cúmulo de desgracias que le han acompañado a lo largo del campeonato, la plantilla sigue reivindicándose. La apuesta por mantener en un alto tanto por ciento al bloque que consiguió el ascenso en El Alcoraz de Huesca era arriesgada. Pero desde el club confiaron a pies juntillas en unos jugadores que iban sobrados en Segunda B para que que dieran la talla en Segunda y firmaran la permanencia. Nadie habló de que el reto fuera sencillo. Y no lo es.

Aun así, José González se ha encontrado a un vestuario unido -es la mejor herencia que ha dejado Paco-, que sigue teniendo margen de error y que todavía no sabe lo que es habitar en el sótano de la tabla. Cierto es que la tendencia es peligrosa y apunta al abismo. Pero también parece patente, visto lo visto en las jornadas recientes, que hay otros conjuntos con peor pinta. Si uno pregunta en Jerez, El Ejido, Albacete o Tarragona, seguro que a todos les gustaría estar en la situación del Córdoba. Y eso que su progresión les hace albergar esperanzas de salvación. La esperanza del Córdoba es que José dé con la tecla.

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