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La temporada más difícil

  • El Pozoblanco, único representante cordobés en la categoría, inaugura hoy un ejercicio en el que parte con el único objetivo de la permanencia

Mucho, muchísimo trabajo le costó al Pozoblanco mantener la categoría la pasada temporada, y todo apunta a que la misión será igual de complicada en el curso que hoy arranca para los vallesanos tras el descanso obligado en la jornada inaugural de la competición en Tercera División.

Con el ascenso federativo del Córdoba B a Segunda B, y tras el descenso del Montilla, el Pozoblanco se ha quedado como único representante cordobés en la categoría. Su debut llega hoy con la visita al filial del Cádiz, el primer partido de una carrera que sólo tendrá como objetivo la salvación.

Porque el año pasado el cuadro pozoalbense no pudo certificar la permanencia en el grupo X hasta la última jornada de Liga, gracias a una combinación de resultados favorables. A pesar de salir derrotado en su visita a Alcalá, la derrota de Los Barrios en su visita al Cádiz B le permitió continuar una campaña más en categoría nacional.

Entonces, los gravísimos problemas económicos hicieron que se fuera diluyendo una plantilla que, en principio, estaba confeccionada para lograr una permanencia desahogada. Esa situación negativa tuvo como contrapartida la entrada en el equipo de numerosos canteranos y futbolistas muy jóvenes que tuvieron su bautismo en una división de la que ahora formarán parte a todos los efectos.

Porque el Pozoblanco 13-14 está construido bajo la idea de un bloque hecho y dirigido por gente de la casa. Dicho y hecho. El primer paso fue la contratación de Mario Rojas como entrenador, técnico natural de Pozoblanco que concluyó la temporada pasada guiando la salvación del Espeleño en Primera Andaluza. Su principal encargo, confeccionar un equipo con ADN vallesano y, por supuesto, con aspiraciones de lograr la permanencia.

Rojas se encontró con una plantilla bajo mínimos. El grueso del plantel había cambiado de aires y los que aún no lo habían hecho dudaban de seguir en un proyecto que se les antojaba austero.

Cristian y Guille se marcharon al Écija con el anterior técnico, José Ángel Garrido, y Santacruz también dio el salto a Segunda B, en su caso al Lucena. Alberto Fernández y Viñas (Villanueva), Lara, Soto, Manu Estepa (sin equipo tras un efímero paso por el Córdoba B) José Manuel o Chapi también dejaron el equipo.

De esta forma, Charaf, Sancho, Silva, Pedro Macareno, Félix Leal, Sergio y Carlos Bejarano pasaban a ser los abanderados de una plantilla joven y de la casa. A ellos se fueron uniendo paulatinamente jugadores que ya habían pasado por el club como Vicente Calonge, Fran o Valentín. Y otros que llegaban con la ilusión de debutar en Tercera como Ángel (Belmezano), Juanjo (Dos Torres) o Peñalta (Peñarroya). Los últimos en sumarse al nuevo look del Pozoblanco han sido Álex Gil -que vuelve tras ser también cortado en el Córdoba B-, el meta Jaime y Alcázar (a prueba). Los tres jugaron ya el Trofeo Ciudad de Pozoblanco en el que los locales vencieron al Castuera (1-0).

La pretemporada ha dejado más sombras que luces para un equipo en permanente construcción. El tiempo ahora sí apremia a los pozoalbenses, que aún tratan de completar la plantilla con la llegada de dos o tres nuevos futbolistas tras el descanso del pasado fin de semana.

Acabadas las pruebas, hoy empieza la lucha con fuego real con la visita a un Cádiz B que examinará hasta dónde tendrá que mejorar un Pozoblanco que encara su temporada más difícil.

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