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La sirena que surgió del frío

  • Nina Zhivanevskaya es la única nadadora española con una medalla olímpica · "El ambiente de la Villa te hace disfrutar pero también te puede perjudicar", advierte la 'malagueña' a los Vivas, Isco y Rocha

En 2008 Nina Zhivanevskaya dijo adiós. La nadadora española quedó eliminada en las semifinales de los 100 metros espalda en los Juegos Olímpicos de Pekín y anunció que esa sería su última gran competición internacional para dedicar más tiempo a su familia. Pero el camino de Nina hasta llegar a ese momento estuvo lleno de gloria, sacrificio y trabajo duro.

Una andadura que comienza en la extinta Unión Soviética, que se presentó a los Juegos de Barcelona'92 bajo el nombre de Comunidad de Estados Independientes. Zhivanevskaya tenía solo 15 años y las sensaciones que vivió le quedan muy lejos: "Tengo muy pocos recuerdos de aquella época, era muy joven y me sentía muy sola. No tenía amigos en el equipo porque todos tenían diez años más que yo y tampoco vino mi entrenador. Aún así, fue una experiencia muy buena, aunque aprendiese un poco a lo loco".

A pesar de su juventud, Zhivanevskaya fue parte del equipo de relevos 4x100 que lograría la medalla de bronce. La segunda vez que acudió a unos Juegos lo hizo con Rusia pero de ahí en adelante únicamente representaría a España, como ocurrió en Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008. Cinco participaciones olímpicas, una marca al alcance de muy pocos.

La vida de Nina empezó a cambiar tras Atlanta'96. Dejó Rusia para disfrutar de unas vacaciones en la Costa del Sol. Allí conoció a Francisco Medina, quien primero se convertiría en su entrenador y más adelante, en 1999, pasaría a ser su marido, otorgándole a la nadadora nacida en Moscú la nacionalidad española. Así, Zhivanevskaya viviría su tercera estancia en una Villa Olímpica representando a un tercer país.

La experiencia fue un grado para la deportista española a la hora de convivir en la Villa Olímpica, donde no todo es positivo: "Con el paso de los años iba más relajada. El ambiente te hace sentir bien y disfrutar pero también te perjudica. La presión es muy fuerte y si te dejas llevar por todo lo que ves, te cambia el chip de la competición y dejas que pierda importancia tu carrera".

En Australia Nina no se desconcentró e hizo historia, logrando la presea de bronce en la modalidad de 100 metros espalda. Hasta el día de hoy, la única nadadora española en lograr una medalla olímpica. Después de Atenas 2004, donde nadó en las finales de los 100 metros espalda y en los 4x100, se retiró temporalmente para tener a su primera hija. Regresó justo a tiempo para participar en Pekín, aunque no logró llegar a ninguna final.

Cuatro años después, la vida de Nina ha cambiado mucho. Ahora trabaja para el Patronato de Deportes de Torremolinos, cargo que compatibiliza con ser entrenadora y presidenta del Club Natación Torremolinos. Aún así, le queda tiempo para disfrutar con sus hijos. El año próximo será una de las embajadoras del Mundial de natación que se celebra en Barcelona. Un deporte cuyo crecimiento va ligado a la figura de Zhivanevskaya: "Han pasado ya 14 años desde aquellos Juegos en Barcelona y en este tiempo ha mejorado mucho. Ahora España es un país capaz de meter a gente en las finales y luchar en ellas. Siempre se puede mejorar y nosotros debemos dar un salto en la categoría masculina, pero poco a poco, lo iremos logrando".

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