Lo de ayer fue como aquella memorable escena de Indiana Jones y el templo maldito en la que Harrison Ford se encuentra de frente con un guerrero árabe que le amenaza con un catálogo de posturas desafiantes. Vestido de negro y con una mirada feroz, el tipo lanza gritos intimidadores mientras blande una afilada cimitarra. Indy le mira con muestras de hastío y desdén. Aguarda a que termine toda la coreografía y, con total tranquilidad, saca la pistola y dispara a su adversario, que cae al suelo. Fin de la escena. Problema resuelto. Cuando los equipos apenas habían roto a sudar, los blanquiverdes ya tenían la cuestión zanjada con un par de tantos firmados por Borja García y Charles. Dos puñetazos y a la lona, para qué darle más vueltas. El equipo de Paco Jémez no tenía ayer demasiadas ganas de discutir. Sí le sobraban deseos de reivindicarse, de rescatar sensaciones perdidas y reiterar su mensaje: aspira a todo hasta que alguien le convenza de lo contrario. Y, de momento, no ha aparecido nadie capaz de hacerlo. El Alcoyano, desde luego, no tuvo argumentos para dar la réplica a una formación blanquiverde enfurecida.

El recuerdo del desliz en Guadalajara no resultó un trauma, sino un incentivo de primera magnitud para unos futbolistas que se emplearon con una intensidad brutal en el arranque. La puesta en escena resultó demoledora, definitiva. Paco Jémez removió el once dando un sitio a Cerra en lugar de Fernández y sorprendió algo más sacando de la titularidad a Patiño para colocar a Carlos Caballero, apañando así una línea de medios con muchos recursos para guardar la pelota -López Garai aporta equilibrio y cabeza- pero también para salir como balas en cuanto llegaba la ocasión. Llegó muchas veces. Y con las ocasiones, los goles. Un par antes de los diez minutos. El primero lo firmó Borja, un jugador cuya exposición de virtudes de forma continuada le ha convertido en una pieza capital para Paco Jémez. El madrileño remató de forma acrobática un balón centrado por Javi Hervás que el meta Maestro no había logrado blocar. No tardó en llegar otra celebración aún más ruidosa. Charles, el otro goleador de guardia en el Córdoba, recogió un rechace de Maestro tras tiro de Borja en la frontal del área. El brasileño armó en décimas de segundo un lanzamiento efectivo mientras era arrollado sin miramientos por Carrión, que llegó a golpearle en la cara. El ariete no sonrió en el festejo por el dolor, pero ya había logrado el objetivo de llevar la felicidad casi completa a un graderío atónito.

Quizá el Alcoyano trajera algo preparado para sorprender al Córdoba. Quizá pensara que El Arcángel era un sitio apropiado para dar algo de lustre a su turbia trayectoria reciente -un sólo triunfo en ocho partidos- o que los anfitriones, por esas curiosas dinámicas que tiene el fútbol, se iban a sentir presionados por las dudas o las prisas. Fuera lo que fuese lo que David Porras diseñara en su pizarra, el plan quedó anulado antes de tener siquiera la posibilidad de plasmarse sobre el deteriorado césped del estadio ribereño. El Alcoyano fue un accesorio, un invitado al festín de los locales. El exblanquiverde Guille, un producto de la cantera local que debutó en Segunda hace un decenio y que después se buscó la vida por esos campos de Dios, fue uno de los más activos en el bando alcoyano. No tuvo fortuna, como ninguno de los suyos, pero al menos trató de poner un barniz de dignidad a una derrota que se daba como segura desde el primer cuarto de hora. Y no sólo por los números en el marcados, sino porque la superioridad que exhibía el equipo local no encontraba réplica alguna. Borja y López Silva se dejaron ver continuamente en las bandas y Charles, bullidor, sembraba el desconcierto en una retaguardia rival titubeante.

El Córdoba lo puso todo. El fútbol, las ocasiones, los goles y los ritmos. Después de su poderoso inicio tomó resuello sin que el Alcoyano encontrara la forma de reconducir la situación. El primer testimonio de existencia en ataque de los alicantinos llegó en el minuto 42, en un remate de cabeza desviado de Choco Lozano. No tardó en llegar la sentencia. Javi Hervás, al filo ya del intermedio, ajustó al palo un balón servido por Borja al que no había llegado Caballero.

Nadie en el estadio apostaba por una remontada. Ni siquiera el Alcoyano, que aunque sólo fuera por hacer honor al célebre aforismo a propósito de su inquebrantable moral era quien más cerca podía estar de esa idea. Metió Porras a Paco Esteban, otro delantero, pero apenas se notó. El Córdoba estuvo muy cerca de hacer el cuarto en varias ocasiones. Pepe Díaz, que salió por Charles, lanzó un disparo ligeramente desviado. Un cabezazo de Tena al palo fue otra oportunidad clara. Mientras tanto, la gente cantaba feliz.

Árbitro: Arias López (cántabro). Es debutante en la categoría y promete.

Tarjetas: Amarillas Pina (12'), Rojas (87') y Cerra (89').

Goles: 1-0 (5') Borja García. Javi Hervás profundiza por la banda izquierda y centra con fuerza, Maestro falla al meter el guante y Borja García, desmarcado en el segundo palo, hace un escorzo para volear con la diestra a puerta vacía. 2-0 (7') Charles. Carlos Caballero gana la línea de fondo por la derecha y cuelga el balón, que bota en las inmediaciones del punto de penalti antes de que Charles lo enganche con un suave derechazo por encima de Maestro. 3-0 (44') Javi Hervás. Cerra saca de banda en la derecha hacia Charles, el brasileño conecta con Borja García, el madrileño centra, el balón sale rebotado y Javi Hervás, rodeado de contrarios entre el punto de penalti y la frontal, se perfila para golpear con la zurda y ajustar la pelota al poste izquierdo de Maestro.

Incidencias: Partido correspondiente a la decimosexta jornada de la Liga Adelante disputado en El Arcángel ante 8.442 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de José Díaz, padre del futbolista Pepe Díaz.