Lucena | ceuta · la crónica

No pierde ni mereciéndolo

  • Otra más El conjunto provenzal suma ya once jornadas sin caer tras empatar ante el Ceuta Arietes Cabello acertó en una de las dos llegadas locales y Enzo Noir igualó casi al final

Si el Ceuta no fue capaz ayer de tumbar al Lucena, muy pocos podrán hacerlo en lo que resta de liga. Y eso que los norteafricanos no hicieron tampoco nada del otro jueves. Aun así, merecieron mejor suerte en un partido en el que maniataron al cuadro aracelitano, al que apenas permitieron disparar dos veces a portería durante los 90 minutos, pero en el que no pudieron sonreír hasta los compases finales. Fue entonces cuando Enzo Noir -quién si no- se encargó de parar el reloj que marcaba la imbatibilidad de Toni García -la marca quedó fijada en 488 minutos- y dejó en nada el tanto que Cabello había anotado desde el punto de penalti en el ecuador del primer periodo.

Desde el principio quedó claro que el que hubiera ido al campo a ver espectáculo, se había equivocado. Ambos técnicos plasmaron sobre el terreno de juego dos dibujos idénticos (4-2-3-1) y dejaron patente que lo crucial era que el cero de su portería no se viera alterado. La batalla en el centro del campo se hizo intensa. Incluso por momentos violenta, lo que facilitó las cosas a Pardo Martínez, uno de esos recaudadores que la Federación manda de vez en cuando para hacer caja. Quizás por aquello de las fiestas navideñas, el extremeño repartió tarjetas a diestro y siniestro. Fue la única forma que encontró para controlar un partido duro, pero que siempre se mantuvo dentro de la legalidad. Ni un mal gesto. Ni un mal modo.

Entre pitido y pitido, entre tarjeta y tarjeta, lo único reseñable en el primer tiempo fue el gol del Lucena... en el único disparo entre los tres palos. Guille, el hombre más desequilibrante del conjunto provenzal en estos momentos, recibió el balón en la esquina del área, encaró a Txiki y esperó a que el ex del Villanueva cayera en la trampa y se fuera al suelo para dejar su pierna atrás y provocar el contacto. Penalti. Cabello, tal y como ya hiciera hace quince días contra el Portuense, no falló y, engañando completamente a Lledó, inauguró el marcador.

Más con menos era imposible que se diera. El Lucena volvía a exhibir esa efectividad que tantos dividendos le ha dado en lo que va de curso. La mitad del trabajo ya estaba hecho. Ahora tocaba emplearse a fondo en tareas defensivas para que el triunfo se quedara en casa. Y en ese arte, el conjunto cordobés se mueve como pez en el agua. Dio un paso atrás y empezó a dejar su suerte en ataque en los contragolpes mortales marca de la casa. El problema es que el único atacante enchufado era Guille. Velasco y Cabello corrían de un lado para otro sin saber bien por qué. Ni se les vio ni hicieron para que se les viera. Quizás echaron en falta ese último pase de José Jesús Lanza, el mago sin varita que ayer tampoco apareció.

Mientras tanto, el Ceuta dio un paso al frente. José Enrique Díaz apretó las clavijas a los suyos, que empezaron a dar síntomas de peligro cuando Fran Amado se dignó a aparecer. Lo hizo asustando con un remate franco en la frontal del área pequeña que se fue a las nubes cuando el banquillo caballa ya celebraba el empate. Tampoco acertó Alberto al recoger un rechace de Toni García tras un cabezazo picado de Álvaro.

Estas intentonas pusieron sobre aviso a la parroquia lucentina. El gol del Ceuta era cuestión de tiempo. Pudo llegar con un remate de cabeza de Fran Amado que Belfortti sacó en la misma línea de meta. Pero lo hizo cuando casi ya no había tiempo para más. Cuando emergió la figura de Enzo Noir. El argentino se adelantó a su par a la salida de un córner y conectó una volea que hizo imposible la reacción del portero lucentino. Era lo justo. Pero este Lucena no pierde ni mereciéndolo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios