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¿Esto es lo que parece?

Vapuleado en su hogar por un Hércules que parecía el Arsenal -se lo permitieron, obviamente- y primer colista de la Liga Adelante. Eliminado de la Copa del Rey el mismo día del debut por el Tenerife, con el sevillista Alfaro vestido de demonio. Dos derrotas en cuatro días. El fichaje estelar, Yordi, se rompe antes de jugar un solo minuto oficial y se prevé una prolongada ausencia del goleador de San Fernando. Se busca -y no se encuentra- un fichaje de última hora antes del cierre del mercado. La ofrenda a San Rafael termina de forma agria. Las gradas de fondo no se terminan. No puede decirse que la irrupción del Córdoba en el curso 08-09 haya sido brillante. Entre las desgracias sobrevenidas y las provocadas, el viejo sueño de Campanero de iniciar el campeonato con brío se ha vuelto a ir directo al vertedero de las ilusiones rotas.

La parroquia blanquiverde anda perpleja, sin saber si lo que está viendo es un preludio de calamidades futuras o la versión menos glamourosa de un equipo que todavía anda descompuesto, sin maquillar y con los rulos puestos. Debatir sobre si este grupo es mejor o peor que el del año pasado es un ejercicio admisible en tertulias, pero absurdamente estéril en el seno del CCF, que tiene que competir con lo que hay. José González, ahí te quiero ver. Entrenando en campos quemados, a oscuras o tragando el polvo de las excavadoras. Tratando de convencer al equipo de que no es lo que parece. Exprimiendo a futbolistas que, hoy por hoy, andan lejos de sus mejores días. Algunos, irreconocibles. ¿Se puede cambiar esto? Un buen partido -mejor un buen resultado- esta tarde en Mendizorroza vendría estupendamente para rebajar la temperatura en la caldera, excesivamente alta para llevar apenas una semana de competición.

Si había alguien predispuesto a utilizar la palabra ascenso a la más mínima oportunidad, seguramente anda ya rumiando su decepción por las primeras bofetadas de la realidad. El CCF se vuelve a mover en un terreno conocido. Sería bueno que se empleara a fondo en buscar soluciones antes que en construir excusas. Algunos de los principales protagonistas admiten que este comienzo entra dentro de la normalidad, que es algo que podía pasar. Aseguran que es un estado transitorio, un penoso peaje para llegar a disfrutar de las comodidades de la clase media.

Emilio Vega: "Hay plantilla para no pasar apuros". El leonés defiende a su equipo, como corresponde. Tras los dos primeros descalabros apuntó que "no sería bueno estar ahora al 100%" y, en un alarde de confianza, llegó a situar el puesto del Córdoba "dentro de los diez primeros" en unas declaraciones a la Ser. Se supone que tiene en cartera algún refuerzo para el mercado invernal, después de no haber cerrado la contratación del mediapunta creativo que le pedía el míster porque nadie se ajustaba al perfil. Pavoni, sí. José le conoce bien.

José González: "Nos mató el gol que nos hemos hecho". Al mago de la pizarra le dan con ella en la cabeza. No es normal que a un equipo suyo le casquen cinco en dos partidos. Y, además, de aquella manera. Su sistema se desmorona si no hay una concentración casi robótica. La eficiencia no es un fin, sino una necesidad especialmente en el centro del campo, la zona en la que el Córdoba está cogido con alfileres. Cuatro de los cinco goles encajados vienen de pelotas perdidas. Una situación favorable se convierte, quince segundos después, en un gol en contra. Ante el Hércules y el Tenerife, el equipo se abrió las venas. Imperdonable.

Valle: "Hay que corregir todavía muchas cosas". Menuda razón tiene el capitán, integrante de una de las demarcaciones que más dudas suscitaban durante la pretemporada: la portería. En Liga, a Raúl Navas le cayeron tres, alguno de ellos evitable. En Copa, dos a Valle. "Es bueno que el entrenador dude", llegó a decir Emilio antes de la doble derrota a propósito del ocupante del marco. Todavía falta por salir Fernando. Sería un momentazo.

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