Levante | córdoba · informe técnico

Un necesario cambio radical

  • La dudosa roja a Raúl Navas fulminó el buen arranque de un Córdoba que salió con vocación de ataque · En la reanudación, con dos menos, la imagen se deterioró

Todo tiene que cambiar para que el Córdoba se salve. Han de llegar jugadores nuevos que refresquen una plantilla traumatizada y, a tenor de los resultados, insuficiente. Debe cambiar la actitud de autocomplacencia y victimismo global (el propio Levante está mucho peor en lo económico y les ganó sobrado y sacando un juvenil). Tiene que mutar -poniendo velas a San Rafael- también la suerte. No es normal que la expulsión que ayer rompió el choque se produzca en una acción tan tonta (y dudosa) y que, acto seguido y ya fuera de tiempo, llegue el gol que mató la moral. Han de pasar los días, en suma, con premura y se ha de trabajar mucho. Porque, ahora mismo, el Córdoba es más candidato al descenso que cualquiera de sus compañeros de división (no puntúa jugando bien, ni mal; ni por las buenas, ni por las malas). Lo más preocupante quizá sea que los síntomas de mejoría que Luna (intachable su dedicación) procura sólo se plasman en detalles de intenciones que agudizan aún más la impotencia que este equipo muestra sobre el verde. Feliz Navidad y, sobre todo, distinto año nuevo.

DEFENSA

Nunca sufrió el Córdoba mientras fue dueño y señor del partido. Con la presión ordenada por Luis García Plaza, las tornas cambiaron. El Levante comenzó a apoderarse del juego a base de fuerza (se plasmó su condición de equipo más tarjetero) y disparó por primera vez a puerta en la acción en la que Del Moral (que debió ser expulsado) lesionó a Raúl Navas.

Con el baluarte de la cobertura tocado empezó la pesadilla. En un malentendido, el gaditano salió con valentía a despejar tocando el balón con la mano sobre la línea. Hevia Obras entendió que fue fuera y le expulsó. Ahí murió el Córdoba. A Valle le metieron un gol sin haber parado antes (en una acción en la que un componente de la barrera se asustó y apartó la cara) y en la segunda parte Pierini y Gaspar fueron desarbolados por un rival crecido. Para agravar la depresión, Ceballos decidió cometer un penalti a pesar de haber visto una amarilla poco antes. Con nueve, Guzmán entró y se colocó como una suerte de carrilero y el Levante pudo incluso haber marcado dos o tres tantos más (incluso obró uno que fue injustamente anulado).

ATAQUE

El comienzo fue esperanzador. Rapidez, fluidez y desparpajo. Sin embargo, sigue faltando tino... y un nueve que sepa generarse sus propias ocasiones. El empuje inicial le duró al Córdoba casi toda la primera parte, pero a partir del 1-0 se acabó. Nula capacidad de reacción. Así, de la segunda mitad sólo se pueden destacar algunas asociaciones entre Arteaga y Asen y la bravura del suplente Pepe Díaz en los patéticos minutos finales. En los últimos cuatro partidos, los cordobesistas han metido un gol. Y de falta. El anterior fue en propia puerta ante el Albacete. Parece que la culpa de la inoperancia atacante del equipo no era única y exclusivamente del planteamiento del anterior técnico.

VIRTUDES

El Córdoba encaró el choque con decisión. Quiso ganar y pudo lograrlo de no haber sido expulsado Raúl Navas. Otro aspecto positivo puede ser que se acabe el año.

TALÓN DE AQUILES

Incapacidad total para aprovechar los momentos de dominio (muy mal el ataque) y fragilidad plena cuando el viento sopla en contra. El Córdoba, ahora mismo, es un frágil esquife al que cualquier golpe de mar le arrastra. Ya está claro: O cambia... o se hundirá.

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