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El futuro depende de hoy

  • Decisivo El Córdoba necesita ganar al Xerez sí o sí para seguir teniendo opciones de permanencia en Segunda Tocados Las bajas y el buen estado de forma del rival tiñen el duelo de épica y agonía

Si quien dijo lo de que el fútbol "no es una cuestión de vida o muerte, sino mucho más que eso" tuviera que dibujar un escenario y pintarlo con unos colores específicos, no cabe la menor duda de que sopesaría la posibilidad de referirse a este Córdoba-Xerez de hoy.

La sombra de Segunda B, esa novia desagradable que se ha empeñado en echarse el Córdoba en los últimos tiempos de sequía de gloria, ha maleado un grupo que tenía una pinta excelente hace meses. Ha convertido en malos a los normales y en normales a los buenos. Ha envenenado con alucinógenos a una afición que, después de lo padecido en Elche, tiene que pellizcarse para creerse lo que le está pasando. Por eso lloran. Y sufren.

Pero, y es paradójico, la verdad es que el Córdoba está menos mal de lo que parece. Casi nadie está cayendo (ahora, al final de la semana, sí) en que dos triunfos consecutivos meterían de nuevo el gusanillo en el cuerpo. Eso sí, hay varios factores que llevan a recalcar lo dificultoso de la la misión.

Por una parte, se hace difícil pensar -a la fe ha apelado José durante toda la semana- que el Córdoba roto de los útlimos tiempos sea capaz de ganar dos partidos seguidos. Ni uno ni medio. Se ha de dar una transformación radical tanto en carácter como en mentalidad para que se vuelva siquiera a pensar en estar cerca de ganar.

También es tentador pensar en una desbandada colectiva de responsabilidad a raíz de los incidentes de esta semana. Si bien tanto las acciones pueriles de Juanlu y Pablo Ruiz en Elche -que no tuvieron, increíblemente por ser reincidentes, castigo alguno por parte de la directiva-, como la riña callejera de Julio Pineda con unos homínidos -llamarles aficionados ensucia el buen nombre del resto- como el rifirrafe del pasado miércoles de Julio Iglesias con una compañera de prensa no han ayudado en absoluto al buen ambiente y la concentración, sí que son síntomas inequívocos de que hay compromiso. De que hay coraje. De que les duele lo que les está pasando. Y si les duele, es que están vivos.

Abundando en este aspecto, quedan imborrables en la sensibildidad colectiva las lágrimas abortadas de Pierini el pasado domingo. A los periodistas presentes en la rueda de prensa se les encogió el corazón. Y nadie dentro de ese entorno multidisciplinar y socorrido del que tanto siempre se ha hablado desea que lleguen a brotar en un futuro inminente.

El partido de hoy es, además, morboso por muchos motivos. Con lo mal que sientan los antiguos inquilinos de vestuarios en El Arcángel por estos lares, en el rival estará Esteban Vigo. Un hombre récord (negativo) que fue incapaz de llevarse un triunfo en los siete encuentros en los que dirigió a su Córdoba. Enfrente José, que debe cortar hoy mismo esa igualmente negativa estadística. Pero no hay lugar para yuyus, porque hoy será Esteban, pero aún quedan por aparecerse los fantasmas de Jonathan (Albacete), Boris (Numancia), Bilic (Sporting)...

Para que redoblen los tambores, el más difícil todavía lo pautan las múltiples bajas. Eran cinco, pero serán seis. Endika tampoco pudo llegar a tiempo.Pierini y Julio Pineda han forzado la máquina y pueden resentirse durante el partido. Pero tampoco eso debe motivar a la inquietud más allá de lo razonable. Para muchos de los que actuarán en esta final es su momento. Debe serlo. En una cita para valientes, no cabe otra que la regeneración mental y física para llevar a cabo tan delicada misión.

Cabe confiar en las bandas del ascenso. Pensar en la aparente vuelta del mejor Guzmán. En su posible motivación ante su ex equipo. En apostar por el pundonor de Antonio (otro que estuvo en el Xerez) para frenar al goleador Yordi y en la casta de Rubén para contener al lanzado Pedro Ríos.

Pedir porque Arthuro siga la escogida senda del gol después de los dos de Elche. Porque Acciari e Ito saquen los galones que se les suponen. Porque Mario se deje hasta la última gota de sudor y que Asen no puede estar toda la vida sin marcar. Porque Valle pare todo lo posible como hizo en Elche. Y, sobre todo, y ante la indeseable coyuntura de tener que remontar, el banquillo es garante de ruptura: Hay dos recursos con el mismo nombre (los dos Javis) y un tercero que no necesita que le pinchen (Julito Pineda).

Los números no deben ser vistos como otro obstáculo. Nueve son los partidos que lleva el Xerez sin perder. Los mismos que el Córdoba sin ganar. Sube con la misma velocidad con la que su rival de hoy baja. Pero ya lo dijo Gracián: "La confianza es madre del descuido". Allí dicen que el Córdoba se pondrá nervioso, que tendrá ansiedad... olvidando su propia hambre. Un gol puede sentar igual de mal a Valle como a Porato. Además, es de sobra conocido cómo funciona lo de los equipos que parecen muertos contra los suyos (Salamanca, Las Palmas, Poli Ejido...). Ya es hora de que la suerte devuelva la moneda a los blanquiverdes.

A pesar de lo accesorio que resulta la estética en estos momentos, José ha amenazado recordando que fue capaz de ganar un partido con el Cádiz sin tirar a puerta. Así que el aficionado que acuda hasta El Arcángel debe estar preparado para lo peor, para que pueda que le venga lo mejor.

Ayer Cordobamania anunció que El Arcángel no se rendirá mientras tenga aliento. Los jugadores han hecho un pacto definitivo. No van a caer. Al menos, sin luchar.

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