Celta | CÓRDOBA · la crónica

Un fallo y adiós a todo

  • Desliz defensivo El veterano zaguero Gerardo marra un despeje en el área y el Celta lo aprovecha para romper su larga racha sin anotar goles Incapaz Los de Alcaraz no encontraron la fórmula para puntuar

Un desliz de Gerardo en los últimos compases del primer tiempo condenó al Córdoba en Balaídos, donde el desempeño no fue ni bueno (2-3 en Irún) ni malo (4-0 en Villarreal), sino todo lo contrario. El Celta, con más determinación en ataque, jugó sus bazas, se llevó el duelo entre dos aspirantes a no bajar y dejó su desventaja con respecto al CCF en tres puntos. De paso, el cuadro vigués igualó el goal average, siempre valioso en los desempates al final del campeonato. La jornada vuelve a servir de aviso para los blanquiverdes, ya que el colchón sobre la zona de descenso, ahora delimitada por el Real Murcia, queda reducido a seis puntos.  

Lucas Alcaraz salió con el mismo once que ante el Cádiz, aunque con un retoque: Lizio por la derecha y Dañobeitia por la izquierda, y no al revés. En ambos casos, los nuevos dueños de las bandas en las propuestas ofensivas se manejan mejor por el lado siniestro. El saque de centro anunció las intenciones del Córdoba, con un pelotazo de Agus a la espalda de la zaga celeste que el vasco estuvo a punto de alcanzar.

El 4-3-3 de Eusebio Sacristán también da peso a las bandas, muchas veces con incorporaciones por sorpresa. El primero en proyectarse fue el lateral derecho, Vasco Fernandes, y su homólogo en el otro flanco, Roberto Lago, también asomó las garras. Fue justo después de que a Pedro Botelho, habitualmente lateral y ayer extremo, aprovechara una indecisión de la defensa visitante para tocar suavemente por encima de Raúl Navas, que desvió a córner en la primera gran ocasión de la tarde. El portero volvió a lucirse en un derechazo del brasileño, que previamente había dado un pase de la muerte a Joselu, fallón en el corazón del área. El número 17 insistió con un tiro raso desde la frontal y Trashorras no acertó a colocar en el arco un envío de Papadopoulos desde la derecha.

Salvo los chispazos iniciales de Lizio, al Córdoba le costaba salir. No le ayudaba la rigurosidad de Hernández Hernández, puntilloso sólo en una dirección. Le quedaba el recurso de la improvisación, como en un envío bombeado de Dañobeitia a Pepe Díaz en el que el de Almodóvar, a pesar de llevar ventaja en la carrera con el central Noguerol, se dejó comer el terreno y lanzó mal desde la frontal.

En el ecuador del primer periodo, Alcaraz intercambió sus caballos sobre el tablero: Lizio a la izquierda y Dañobeitia al otro lado. El argentino se siente más suelto no cuando encara desde el perfil natural de un diestro, sino a pie cambiado, bajo la dictadura del engaño, listo para tirar diagonales enfocando la portería. Ahí deja sus cositas, sus bicicletas, sus recortes. Que se lo digan al Cádiz.

El CCF había capeado el temporal del arranque y ya forzaba algún córner, por ejemplo. Aunque el Celta podía picar en cualquier momento, como en otra arrancada de Botelho con disparo desde la corona del área a las manos de Navas, la situación estaba relativamente controlada. La primera amarilla les cayó a los locales (Túñez), tras una patada a Pepe Díaz. Empezaban a escucharse tímidos pitos en Balaídos.

Sin embargo, las aproximaciones no generaban remates. Las numerosas acciones a balón parado, ya fuera saques de esquina o faltas laterales, no servían para nada. Y en el alambre del 0-0, cualquier error se paga caro. Gerardo pifió en un despeje, ya en el minuto 40, y la concatenación de hechos alteró el marcador: Papadopoulos, Vasco Fernandes y Joselu se asociaron en una jugada frenética ante un rival descolocado. El lateral derecho cordobesista remató su fatídica recta final del primer periodo con una tarjeta por derribar a Pedro Botelho instantes después de que Pepe Díaz, en un nuevo córner a favor, no acertara a enganchar el servicio de Lizio.

El imprescindible brío que requería la remontada se notó en el regreso de Dañobeitia y Pepe Díaz, especialmente activos en la vanguardia. No obstante, la tralla no pasó de un centro del cordobés que el de Baracaldo estuvo cerca de remachar en el área pequeña. Apagado el efecto gaseosa, en el minuto 57, Lucas cortó las alas al equipo con un doble cambio: Scotti y Juanjo por Lizio y Dañobeitia. El Córdoba pasó a fijarse en el espejo que tenía enfrente: 4-3-3 como dibujo táctico.

El Celta jugaba a verlas venir, y de vez en cuando aceleraba: Gerardo mandó a córner en última instancia un pase de Vasco a Botelho (con acento portugués). Mientras, el banderín del asistente de turno seguía haciendo mella en las tentativas foráneas: un fuera de juego detrás de otro.

Partiendo desde la izquierda, Jorge Luque fue entrando más en juego. Alcaraz agotó sus recursos con otro punta, Simon, en detrimento de Carpintero, por lo que el sistema mutó a un atípico 4-4-2 en rombo, con el húngaro arriba junto a Pepe Díaz, Asen tirado a la derecha y Juanjo como enganche. Cuatro delanteros en pos del gol, tan caro en un conjunto más pensado para la prosa que para la poesía.

En el otro bando, Eusebio fue refrescando los últimos metros paulatinamente: entraron el debutante Cellerino y los canteranos Iago Aspas y Dani Abalo. Respectivamente, se marcharon Joselu -jugará en el Real Madrid Castilla desde la temporada que viene-, un Trashorras desapercibido ayer y el internacional griego Papadopoulos. Sí, el Celta tiene jugadores de calidad, aunque la clasificación pone a cada uno en su sitio.

La acumulación de atacantes dio alguna opción más al Córdoba, pero el equipo careció de tino en las inmediaciones de un Falcón inédito. Jorge Luque empalmó un balón suelto junto al punto de penalti, pero la maraña de defensores conjuró el posible empate. Por su parte, Pedro Botelho seguía a lo suyo: chutazo al cuerpo de un desafortunado Gerardo y cartulina a Gaspar, quien por cierto cumple ciclo.

Incluso Agus terminó arriba, como el italiano Alessandro Pierini en los viejos tiempos, en el afán por al menos salvar un punto en un partido que por entonces estaba ya muy complicado. Gaspar, desprotegido atrás, se jugó la expulsión al meter el pie a la altura de la cabeza de Aspas.

El Córdoba ni siquiera tuvo oportunidades en los cuatro minutos de descuento de un partido en el que un error puntual al filo del descanso echó por tierra el trabajo de toda la semana. Es lo que tiene vivir al borde del precipicio.

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