Un domingo más, la vida sigue igual
Lucena | antequera · la crónica
No reacciona El Lucena, con un juego muy pobre, empata en casa ante un rival que mereció más Revés Gutiérrez perdió a dos hombres por lesión en sólo media hora
Este Lucena se ha estancado. Y lo peor es que no parece encontrar la forma de arrancar. Ante el Antequera, en un partido en el que estaba prohibido perder, hizo lo justo para salvar un punto que le permite mantener el colchón de tres puntos con los malagueños -primer habitante de la zona de descenso- y el San Fernando, inquilino de la plaza de play out. Pero ahora ya no hay nadie entre ambos. El margen de error se ha reducido al máximo, justo cuando el calendario se pone cuesta arriba y las sensaciones son cada vez peores. El matrimonio entre la plantilla y el técnico está a punto de romperse. La confianza entre unos y otros se ha perdido, y los nervios empiezan a aflorar. No había más que ver las caras de Julio Pineda y el resto de descartados para ver que la cuerda se está tensando semana tras semana. O afinar el oído para escuchar las palabras que Jorge Troiteiro dirigió al entrenador cuando fue sustituido. Y es que cuando los resultados no llegan, todos se empeñan en encontrar culpables a su alrededor. Más leña al fuego de una entidad que no vive, precisamente, en agua calma.
Lo cierto es que Antonio Gutiérrez ha malgastado gran parte del apoyo que se ganó en sus primeras semanas al frente del equipo. Sus vaivenes en las alineaciones y sus cambios en el patrón de juego no han dado el resultado esperado y han acabado por volver medio locos a los jugadores y los aficionados. Ayer, ante el Antequera, el técnico trató de reconducir la situación recuperando el espíritu inicial. Quique y Troiteiro en los costados, bien abiertos; Velasco y Cabello en constante movimiento arriba, y José Jesús Lanza con la obligación de enlazar. Todo eso debía estar sustentado en una zaga novedosa -la lesión de Antonio provocó la inclusión de Argüello como libre y la alternativa de Rubén García- y el trabajo de contención de Adriano y Monteagudo. Sin embargo, el ex de Las Palmas cayó lesionado durante el calentamiento y Ocaña fue llamado al orden. El resultado no fue, ni de lejos, parecido.
Con los visitantes bien plantados, sabedores de la importancia de salir vivos de la Ciudad Deportiva y el Lucena angustiado y sin ideas, los primeros 20 minutos fueron un tostón de dimensiones siderales. Ni un solo acercamiento con peligro, ni una sola posesión larga, ni un pase con sentido. Todo eran pelotazos sin dirección fija, búsqueda de segundas jugadas y trabajo extra para los defensores. Hoy, el trabajo será para los traumatólogos, que pueden encontrarse con multitud de solicitudes de collarines para el cuello.
El primero en quitarse el miedo fue el Lucena. Troiteiro puso el balón en el área y Cabello cabeceó alto sin oposición. La respuesta visitante fue más peligrosa: Antoñete se anticipó a Quique y soltó un zurdazo que obligó a Toni García a estirarse para mandar el balón a córner. Las sensaciones no eran las mejores. Menos aún tras un envío que ni Burrezo ni Óscar supieron materializar por la buena salida de Toni García o un cabezazo desviado del ariete.
Pero cuando la incertidumbre empezaba a apoderarse de todos los presentes, el laboratorio de Gutiérrez dio sus frutos. Con Sergio Ortiz -había relevado a un Lanza lastimado de nuevo en su tobillo derecho- llamando la atención de todos en una falta frontal, Troiteiro sacó en corto para Cabello, éste abrió a Velasco y el cordobés la puso en el corazón de área pequeña para que Rubén García empujara el esférico a la red. Más con menos, imposible.
Sin embargo, tras el descanso, el Antequera metió una marcha más a la que no pudo responder el cuadro local. Tello quemó sus naves con la entrada al campo de Francis Flores y Popo. El primero firmó el empate en su primera intervención con una volea desde la frontal. El gol dejó herido de muerte al Lucena, que pudo encajar un nuevo tanto poco después; Juan Jesús, solo en la esquina del área pequeña, pifió el remate ante la desesperación de la afición antequerana, que ya festejaba la diana en la grada. Popo, en plena oleada malagueña, se topó con Toni García.
El cuadro celeste andaba perdido, moribundo. Y Gil Manzano le asestó una puñalada más al expulsar a Adriano. Flores probó nuevamente a Toni antes de un tramo final enloquecido en el que Sandro la tuvo tras un envío de Velasco que no conectó bien y Ador, con un tiro alto tras dejada de Óscar.
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