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¿Quién dijo que no era candidato? (0-0)

  • El equipo de Berges luce su versión más sólida para sacar un punto del Martínez Valero, lo que nadie había conseguido en lo que va de campaña.

Un empate puede esconder detrás múltiples guiones. Generalmente responde a un catenaccio infame con el equipo colgado del larguero, aunque también puede ser sinónimo de 90 minutos de impotencia. Pero unas tablas sin goles también pueden reflejar la seriedad, el empaque y la imagen de equipo cuajado que dejó el CCF en el Martínez Valero. El conjunto de Berges consiguió lo que no había logrado nadie hasta el momento, puntuar en el estadio del líder, un campo en el que los ilicitanos habían ganado los once partidos que habían disputado hasta el momento. Con este empate los cordobesistas mantienen su fantástico inicio de año y alargan su serie a seis jornadas sin perder, una racha que ayer se confirmó en el test más exigente de la categoría.

Porque el conjunto de Berges se planteó el choque ante el Elche como un examen a sus intenciones y a sus posibilidades de pelear por el ascenso, y salió reforzado en todas sus convicciones. Por si había alguna duda, el Córdoba demostró ante el líder que es tan bueno como los mejores, un aspirante por derecho propio y uno de los referentes en la categoría. Ayer salió vivo del campo más temible de la Liga Adelante, plantó cara a un equipo que desgrana jornadas para celebrar el ascenso a Primera y mandó un claro mensaje a todos sus rivales. El CCF está metido de lleno en la pelea y lo estará hasta el final si juega partidos tan serios como el de ayer, uno de esos duelos que marcan carácter.

Porque si no se puede ganar, mejor no perder. La perogrullada cobra todo su sentido ante rivales como el Elche, una máquina que pasó a cuchillo a todos los rivales que pasaron por su feudo. Quizás el Córdoba no hizo méritos para ganar, e incluso es cierto que se vio superado en algunos momentos, pero mostró hechuras y no renunció en ningún momento a su identidad. Serio, con jerarquía, obsesionado por sacar el balón jugado ante la presión local... El cuadro de Berges dejó la imagen de equipo grande, y cuando todo falló, ahí estuvo Alberto García. El portero barcelonés no pudo celebrar de una mejor manera su 28 cumpleaños, con una de esas actuaciones que lo han convertido en objeto de deseo de media Liga BBVA. El meta salvó a su equipo y volvió a dejar en evidencia a sus críticos con una monumental actuación ante el mejor rival de la categoría y con el choque televisado para toda España en horario pre prime time. Con todos esos argumentos y alguno más, el Córdoba se llevó un punto que refuerza su candidatura al ascenso. Luego pasará lo que tenga que pasar, pero por el Martínez Valero pasó uno de los grandes de Segunda.

La partida de ajedrez quedó planteada desde el inicio. El Elche es un líder que impresiona por sus números más que por su juego. Los de Escribá no son el clásico dominador que avasalla, que abruma a sus rivales con un fútbol demoledor. El cuadro alicantino es serio, contundente, pétreo y efectivo hasta el máximo a balón parado. Con ese libro de estilo el Elche ha firmado los mejores números de un líder en la categoría de plata, pero ayer no le bastó para doblegar a un Córdoba extremadamente sólido. Los blanquiverdes salieron desde el inicio decididos a jugarle de tú a tú, de frente, sin miedo, mostrando sus poderes y buscándole las cosquillas sabedor de que estaba ante su gran oportunidad de dar el salto definitivo de calidad. Por eso, con el paso de los minutos, el cuadro de Berges se fue quitando de encima la presión local, tocando, con pausa, sin nervios.

El partido arrancó intenso, con un alto nivel y los dos equipos presionando arriba, pero sin ocasiones. El mejor equipo de la categoría y el mejor de 2013 se enzarzaron en una batalla estratégica paralizados por el respeto. El mejor inicio local se fue diluyendo a medida que se acercaba el descanso, superado por el juego combinativo de un Córdoba que llegó a firmar pasajes brillantes. Con calma, con jerarquía, madurando el fútbol, el cuadro de Berges fue creciendo en una primera parte en la que apenas hubo acercamientos a las áreas.

Un tirito lejano de Dubarbier y las asumibles jugadas de estrategia del Elche a balón parado fueron lo único destacable hasta que pasada la media hora Alberto Aguilar no llegó a enganchar un balón que se había encontrado franco ante Manu Herrera. A esas alturas el balón ya era del CCF, que superaba en posesión a su rival robando cada vez más arriba. El Martínez Valero ya había entendido que no iba a ser otro paseo, y que enfrente tenía a un rival dispuesto a asaltar una fortaleza hasta ahora inexpugnable.

El Elche también comprendió que no le bastaba con lo de siempre. Si quería ganar tenía que hacer algo más, meter otra marcha al encuentro. Y lo hizo en el inicio del segundo acto como mejor sabe, explotando las acciones a balón parado que tanto rédito le han dado hasta ahora. Pelegrín la tuvo nada más arrancar la reanudación, obligando a Alberto García a empezar su particular exhibición.

Pasito a pasito, el Elche fue ganando terreno y acechando el área del meta catalán. El público también decidió poner su granito de arena y encauzó su ira hacia el árbitro para meter más presión desde la grada. En esa vorágine llegaron las paradas salvadoras de Alberto, primero con una doble intervención consecutiva, con manos por arriba y por abajo. Fueron los peores momentos del Córdoba, agazapado bajo el volcán mientras que el partido llegaba a la hora de juego, capeando un temporal avivado por la crispación del Martínez Valero y estimulado por la versión más parecida del Elche campeador.

Amainó el temporal y pasó lo peor. El Córdoba recuperó el sitio y volvió a tocar con criterio, superando la línea de presión local y sintiéndose cómodo ante un rival de prestigio. Pero Alberto tuvo que volver a lucirse a disparo de Etxeita, una palomita más estética que necesaria, pero otra muestra de solvencia del buen portero barcelonés.

Y entonces llegó la gran oportunidad del CCF. En el minuto 77 Dubarbier ganó la banda izquierda y encontró a López Silva al borde del área. El onubense empalmó y mandó el balón ajustado al palo izquierdo, pero Manu Herrera sacó la única mano de la noche para salvar a su equipo y evitar la victoria blanquiverde. Quizás hubiera sido injusta, porque el Córdoba no hizo más méritos que el Elche para llevarse el triunfo, pero hubiera otorgado un premio extra a un equipo que salió del Martínez Valero con el orgullo intacto y todas sus convicciones reforzadas.

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