Córdoba-Valladolid

Lo que un día soñamos (2-0)

  • El conjunto de Paco Jémez doblega con un fútbol vistoso y efectivo la resistencia de uno de los grandes candidatos al ascenso. Patiño se reencontró con el gol y Borja firmó su décima diana.

Por tardes como la de ayer cree el cordobesismo en los milagros. Aunque, para ser justos, conviene precisar. Milagroso fue que este tortuoso verano se reuniera en la casa blanquiverde un grupo heterogéneo, con futbolistas llegados de aquí y de allí, sin demasiado nombre -algunos, desconocidos- ni expedientes lustrosos. No había un céntimo para gastar y sonaron los teléfonos de guardia en estos casos: los de Paco Jémez y Juan Luna, dos tipos de la casa, curtidos en el sufrimiento -los dos fueron futbolistas en los años duros, los dos fueron despedidos del banquillo de mala manera...- y con el suficiente coraje como para resucitar a un muerto. Y algo de eso está ocurriendo. Hasta ahí llega el milagro. Todo lo demás se explica con una sola palabra: fútbol. Del bueno, además. Del que gusta ver y del que funciona. El poderoso Valladolid fue una víctima ilustre de un Córdoba efervescente.

El Córdoba confirmó que su candidatura al ascenso no es una ficción. En una de sus actuaciones más completas de la temporada, el conjunto blanquiverde noqueó a un Valladolid que comparecía con unas credenciales intimidantes -sólo dos derrotas en todo el curso, cuatro meses sin conocer la derrota, cinco victorias en las seis citas precedentes...- y que terminó rendido ante lo evidente. Este Córdoba sorprende a todos. Hasta a sí mismo. Le salen las cosas porque ha tenido el valor de intentarlo y de no escudarse en excusas victimistas, que no le habrían faltado para perpetrar otra campaña sin sustancia ni atractivo, como en esos días que ahora la afición no quiere recordar. El Arcángel respira orgullo, como su equipo.

Que el intachable triunfo ante el Valladolid no les haya servido a los de Paco Jémez para reengancharse a los puestos de play off da una idea de la exigencia del desafío. Nadie de los de arriba da tregua. Seguramente el valor de lo logrado por los cordobesistas en este último tramo liguero, ése que alguno bautizó como el Tourmalet, no esté reflejado en la clasificación en este momento. Ha capturado siete puntos sobre doce posibles ante cuatro aspirantes (gana a Elche y Valladolid, empata con el Celta), sufriendo una única derrota, en Almería, en la última jugada del tiempo añadido. Quienes no conocieran aún de qué pasta está hecho este Córdoba o quisieran creer que lo suyo no era más que la explosión de fogueo de un equipo simpático ya saben, porque hay razones probadas, a qué está jugando el conjunto blanquiverde en este increíble curso 11-12.

Antes de los cinco minutos, el Córdoba ya había dispuesto de un par de ocasiones de gol. Su salida fue brutal. López Silva lanzó un zurdazo que se estrelló en el palo de la meta de Jaime, que apenas unos segundos después desvió con apuros un cabezazo de David Prieto a saque de un córner. Ahí, en ese arranque, el equipo de Paco Jémez le ganó el partido mental a un Valladolid poco habituado a que le encaren de este modo. La irreverencia blanquiverde abrió el camino. Una arrancada de Óscar, que se plantó ante Alberto García para que entre el meta y Prieto le sacaran la pelota de los pies, fue el mejor testimonio en ataque de un Valladolid incómodo, agobiado desde la salida del balón y sin encontrar nunca las bandas. La lógica trajo el gol del Córdoba. Patiño, sensacional en la briega y ayer también en la definición, metió la puntera con habilidad tras un servicio de Borja para burlar al meta Jaime y hacer el 1-0. Los pucelanos reclamaron sendos penaltis en acciones de Javi Guerra y Jofre en los estertores de la primera parte, aunque en ambos casos las imágenes no dejaron en buen lugar a los blanquivioletas.

El cambio en la portería -salió Arias por Alberto, con molestias- no resultó trascendente. El boliviano tuvo que resolver pocas situaciones de riesgo, que más que por el desempeño de los pucelanos pudo llegar por el lamentable estado del área, cuyo deteriorado piso convertía cualquier acción en una ruleta rusa tanto para los atacantes como para los defensores. Algunos pasaron un mal rato. Peor desde luego el Valladolid, que pese a la salida del angoleño Manucho no terminaba de encontrar la fórmula para dañar a un Córdoba perfectamente posicionado, solidario y con jugadores cuya inspiración hacía mejores al resto. Los López, Garai y Silva, impartieron otro curso de oficio y juego de equipo. El de Barakaldo aportó equilibrio y criterio, exhibiendo galones ante un Javi Hervás más discreto que de costumbre. El onubense firmó su segundo tiro al palo en el minuto 52, poniendo fin a un periodo en el que el Valladolid buscó con denuedo y sin acierto la meta de Arias. Un trallazo centrado de Borja fue el preludio al 2-0, el décimo tanto en Liga del ex rayista, que definió con precisión tras recoger un servicio medido de López Garai. Un tiro cercano de Javi Guerra que detuvo Arias provocó el último susto. Ya no hubo más.

Todo estaba más que claro. El Córdoba ganó la primera parte y ganaba, haciéndolo todavía mejor, la segunda. Al Valladolid se le vino el mundo encima. Djukic miraba al vacío desde la banda. Paco también le había ganado la partida a él. El público cantaba feliz, saboreando el triunfo y relamiéndose ante lo que está por venir.

- Ficha técnica:

2 - Córdoba CF: Alberto García (Carlos Arias, m.46); Fernández, David Prieto, Gaspar, Ximo Navarro; Borja García, Javi Hervás, López Garai, López Silva (Pepe Díaz, m.81); Carlos Caballero; y Patiño (Dubarbier, m.66).

0 - Real Valladolid: Jaime; Balenziaga, Jesús Rueda, Marc Valiente, Peña; Nauzet Alemán, Nafti, Víctor Pérez, Jofre (Sisi, m.66); Oscar (Manucho, m.46) y Javi Guerra (Bueno, m.85).

Goles: 1-0, M.33: Patiño. 2-0, M.70: Borja García.

Arbitro: Jesús Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a los cordobesistas David Prieto, Ximo Navarro y López Silva, así como a los pucelanos Marc Valiente y Nauzet Alemán.

Incidencias: Partido de la vigésimo cuarta jornada de Segunda A disputado en El Arcángel ante unos nueve mil espectadores, con terreno de juego en irregulares condiciones.

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