Todos descontentos
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El cuadro de Abel se fue del Bernabeú con un amargo empate · El posible fuera de juego en el gol de Huntelaar y el penalti sobre Agüero indignaron a los rojiblancos
El Atlético perdonó al Real Madrid en el Santiago Bernabéu, al que deja al borde del precipicio en una semana en la que se juega la temporada, ya a seis puntos del Barcelona y obligado a remontar en Anfield.
Tendrá pocas ocasiones mejores el cuadro rojiblanco para vencer un derbi. Diez años de maldición le persiguen en encuentros en los que no vence ni cuando es superior, como hizo en el Bernabéu, de donde se marchó lamentando las claras ocasiones falladas y quejándose del gol rival en fuera de juego y de un penalti no señalado cuando el partido se agotaba de Sergio Ramos sobre Agüero. Los rojiblancos acudieron al Bernabéu con ese plus de fuerza en cada acción, para trabajar el derbi, ir posicionándolo de su parte con el paso de los minutos y acabar perdonando a un Real Madrid alejado de la imagen de su reconstrucción.
Por su parte, la temporada del Real Madrid se puede finiquitar en una semana en la que se juega un año. La épica de Anfield en Liga de Campeones, condujo a Juande Ramos a repartir esfuerzos. Pensó en reservar jugadores y se equivocó en el nombre. Sentó a Higuaín. La debilidad muscular de Robben apuntaban a su suplencia. No fue así. Jugó y desesperó a todos sus compañeros.
Mientras, Abel demostró ser más valiente que Javier Aguirre para cambiar la historia de los derbis de la última década. Salvo la apuesta conservadora de Camacho, su planteamiento ambicioso encontró premio anulando la imaginación de Guti y corriendo peligro tan sólo ante Robben, en su apuesta por adelantar metros la línea defensiva. Con las líneas más juntas. Las ideas más claras. El Atlético supo esperar su momento en el primer acto. La famosa debilidad rojiblanca en defensa la intentó aprovechar Juande con dos extremos: Robben y Marcelo.
Consiguió que en la línea plana madridista, el brasileño fuese el más brillante, pero siempre se estrelló el Real Madrid ante la figura de Leo Franco. Instalado en su mejor versión en los últimos partidos, el portero argentino salvó dos disparos de Robben (minutos 12 y 22), y un zapatazo con rumbo a la escuadra de Marcelo. Esas ocasiones producidas tras errores, uno grave de Forlán en la salida de balón desde la defensa y otro en una contra tras córner a favor, provocaron los silbidos al jugador que más desborda.
Agüero era la referencia ofensiva atlética. Midió su pique con Sergio Ramos, recibiendo dos patadas en sus primeros balones, pero esperando su momento, dio una lección a Robben sobre la forma de leer fútbol. Aprovechando un rápido contragolpe sacado por Ujfalusi, aprovechó la ausencia de los centrales blancos, para beneficiarse de la inocencia de Gago, que no tiró el fuero de juego, desplazarle a la banda y servir en bandeja el gol a Forlán, que fusiló a Casillas.
Corrigió con rapidez Juande sus errores. A los diez minutos de la reanudación viendo que la dinámica era la misma, tras perdonar Maxi el segundo, apostó por Higuaín que salió al rescate de su equipo. El delantero argentino cambió el ritmo de juego del Real Madrid. Nada más salir conectó con Huntelaar, en posible fuera de juego a espaldas de Antonio López, que superó por alto a Leo Franco para empatar un partido que enloquecía.
El Real Madrid, reencontrado con su imagen de fuerza apelando a la heroica, asumió el peso buscando la remontada. Ofreció la posibilidad de contraataque a un Atlético, que la explotó a la perfección pero falló en el remate. Forlán se estrelló con el palo, en el 59, y Simao chutó fuera con Casillas superado, en el 70. Agüero, tres minutos después y sólo ante Casillas, se le empequeñeció la portería ante la enorme figura del meta blanco. La que se perfilaba como la última ocasión la evitó Sergio Ramos, con un agarrón que Fernández Borbalán no consideró penalti. Al final, el empate dejó descontentos a los dos contendientes.
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