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La consagración del 'triángulo Zen'

  • La franquicia de Illinois se hizo acreedora del mejor récord de la historia de la NBA (72-10) tras el primer regreso de Jordan, el fichaje de Dennis Rodman y la fidelidad a un esquema de juego

"La verdad es que es más fácil defender al número 45 que al número 23". Sin saberlo, esa frase de Nick Anderson tras el primer partido de las segunda ronda del play off de la Conferencia Este entre los Chicago Bulls y los Orlando Magic desató una tormenta. Michael Jordan había regresado en el tercer cuarto de aquella temporada, la 94-95, tras su sorprendente retirada en el verano de 1993. Air lució en aquel regreso el dorsal 45, hasta la frase de Anderson. De regreso al 23, el hijo del aire tensó la eliminatoria hasta llevarla al sexto partido, aunque no pudo inclinar la balanza del lado de los Bulls. Era la primera vez que Jordan se veía fuera de la fase de lucha por el título desde 1990, y fue la última de su carrera, Michael Jordan se conjuró no sólo para no volver a perder, sino para llevar a los Bulls a ser el mejor equipo de la historia.

De cara al curso 1995-96, Jordan se preparó a conciencia y reclamó a los Bulls un refuerzo interior de garantías. Con él, Pippen, Kukoc, Ron Harper y un par de especialistas, los vértices exteriores del triángulo Zen de Phil Jackson estaban más que cubiertos. El vértice interior, que ocupó Horace Grant entre 1989 y 1994, era el que cojeaba. Jackson y Krause, técnico y general manager de los Bulls barajaron hasta siete nombres para ese puesto. Tuvieron que quedarse con el séptimo de la lista: el díscolo Dennis Rodman, de quien los Spurs querían deshacerse a toda costa. En rigor, una bomba de relojería en el vestuario, no sólo por su estrafalaria manera de vivir, sino porque, además, mantenía una vieja rencilla con Scottie Pippen a raíz de la final del Este entre Bulls y Pistons de 1991. Rodman arrojó a Pippen sobre la grada, causándole un corte y una visible cicatriz en la barbilla. Rodman garantizaba el rebote, pero también podía romper la química del equipo en unos segundos. Por eso, los Bulls ficharon a Jack Haley, un jugador sin nivel para la NBA, pero que pasaba por ser el único ser en la tierra capaz de contener las locuras del Gusano. El puesto de pívot quedaba para dos especialistas en intendencia: Luc Longley y Bill Wennington.

En el arranque de la temporada, los Bulls encadenaron cinco victorias hasta que los Orlando Magic -precisamente los Orlando Magic- les hicieron estrenar su casillero de derrotas en un gran partido de Penny Hardaway (36 puntos). Otra nueva racha de cinco triunfos se detuvo en un choque ante los Supersonics (97-92). Y fue justo después de esa derrota cuando el cóctel explosivo preparado por Jackson y Krause en verano cuajó. Tras ese encuentros, los Bulls inciaron una increíble racha de 31 victorias por una única derrota que les llevaron a cruzar el ecuador de la temporada con sólo tres derrotas en su casillero. Jordan pasaba de 30 puntos con facilidad, Pippen aportaba exactamente lo que necesitaba el equipo, y Kukoc, desde el banquillo, rectificaba cualquier carencia que tuviera el quinteto en cancha. Además, los triples de los especialistas Kerr y Buechler entraban; entre Simpkins, Caffey, Longley y Wennington conformaban un juego interior más que decente (entre los cuatro aportaban 21 puntos y 12 rebotes por choque) y Rodman... dominaba. 23 rebotes ante los Sixers, otros tantos ante los Lakers o 24 frente a los Wolves daban cuenta de su aportación al equipo.

La racha se truncó en febrero, donde dos derrotas consecutivas hicieron saltar algunas alarmas en el vestuario de los Bulls. Phil Jackson lo solucionó muy a su manera: con unas pizzas, unas cervezas y la final de la Superbowl en un salón de un hotel, sólo para los jugadores, les hizo reencontrar su línea como equipo. De ahí arrancó una racha de 17 victorias y dos derrotas, hasta que, en New Jersey, la bomba de Rodman estalló. Después de que le señalasen una falta, intentó agredir a un árbitro. La NBA le impuso siete partidos de sanción e hizo saltar la duda de si estos Bulls serían capaces de superar a los Lakers del 69-13 de la temporada 71-72. El mejor récord de la historia. Para cuando Rodman regresó de su sanción -lo hizo como suplente, en beneficio de Toni Kukoc-, el récord de Chicago era de 62-8. La victorias siguieron llegando: en Cleveland llegó la número 69 del curso. El siguiente choque, ante Milwaukee, podía ser el del récord. En un encuentro tosco, los 19 rebotes de Rodman rompieron la igualdad de unos Bulls que ganaron por 80-86 y se convirtieron en el equipo con mejor récord de siempre. Al término de la temporada regular, Phil Jackson escribió en la pizarra del vestuario: "72-10 no significa nada sin el anillo". El siguiente objetivo estaba claro.

Miami, en primera ronda, no puso oponer resistencia ante unos Bulls lanzados.Tres victorias por una media de más de 20 puntos de margen citaron a los Bulls frente a los Knicks, verdugos de Chicago en 1994. Con Jordan, el cuadro liderado por Pat Ewing no fue rival, y aunque ganó el tercero de la serie, sucumbió por un claro 4-1. En la Final de Conferencia esperaba Orlando. El mismo equipo que apeó a los Bulls un año antes. La franquicia de Florida amenazó en el segundo encuentro, pero una lesión de O'Neal acabó con sus posibilidades. Chicago finiquitó la serie con un claro 4-0 en el que Jordan se cobró venganza de la afrenta de Nick Anderson, anotando 45 puntos -precisamente 45- el día que clasificó a los Bulls para la cuarta final de su historia.

Ya en la Final, ante los Sonics, Chicago no tuvo grandes problemas antes de adelantarse por 3-0. Con Jordan imparable y Rodman como MVP moral -su defensa hundió a Kemp, en el rebote no tuvo rival-, Chicago se relajó en el cuarto y el quinto de la serie, cediendo claras derrotas en Seattle. Pero en Chicago la fiesta iba aser completa. Ante su público, los Bulls marcaron una velocidad de crucero inabordable para los Sonics, que cedieron por 87-75. La venganza de Jordan fue total: volvía a ser campeón de la NBA. Y los Bulls, el mejor equipo de la historia ¿Las razones? Jordan fue MVP; Rodman máximo reboteador; Kukoc mejor sexto hombre; Jackson mejor entrenador. Y Kerr, mejor triplista de la Liga. En 100 partidos, el balance de los Bulls fue de 87-13. Inapelable.

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