Fútbol l Tercera División

La casta salva al Pozoblanco

  • Los vallesanos ganan con dos menos en un partido marcado por el arbitraje

Será que estamos cerca de Navidad, pues si no, no se entiende que Rica Alarcón mostrara 15 tarjetas en un partido en el que fue protagonista desde el inicio. Lo malo de los árbitros no son los errores, sino las compensaciones. El de ayer fue dando y quitando a unos y a otros durante los 90 minutos. Un desastre, el mayor circo visto en Pozoblanco en los últimos años.

A la media hora, el colegiado le sacó una amarilla a Salva, y cuando vio que era la segunda tuvo que expulsarlo con un remordimiento que compensó minutos más tarde con un penalti que sólo él apreció ante la risa de todos. El colegiado sospechó que se había equivocado otra vez y rezó para que Balsera lo fallara. Lo metió y no se le ocurrió otra cosa que mandarlo repetir sin ninguna causa. Lo volvió a meter. Y como la mancha de mora con otra se quita, en la segunda parte dejó con nueve al Pozoblanco.

Cada error lo quiso subsanar con otro, y así fue, de injusticia en injusticia con el brazo siempre en alto como pidiendo un taxi en cada jugada. No sabemos si perjudicó más al Pozoblanco o al Alcalá, pero sí perjudicó al fútbol, que ayer no existió por su culpa.

El partido empezó con una amarilla en el minuto uno a Gervasio por un forcejeo en el área cuando se iba a sacar un córner. Ahí se vio que Rica la iba a liar. A los tres minutos, Gambeta y Gervasio se encontraron un balón en el corazón del área para empujarlo, pero se estorbaron tanto que ninguno dejó al otro rematar. A los 18 minutos, Gutiérrez mandó un zarpazo desde 30 metros que Díaz sacó con apuros. Y a la media hora llegó la expulsión de Salva, aunque no le sentó mal al Pozoblanco, pues fue quedarse con diez y despertar.

En el minuto 34 Gutiérrez sacó el fusil y desde 20 metros hizo el primero. Después llegó el penalti inventado. Sacó desde la esquina Gervasio y Cubi no llegó a rematar. El árbitro pita. Cubi protesta porque cree que le han pitado falta. Pero no, es penalti. Nadie lo cree y Balsera tuvo que meterlo dos veces para que valiera. 2-0 y con diez.

La segunda parte no se jugó. Todos pendientes del árbitro. Todos se daban cuenta de lo malo que era e iban a engañarlo, pero fue él quien engañó a todos, pues pitaba lo que nadie esperaba. Fue sumando tarjetas hasta que a media hora para el final, Balsera tuvo que ser atendido. Salió del campo y, según el línea y el colegiado, entró sin permiso. Segunda y a la calle. Con nueve basta. El Alcalá recortó pronto (2-1) pero ahí se quedó. Carrión se aprovechó de un fallo de Acaíñas para hacer el gol, pero los sevillanos se empeñaron en entrar por el centro y dejaron las bandas. Épico triunfo del Pozoblanco que apeló a la casta para ganar.

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