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Todo o nada a una carta

  • Fin de trayecto El Córdoba pretende salvarse a costa de dejar sin ascenso a la Real Sociedad Cuentas La victoria otorga la permanencia, el empate casi la asegura y la derrota obliga a depender de otros

Esto se acaba hoy. Y puede ser eso, el acabose, o bien la purga de los pecados cometidos a lo largo de una temporada demencial. El Córdoba se encuentra a 90 minutos de irse por el sumidero o aguantar de pie, a pesar de los empellones. Se la juega a una sola carta en el estadio de la Real Sociedad, el club con más solera de la categoría. La Real anhela abandonar la Liga BBVA para regresar a la Liga BBVA, la denominación de la Primera División a partir de la próxima campaña. Ésta, la de Segunda, será la Liga Adelante. Pues eso. Adelante.

Termina el campeonato y hay muchos asuntos pendientes, quizá demasiados. Tres equipos optan a las dos plazas de ascenso vacantes para acompañar al Numancia, campeón, y hasta seis conjuntos tiemblan con sólo pensar que un resbalón en la última jornada los puede llevar a compartir el desolador destino de la Segunda B con el Granada 74 y el Poli Ejido, ya descendidos. La encrucijada de tantas pasiones se producirá en Anoeta. Será todo, nada… o quizá un suicidio colectivo. Habrá mosaico con más de 30.000 almas en las gradas, y un grupo de doscientos y pico fieles blanquiverdes a los que les compensa meterse 860 kilómetros entre pecho y espalda. Sadomasoquismo por unos colores.

Por aquello del plus que reporta el goal average, el Córdoba lo tiene relativamente claro. Se salvaría en caso de ganar, y con el empate sólo se quedaría fuera si el Albacete, el Xerez, el Cádiz y el Alavés ganaran al mismo tiempo. Una carambola terrible. Asimismo, la derrota implicaría la necesidad de que se dieran al menos dos de los siguientes supuestos: que perdieran el Albacete y/o el Xerez y que no ganaran el Cádiz, el Alavés y/o el Racing de Ferrol. Por su parte, la Real Sociedad precisa los tres puntos para tener opciones de superar al Sporting o al Málaga; el combinado asturiano debería caer y el andaluz, no vencer.

Números y más números en el desenlace de un campeonato eterno. Han pasado casi diez meses desde que el Córdoba de Paco Jémez se estrenó en Vigo. Fue a finales de agosto. Ahora, con José González en el laboratorio, cabe decir que todo lo anterior constituye el aperitivo. Esta tarde se servirá, de una tacada, el primer plato, el segundo y el postre. Difícil digestión.

Hay que mantener lo que se consiguió en Huesca. Ésa es la consigna. Desaparecer del panorama profesional por la vía rápida sería un golpe muy duro en esta época de crisis global. ¿Quién se atrevería a cuadrar el próximo presupuesto? Por no hablar del mazazo a una afición que trata de despertar y hacerse mayor, pero dentro de la dignidad. En un escalón acorde al rango de la entidad. La ciudad asiste en silencio a la resolución de un curso que apuntaba alto y hay que sacar en junio, por los pelos, aunque sea estudiando la noche previa. Aquí no hay septiembre; el objetivo, paradójicamente, es repetir.

No obstante, el Córdoba debe hacer valer ese aval tan engañoso: depende de sí mismo. La ansiedad es para la Real Sociedad, sobre todo por los aires de grandeza del tal Iñaki Badiola. El presidente albiazul ha empeñado su patrimonio para luego recoger los dividendos en la elite. Y en ese afán, los rumores sobre maletines de ida y vuelta han sacudido la competición. Hoy, día de transistores y corazones en un puño, las primas serán como de la familia.

Por todo ello, a veces se nos olvida que esto es fútbol. En lo meramente deportivo, Juanma Lillo no cuenta con su pivote, Garitano, al tiempo que José González no se ha complicado la vida. Recupera a Pablo Ruiz, quien suplirá a Antonio en el eje de la zaga, ha vuelto a descartar a Juanlu y Dani, y no cuenta con Arthuro. La ausencia del pichichi será enmendada en el once por Julio Pineda. Otra opción es situar a Arteaga como mediapunta y tapar la banda con Cristian Álvarez. Y más allá, en el fondo del banquillo, aparece Javi Moreno, en su última oportunidad de enfundarse la camiseta blanquiverde.

No es el único símbolo de una etapa caduca. Porque el compromiso de hoy, más allá del resultado, supone el final de un ciclo. Rafael Campanero ha amenazado con marcharse, Emilio Vega tendrá que recomponer una plantilla que ha sufrido demasiado, José sólo se quedará si el equipo se mantiene… Múltiples interrogantes. Las respuestas empezarán a llegar hoy, cuando el sol se esconda y las sombras cubran la playa de La Concha. Por cierto, algún osado ha prometido bañarse si el Córdoba resiste. La causa lo merece.

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