Una de las escenas más recordadas de los Juegos de Londres 2012 es la Boris Johnson colgado en el aire de una cuerda, después de que se trabara la tirolesa en la que atravesaba el Victoria Park. La anécdota protagonizada por el ex alcalde de la ciudad, vestido de traje, con un casco azul, agitando una pequeña bandera británica y pidiendo una escalera para poder bajar, dio la vuelta al mundo.

Sin embargo, la ridícula situación no disminuyó la popularidad de Johnson, que sabía que el entusiasmo olímpico iba a jugar a su favor. Y la revista Time-Magazin lo consideró "el mayor ganador de los Juegos Olímpicos".

Cuatro años después, su popularidad ayudó a la decisión de los votantes británicos de sacar al Reino Unido de la Unión Europea y, tras el éxito del Brexit, se convirtió en el jefe de la diplomacia británica.

En Londres el recuerdo de los Juegos, cuya celebración cumple cuatro años, está muy presente. El parque olímpico Reina Elizabeth todavía tiene partes en construcción. Las enormes grúas se confunden con los esqueletos de los complejos de edificios. La University College de Londres pretende inaugurar allí en 2019 un campus para unos 3.000 estudiantes.

También en la vieja zona olímpica se está construyendo un anexo del museo Victoria y Alberto, así como otro del London College of Fashion.

A partir de esta temporada de la Liga Inglesa, el estadio Olímpico será la nueva casa del West Ham, que jugará allí sus partidos como local. Aunque podrá seguir siendo utilizado para el atletismo, las modificaciones que se le practicaron demandaron una inversión muy importante.

Y ello generó críticas, pues la mayor parte de los costes corrieron a cuenta de los contribuyentes. Pese a todo, el atletismo seguirá teniendo su espacio, más aún el próximo verano, cuando esas instalaciones alberguen los Mundiales. De una forma u otra, el espíritu olímpico no desaparece.