No importa si participa o no del juego, si juega acompañado o solo en punta, escorado o en el centro del ataque. David Villa siempre parece dar un punto más con la selección española de fútbol. Ese punto de ganas que le hizo indispensable en el sueño, que finalmente se hizo realidad, de ganar la Eurocopa.

El delantero fue protagonista de portadas y titulares de diarios y secciones deportivas en España, después de marcar en Murcia el tanto que dio a su equipo la victoria por 1-0 en su debut en la clasificación para el Mundial de fútbol de Suráfrica 2010 contra Bosnia-Herzegovina.

El atacante anotó su gol número 19 en 37 partidos internacionales en una jugada de genialidad, casi sin ángulo, después de haber errado un penalti en la primera mitad. Villa había realizado un partido flojo hasta ese momento, perdido entre la maraña de defensores bosnios, pero el delantero del Valencia es un hombre al que hay que mantener en el campo cuando viste la camiseta roja, haga lo que haga.

En la Eurocopa, la superestrella del Liverpool, Fernando Torres, siempre era la primera opción para irse al banquillo cuando el entonces seleccionador, Luis Aragonés, reforzaba las líneas de defensa o centro del campo.

Y sólo una lesión en las semifinales dejó al atacante valencianista fuera del equipo en la final de Viena, pese a lo cual terminó como máximo goleador del torneo con cuatro tantos.

En Murcia, con Torres lesionado, Villa se dedicó solo a ocupar la línea central del ataque español, donde ya nadie se atreve a discutir el rol de titular del delantero de 26 años. Para el nuevo seleccionador español, Vicente del Bosque, Villa es también inamovible. "Es de esos jugadores que deciden los partidos", dijo tras su debut victorioso.

Sin embargo, tanto al Mundial de 2006 como a la Eurocopa de junio, Villa llegó con el puesto en entredicho. No obstante, le bastó un partido para terminar con el absurdo debate. En Alemania, marcó dos de los cuatro goles con los que España debutó ante Ucrania, terminando con la preocupante sequía goleadora que le atenazaba a él y a la selección.

Muchos partidos con el Valencia y una posición escorada en un tridente atacante que no le favorecía eran los motivos que se esgrimían para justificar su falta de gol, pero Villa terminó con la polémica en cuanto la cosa se puso en serio.

Antes de la Eurocopa, el dibujo que mejor había funcionado a Aragonés entrañaba jugar con un sólo delantero y cinco centrocampistas. Y tras los más de 30 goles anotados por Torres con el Liverpool, nadie apostaba por Villa.

Pero Aragonés cambió de idea justo en el último momento, quizá después del magnífico gol que anotó en un amistoso previo contra Italia, campeona del mundo, y que significó el 1-0 para España.

El equipo jugaría con dos delanteros, y el del Valencia le dio la razón con un hat-trick en el primer partido contra Rusia. Fernando Torres y Villa volvían a ser la pareja de moda.

El delantero fue destino de los elogios de todo el mundo y se hizo imprescindible en el camino de España a su mayor éxito internacional en 44 años. "Tenemos la virtud de tener a un jugador como Villa, que de la nada te saca un gol", dijo durante el torneo Aragonés. El sábado volvió a hacerlo.

Además, Villa volverá a ser el referente en el choque ante Armenia del próximo miércoles en Albacete, aunque en esta ocasión se espera que los compañeros aporten en materia anotadora.