Córdoba | albacete · el otro partido

Suspensión, piedras y cargas

  • El gol del Albacete dio paso a una lluvia de botellas sobre el césped que obligó al tinerfeño Riverol a suspender el choque; después, una carga policial disolvió la improvisada concentración en la puerta 0

Y la rabia se transformó en cólera. Cuando el balón lanzado por Barkero se coló en la portería defendida por Valle, El Arcángel acabó por encenderse.

Sin remisión, decenas de botellas comenzaron a llover desde una grada incandescente. Inconsolable. El auxiliar, como un pelele, se dedicaba a dar saltos y esquivar como podía los plásticos.

Desde la preferencia el chaparrón era más intenso. Tanto que, asustado, Pérez Riverol convocó a su asistente para consensuar sobre la decisión a tomar. Quedaban dos minutos más de otra prolongación maldita. Suspendido.

El Arcángel, incluso minutos después, seguía siendo un clamor de cánticos. El césped, un sembrado artificial de todo tipo de elementos arrojadizos. Un desastre predecible e incontrolable.

Pero quedaba lo peor. La furia de los castigados aficionados se dirigió a la puerta cero. Allí, en medio de la confusión, alguno se empeñaba en castigar a los profesionales de Canal Castilla La Mancha mostrando su escasa capacidad de crítica y otros, los más exaltados, a recolectar piedras.

El nuevo chaparrón, ahora lítico, duró lo que tardó en llegar las fuerzas del orden público. Las lecheras hicieron su aparición con toda su contundencia. Las pertrechados policías, porra en mano, la emprendieron contra la improvisada manifestación. Coches y huesos eran golpeados con similar contundencia en pos de un rápido desalojo. Y fue efectivo, porque lo que se esperaba como una protesta larga y una tensa búsqueda de alguien a quien culpar de tanto infortunio (o lo que sea) pasó a ser una desbandada generalizada. Antes, durante e incluso después de los sucesos hubo quien los criticaba con dureza, otros que los comprendían y otros que, simplemente, no tenían la cabeza como para pensar.

¿Y ahora qué? El acta es clara dentro de lo farragoso de su lectura. En ella, Pérez Riverol explica que "tras la consecución del gol del Albacete (que el tinerfeño estima en el minuto 88, cosa que es imposible cuando ya habían mostrado el tiempo de descuento) comenzaron a ser lanzadas desde la tribuna un número aproximado de 40 botellas de plástico llenas de líquido, sin que ninguna de ellas alcanzara a ningunos de los participantes en el juego".

"En el mismo espacio de tiempo anteriormente reflejado - continúa el escrito- fueron lanzadas desde la preferencia un número apróximado de unas 4 botellas, teniendo por ello que abandonar el banquillo visitante sus componentes, introduciéndose todos ellos en el terreno de juego".

Tras explicar todos los múltiples lanzamientos, concluye que, debido a todo ello "decreté la suspensión del encuentro. Cuando nos dispusimos a abandonar el terreno de juego debido a lo reflejado, tuvimos que ser ser protegidos por la Fuerza del Orden Público con sus escudos, retirándose el Albacete Balompié corriendo del terreno de juego".

Y sigue: "En la entrada al túnel de vestuarios llegaron a impactar en los escudos protectores varias botellas de plástico, sin llegar a alcanzar a nadie, siendo además lanzados pipas y escupitajos que alcanzarón al asistente Nº2".

El Arcángel no está apercibido aún, por lo que no parece que vaya a ser cerrado. Cabe la duda de lo que ocurrirá con esos minutos por jugar. Lo más probable es que el Comité deje el resultado así y multe al club con una buena cantidad. Pero el Córdoba no es el Barcelona y, visto lo visto, ninguna confianza es buena.

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