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Suka acaba con los fantasmas

Cuando la directiva del Salsas Musa peleó durante un largo y tórrido verano por David Suka, apostando por el madrileño como jugador franquicia, era por cosas como la de ayer. El Sukasistema, el mismo que hace un par de semanas se estrelló en el último segundo contra el Torrevieja, explotó con una jugada que ofreció todas las virtudes de un jugador del que se esperaba más, que fuera más determinante, aunque con canastas como la de ayer empieza a nivelar la balanza.

Con el marcador igualado a 71, apenas 15 segundos para el final y todos los fantasmas de las últimas cuatro derrotas planeando por Vista Alegre, Suka agarró el balón consciente de que el Salsas Musa le fichó para que se jugara la última bola, ésa que tanto quema y de la que huyen los mediocres. El madrileño forzó, penetró, fintó y dio un paso atrás para hacerse el hueco justo. Su tiro botó en el aro y, coincidiendo con la bocina, acabó entrando para enterrar una serie de cuatro derrotas consecutivas que había hecho tambalearse los cimientos de un proyecto joven, ilusionante, pero necesariamente imperfecto.

Otro día se podrá elevar el nivel de exigencia, pero en la complicada situación que atraviesa el Salsas Musa, ganar ya es suficiente. Eso fue lo que hizo el equipo de Rafa Gomariz, sin más alardes, sacar adelante su agónico partido ante el Badajoz, un duelo marcado por el miedo de dos equipos con el agua al cuello. Tras cuatro derrotas consecutivas, el Ciudad sacó petróleo de un tostón, de 40 minutos soporíferos entre dos rivales atenazados por el pavor.

Sólo ese pánico puede explicar que el Salsas Musa estuviera a punto de tirar un pleito sentenciado en el cuarto periodo (59-45, min. 32), dando vida a uno de los peores equipos que han pasado por Vista Alegre. El Badajoz llegó a empatar (71-71), pero entonces apareció Suka. Menos mal.

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