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Ginebra se tiñe de rojo

  • Las aficiones de Portugal y Turquía abarrotaron las 30.000 plazas del estadio · Igualdad en número entre hinchadas

Las gradas del estadio de Ginebra se tiñeron de rojo, color distintivo de tanto de la afición de Portugal como de Turquía, si bien a los lusos se les distinguía por el verde que les acompaña, y a los otomanos con el blanco con el que cuenta su indumentaria.

Aunque la presencia portuguesa hacía días que se notaba en las calles de Ginebra y en toda la suiza francesa, donde viven la mayoría de los 180.000 portugueses que residen en Suiza, en la grada la igualdad numérica y apoyo a sus respectivos equipos fue máxima.

Los portugueses forman una comunidad discreta, muy unida y que, en general, mantiene el sueño de volver por lo que pocos piden la nacionalidad. Sólo el día del primer entrenamiento público de la selección lusa, 12.000 espectadores coparon el estadio de Neuchatel, más público que en cualquier partido de la Liga suiza.

A las puertas del estadio, varios grupos de niños coreaban el nombre de Portugal, aunque entre ellos se hablaban en francés, la lengua mayoritaria en Ginebra. En el campo había pocos menores, la gran mayoría adultos ataviados con todo prendas rojo y verdes.

Sin embargo, la sorpresa de los primeros reporteros que salieron al campo fue ver la mitad del estadio teñido con medias lunas blancas. Muchos de los aficionados turcos se desplazaron desde Basilea y Zúrich, donde viven la mayoría de residentes de esa nacionalidad en Suiza. Éstos tuvieron el apoyo de centenares de compatriotas que vinieron en avión: en total ocho aeronaves llegaron desde Ankara repletas de aficionados turcos.

Fueron menos que los portugueses. Una docena de aviones partieron de Lisboa rumbo a Ginebra para apoyar a su selección en su estreno en la Eurocopa, el segundo partido del Grupo A, que Portugal comparte con Turquía, República Checa y uno de los dos anfitriones, Suiza.

El campo, repleto en sus 30.000 localidades, era de fiesta una hora antes que comenzara el partido. Ambas selecciones trajeron a un animador. Ambos hablaban al mismo tiempo. A ambos apenas se les podía entender, con sus dos voces superpuestas y el ruido de fondo de dos hinchadas que no necesitaban ayuda de nadie para gritar sin parar.

La gran fiesta del fútbol que reside en los fervientes hinchas de cada país ha asaltado a Austria y Suiza. Durante este mes, el color de la naciones inundará el Europeo.

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