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Felipe Reyes: El último desafío

  • El ala pívot, campeón del mundo y de Europa, busca en Londres la medalla de oro que complete una carrera de leyenda · A sus 32 años y tras 11 de internacional, el jugador del Real Madrid sopesa su adiós a la selección

No es una estrella, los focos nunca se detienen sobre él, pero Felipe Reyes (16 de marzo 1980) es una de esas figuras sin las que sería imposible entender la mejor época en la historia del baloncesto español. El pívot cordobés del Real Madrid representa el triunfo del esfuerzo, del trabajo al servicio del colectivo, el sacrificio para el lucimiento de los mejores. Y así volverá a ser en Londres, donde el menor de los hermanos Reyes buscará el único éxito que le falta, la medalla de oro olímpica para redondear una carrera de leyenda.

Porque Felipe es parte de esa generación del 80 a la que pertenecen Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, José Manuel Calderón, Berni Rodríguez, Carlos Cabezas o Raúl López, los chicos que se proclamaron campeones de Europa júnior en Varna 1998 y que se tiñeron de oro en el Mundial de Lisboa 1999. Su salto a la selección absoluta era cuestión de tiempo, y tras el paso intermedio de los Juegos de Sidney 2000 comenzó el desembarco en el Eurobásket de Turquía 2001. Antes, en la fase de preparación, Felipe debutó de la mano de Javier Imbroda el 17 de agosto en un España-Israel disputado en Algeciras, en el primero de una serie de más de 180 partidos como internacional que han ido labrando una carrera memorable. Allí, en Estambul, España se colgó un bronce que sólo fue el inicio de una historia mágica.

Sin faltar nunca, disponible siempre, Reyes se ha colado en el top 10 de jugadores con más internacionalidades como protagonista de todos los éxitos de la generación de oro del baloncesto español. El cordobés estuvo presente en ese oro del Mundial de Saitama 2006, donde todos (y mucho más él) tuvieron que ser Pau en la final ante Grecia; en la plata de los Juegos de Pekín 2008, donde dio un recital de juego y pundonor en la final ante Estados Unidos, la más mágica que jamás han visto unos Juegos Olímpicos; y también en los dos títulos continentales de Polonia 2009 y Lituania 2011, rompiendo una de las últimas fronteras que le faltaba a nuestro baloncesto. Por el camino quedaron las dos platas en los Eurobásket de Suecia 2003 y Madrid 2007, muescas que ahora parecen menores en una carrera fantástica.

Su papel con la selección fue paralelo a su evolución en las filas del Estudiantes (1998-2004) y del Real Madrid, del que es capitán y símbolo. Con la camiseta blanca ha tenido el protagonismo que siempre cedió en la selección, donde se sabe un elemento complementario al servicio del talento interior de los hermanos Gasol e Ibaka. Por ejemplo, este año ha jugado 46 partidos en la ACB, entre fase regular y play off, una cifra que sólo alcanzó en la temporada 06-07. Entonces, partía en casi todos los partidos (31 de 46) en el cinco inicial, pero este año Pablo Laso lo ha utilizado siempre desde el banquillo. Da igual. Reyes, humilde y trabajador, sigue creciéndose en la cancha y pocos jugadores pueden hacerle sombra. Al final, suele ser el que acaba tirando del carro y seguramente volverá a hacerlo en Londres.

En la capital inglesa, Sergio Scariolo volverá a pedirle su lucha, su capacidad para estar siempre en el sitio justo para capturar ese rebote imposible, ese tirito de cinco metros cada vez más desarrollado, pero sobre todo, su liderazgo en la cancha y en el vestuario.

Porque como ya adelantó el propio Felipe en la revista Gigantes, "puede que éste sea mi último verano con la selección". "Bueno, lo que tengo claro es que el verano que viene seguro que voy a descansar, porque ya son muchos veranos y voy cumpliendo años", matiza el cordobés asumiendo que no estará en el Eurobásket de Eslovenia 2013, "pero todavía tengo que pensar en lo otro". "Había decidido dejar la selección, pero mis compaleros me dicen que no lo deje, que tengo que seguir... ya veremos", reconoce Felipe, miembro de una generación de estrellas que disfruta cada verano juntándose para jugar por España. "Es verdad que llega un momento en el que tienes que parar y dar paso a otras generaciones, pero ya veremos", apunta dejando una puerta abierta para su continuidad en el Mundial de 2014.

Ante ese escenario, el oro de Londres sería la rúbrica a una historia que merece un final feliz. Sería la entrada directa en la leyenda, la décima medalla (sólo Juan Carlos Navarro le igualaría) de una carrera vinculada al éxito y labrada a base de sudor y sacrificio. Cuando en esa hipotética final ante Estados Unidos en el Basketball Arena Lebron James, Carmelo Anthony o Kevin Love tropiecen en la zona contra Reyes, sabrán lo que es pelear contra un gigante, contra un chico criado en Madrid pero al que su familia siempre quiso recordar que nació en Córdoba.

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