Ciclismo l Tour de Francia

Cavendish repite y aburre

  • El británico se adjudica su cuarto triunfo al sprint, mina un poco más la moral del resto de velocistas y deja claro que no tiene rival en estas llegadas · La general, sin cambios tras otra etapa de transición

Mark Cavendish (Columbia) confirmó su monopolio del sprint al igualar con su cuarto triunfo de etapa su marca de la edición anterior, en una jornada de transición que mantuvo al italiano Rinaldo Nocentini con el maillot amarillo.

El esprínter británico, que recuperó el maillot verde de los puntos, se mostró imperial al sprint, una vez más sin rival, implacable a la hora de aplicar su punta de velocidad para culminar el perfecto trabajo de su equipo en la preparación de la llegada. El chico de la Isla de Man ha terminado por quemar la moral de cualquiera de sus rivales, impotentes frente a su exhibición de fuerza y poderío.

Y eso que la recta de llegada picaba esta vez en alto. Da igual, no hay obstáculo para Cavendish, aunque en esta ocasión le costó un golpe más de riñón alzar los brazos en la meta que en las tres victorias anteriores. Superó al estadounidense Tyler Farrar (Garmin), segundo, y al bielorruso Yahudeni Hutarovich (Francaise), tercero, mientras que Óscar Freire, cuarto, se volvió otra tarde al hotel con la miel en los labios.

Los favoritos, bien gracias. También están disfrutando de una semana fantástica. El lunes descanso, el martes huelga y el miércoles, paseo. Lo mismo llegan nuevos a los Alpes. La general, por tanto, no sufrió alteración.

La carrera se lanzó en la pequeña localidad de Vatan, cuya pronunciación sirve para mandar por ahí a cualquiera. De ahí, precisamente, que los habitantes de este idílico lugar estén licenciados en sentido del humor. Tienen el primer Museo del circo de Francia. Y allí llegaron por primera vez en la historia los 170 artistas del Tour, esta vez con auriculares, el día después de una excelsa representación circense en la fiesta nacional del 14 de julio.

En el menú, un perfil llano y dos cotas de cuarta categoría para una etapa de las llamadas de transición. El recorrido, bueno para un sprint; el paisaje, agradable, salpicado de lagos, castillos, campos de cereal seco y bosques. Nada mejor para una fantástica excursión.

Después de un comienzo nervioso, trufado de caídas, una pasarela que cruza la carretera se vino abajo en el kilómetro 14. Susto enorme que obligó a dar una segunda salida. Superado el incidente saltaron del grupo dos voluntarios para marcar el ritmo y evitar la siesta en el pelotón: un pívot belga, techo del pelotón de nombre Johan Van Summerem (Lotto), de 1,97 metros, y el veterano, y sin embargo debutante polaco de 33 años, Marcin Sapa (Lampre).

Ambos lograron una ventaja de cuatro minutos en el kilómetro 73 que proporcionaba solidez a su fuga y alivio para Contador, Armstrong y el resto de sus muchachos del Astana. Los de Bruyneel se aprovecharon un día más del trabajo de sus equipos gregarios, llámense el AG2R del líder Nocentini, empeñado en lucir el amarillo al menos un par de días más, y el Columbia del insaciable Cavendish, quien anda peleado con la afición local. El día del traslado a Limoges no le gustó el retraso del avión y en la sala de embarque criticó la eficacia de los franceses. Alguien le oyó y a partir de ahora es improbable que haga amigos en este país.

La renta de los fugados disminuía a medida que se acercaba la meta, y a falta de 42 kilómetros la ventaja apenas era de dos minutos. Misión imposible para el belga y el polaco, rebasados sin piedad por el pelotón a cinco kilómetros del sueño dorado. La guardia pretoriana del Columbia es tan implacable como su brazo ejecutor cuando impone su tren. La llegada fue un calco de las anteriores. Si acaso, por mor de una ligera elevación de la carretera en los metros finales, un poco más emocionante. El americano Farrar saltó desde atrás como un cohete. Llegó a superar por unos centímetros a Cavendish, pero el británico demostró que es el rey indiscutible del sprint en los tiempos actuales. El sucesor de Cipollini

En Saint Fargeau nada nuevo bajo el sol. Una localidad de 1.800 habitantes con un museo del sonido que tiene una sala en memoria de la célebre cantante francesa Edith Piaf, la de Rien de rien. Su tema que puede aplicarse perfectamente a los últimos días. Nada de nada. Y pocos ven La vida en rosa. Ni Contador.

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