Ya son 100
Con el del sábado ante el Castellón, Yordi acumula ya un centenar de goles entre todos los partidos disputados en Primera y Segunda
Yordi apenas resopló el sábado. Le faltó darle el beso del verdugo a la pelota. Ella ya se sabía condenada a entrar en la portería. A hacer vibrar la red de Carlos Sánchez y, como daño colateral, a hacer retumbar un estadio entero. Luego, pese a la importancia de obrar el gol de la victoria, pese a saberse conocedor de que ese triunfo valía mucho más que tres puntos, Yordi apenas exteriorizó su alegría más allá de lo normal. Era el último minuto de un partido más en su larga carrera. Una muesca más en su revólver. Fue, el del sábado, el gol número 100 de Yordi como delantero entre Primera, Segunda y Premier League.
El metro ochenta y dos del ariete ha evolucionado mucho en quince años de carrera. Desde que comenzara a despuntar en la cantera del Sevilla gracias su privilegiada y precoz fortaleza.
Ahora, Yordigol es un delantero más experimentado. Más sereno. Ha aprendido a convivir con la presión de ser referencia y, por eso, a veces parece incluso abúlico en sus movimientos sobre el césped. Nada más lejos de la realidad. Ha sumado, además, el don de la oportunidad al del oportunismo (eso se le presupone a un ariete). Siempre aparece cuando más se le requiere. El año pasado su Xerez parecía condenado a descender a falta de un tercio de competición. Yordi apareció al rescate para anotar goles tan importantes en lo anímico (y en lo clasificatorio) como el que significó el triunfo ante el Cádiz. El equipo azulino remontó el vuelo y certificó su permanencia tras vencer al Elche en Chapín. El 1-0 final lo metió, por supuesto, él.
Esta temporada recaló en Córdoba después de haber despertado el interés de múltiples compañeros de categoría -incluso dicen que el Betis se interesó por su contratación-.
Sus comienzos en el club blanquiverde estuvieron marcados por una inoportuna rotura muscular en el gemelo izquierdo sufrida el 29 de agosto. El 19 de octubre (jornada octava) se estrenó en partido oficial (perdiendo su equipo 1-0 en Ipurua). Cantó por primera vez un gol sólo seis días después. Sentenció la victoria ante el Tenerife de penalti.
Desde entonces ha alternado titularidad con suplencia. Altas y bajas. Y cuatro goles más. El segundo del año lo logró ante el Celta, en un portentoso remate de cabeza que no sirvió nada más que para dignificar el 3-4 final.
Su tercero, el mejor, llegó gracias a un disparo automático desde el punto de penalti a un centro de Asen. Era el que consolidaba la victoria frente al Alavés.
El cuarto fue ante el Sevilla Atlético, en un compromiso agridulce para el futbolista. Marcó y luego fue expulsado por la peor acción (la más impropia de un hombre con su experiencia) que haya cometido desde que fichase por el Córdoba. La sanción posterior le impidió jugar ante su ex equipo en el derbi andaluz.
96, 97, 98, 99... y 100. Pocos futbolistas pueden presumir de semejante cosecha de tantos. En septiembre, a pesar de su lesión, prometió marcar entre 15 y 20 goles. Parecía una quimera. Entonces.
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