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Armas que agitan las almas

Si convenimos -aunque es materia muy opinable- que, como aseguran algunos prebostes de la teoría deportiva, la defensa es un noventa por ciento de voluntad y un diez de talento, mientras que los términos porcentuales se invierten si hablamos de ataque, resulta fácil comprender que los temblores en el cordobesismo por la ausencia de Arteaga alcancen varios grados en la escala Richter.

Durante toda la semana se han sucedido los análisis, comentarios y augurios -la mayoría de corte francamente tenebroso- a propósito de la papeleta que se le presenta al Córdoba sin su habilidoso extremo en el campo. ¿Qué vamos a hacer?, se preguntan los aficionados que han presenciado, en vivo y en directo, la explosión -resurrección más bien- de este zurdo clónico del desvergonzado Sin Chan tanto en su apariencia física como en su interpretación del juego. Si Jorge Valdano dijo de Romario que era un futbolista de dibujos animados, el sevillano es un graffitero del césped. Nadie sabe por dónde va a dibujar la jugada, pero todos tienen la certeza de que el resultado final será impactante. Y además le queda más cuerda que al controvertido delantero brasileño, que aún anda por ahí tratando de cumplir sus dos titánicos desafíos: batir los récords goleadores de Pelé y encontrar un crecepelo que no le dé positivo en los controles antidopaje.

A quien no le importa lo más mínimo la despoblación capilar de su testa es a Bruno Gelsi, un goleador -así les llaman en Suramérica- de la pelota naranja, posiblemente el jugador de baloncesto más conocido hoy día en Córdoba, donde los asuntos de la canasta dejaron de importar al grueso de los aficionados el día que el club de la ciudad -por entonces el único-, el Cajasur, se despeñó hacia el infierno de las ligas abisales.

Arteaga y Gelsi han estado en el centro de los focos durante la semana por su condición de primera opción ofensiva de sus equipos, el Córdoba y el Cajasur, los dos estandartes del deporte en la capital, dos clásicos que empiezan a ver la luz después de escalar en el panorama nacional con una fidelidad absoluta a su esencia: en el fútbol, ascendiendo con todo en contra; en el baloncesto, saltándose divisiones por la vía de los despachos. Algunos aseguran que, sin ellos, sus equipos no son casi nada. Habrá que verlo.

De momento, el Cajasur ya confirmó, para deleite de su parroquia y alivio del entrenador, Nacho Criado, que puede sacar adelante encuentros cruciales sin que su estrella se comporte como tal: los granates se apuntaron el derbi frente al Salsas Musa y Gelsi estuvo inusualmente improductivo. Solamente nueve puntos de 88.

En el Córdoba, la pregunta adquiere mayor trascendencia y cierto ribete dramático: Arteaga ni siquiera tendrá la oportunidad de perpetrar una mala tarde. No puede estar hoy en Jerez. Se le espera para principios del 2008. Mientras tanto, Paco Jémez tendrá que agitar la coctelera para buscar nuevas soluciones.

arteaga: líder varado

Cuando abandonó entre vítores El Arcángel ante el Elche, exhausto y magullado, no sabía aún que estaba jugando su último partido del año, aunque quizá lo sospechase. Su lesión es un motivo suficiente para quitar el sueño a más de uno, aunque lo cortés en estos casos es decir que no pasa nada y que hay otros preparados para que no se note la falta. De Arteaga dicen las estadísticas que es un elemento capital en la faceta ofensiva del Córdoba: marca goles, los facilita, provoca faltas, alborota cualquier retaguardia con su creatividad y saca de quicio a sus marcadores. Al Córdoba le sobreviene este desgraciado contratiempo en un momento delicado, una encrucijada inquietante provocada por una más de las paradojas sobre las que se construye la historia del Córdoba. El equipo pasa por ser uno de los más ofensivos de la categoría y a Paco se le ha llegado a discutir su exceso de valentía para ir a buscar los partidos con dibujos tácticos suicidas, 4-2-3-1 que pasan a 4-4-2 descarados con bandas ofensivas y mediapuntas colándose como balas. Pues resulta que es el equipo que más empata en todo el mapa del fútbol profesional.

gelsi: el heredero

Un calvo de la Patagonia con un tatuaje del Che Guevara en un hombro y una enfermiza obsesión por ganar se ha transformado en el revolucionario que necesitaba un equipo que quiere dejar de ser un perdedor nato. El Cajasur ha encontrado en el argentino Bruno Gelsi al heredero de esos tipos peculiares que encandilaron con la granate: escoltas de físico peculiar que vivían de tirar y tirar. El gordo Cabezas -sí, el padre del Golden Boy Carlos, internacional del Unicaja- en los 80, el pistolero Koke Rama en los 90, Joe Alonso en la transición de siglo... Y ahora Gelsi, un héroe que llega de Neuquén, el sur del sur.

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