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Argentina, en vilo

  • El país se paraliza hasta el 24 de noviembre ante la final de la Copa Libertadores entre Boca y River

Boca y River. O River y Boca. Nada más importa hasta el 24 de noviembre en Argentina, un país en vilo por los dos superclásicos que dirimirán la final de la Copa Libertadores. Tan poderoso será el choque entre los dos más grandes del fútbol argentino que el clamor generalizado es que reine la paz y la armonía, y se realicen controles cardiológicos quienes ya se sienten al borde del infarto.

Los de Boca suelen decir que son "la mitad más uno" de la hinchada argentina, pero los de River no se quedan atrás, en una grieta mucho más antigua que la marcada división política entre kirchneristas y antikirchneristas.

Ajena a todo lo demás, la Argentina se paralizó cuando River protagonizó una remontada de visitante y eliminó al actual campeón, Gremio de Porto Alegre, y aquel sueño improbable de un superclásico inédito en la final de la Libertadores se volvió realidad un día después con el pase de Boca. Pero como todo en este país sudamericano siempre es complejo y rompe todos los moldes, River fue durante varios días un finalista en las sombras, hasta que la Conmebol resolvió la reclamación de Gremio por el comportamiento de Marcelo Gallardo. Y durante dos días todo se paralizó a la espera de la decisión en Paraguay.

Ni la profunda crisis económica, ni la cotización del dólar, ni el desempleo ni la decimocuarta subida del precio del combustible en un año pudieron desplazar ya a River y Boca de la primera plana. Todo genera preocupación, claro, pero lo que manda es el choque entre los archirrivales.

Y todo se convirtió en una gigante polémica en Argentina: desde la presencia de hinchas visitantes, las fechas y hasta quién televisará los partidos.

Todo está dado para que Argentina baile al ritmo del balón en esta final con signos de culebrón, en la que está en juego "la gloria absoluta", según admitió el técnico de River. "¿Sabés lo que son tres semanas de no dormir? Es mucho eh... Es una locura. El que pierde va a tardar 20 años en recuperarse", vaticinó Mauricio Macri, presidente del país y confeso hincha de Boca, el club que presidió durante 12 años antes de saltar a la política.

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