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Añoranza de un fútbol competido

  • Los números, las sensaciones, los discursos de los rivales y la historia coinciden en que el Barcelona será el campeón Nadie fue capaz de enjugar una desventaja de 9 puntos

"El Barça es superior, la Liga no tiene emoción". Esas palabras no corresponden a un tuit de un aficionado culé. Salieron de los labios del hombre que lleva las riendas del perseguidor. De Simeone, todo un tipo con carácter, de los que rara vez se rinde. El llamado a liderar esa persecución del Barcelona, el Madrid de Mourinho, también se ha rendido a la evidencia, aunque por su orgullo propio y por la dignidad del escudo que representa, el portugués no lo dijera tan claro cuando su equipo, tras tropezar con el Espanyol en el Bernabéu, podía situarse a 13 puntos de desventaja de su gran enemigo, como así fue un par de horas más tarde con el 4-1 en el Camp Nou: "La Liga me parece prácticamente imposible, pero el Madrid exige pelear hasta el final".

Ganar 15 partidos de 16 y empatar el otro es para postrarse, pero no para vibrar y disfrutar con la emoción. No hay emoción porque no hay rivales. Y, por tanto, no hay competencia. El Atlético podría haber reactivado esa emoción y Falcao, con su potente zancada ante Puyol y su calidad excelsa en el golpeo picado ante Víctor Valdés, parecía devolver la vida a la Liga. Pero no. En el Barcelona, cualquier doméstico, el jugador número 15 ó 16 de la plantilla, te suelta una genialidad como la que soltó Adriano con su pierna menos buena, la izquierda. En el Barcelona, cualquier inhabitual del área contraria la pisa y muestra una sangre fría más propia de Butragueño o Romario, como evidenció Sergio Busquets en el 2-1. Y luego está Messi, el que juega fuera de concurso. Él solito lleva más goles que 16 equipos de Primera. El Málaga, que es cuarto de la tabla, suma los mismos tantos que La Pulga, 25. Y sólo Real Madrid (39) y Atlético (36) lucen un registro goleador superior al del ganador de los tres últimos Balones de Oro, que marcha directo hacia su cuarto impulsado por su sideral producción: 90 tantos en un año natural...

Muchísimo tiene que ver Messi en que la media goleadora de su equipo sea de 3,3 goles por partido en esta Liga. A ver quién resiste ese ritmo. Sólo lo hubiera aguantado el Madrid de Mourinho con su nivel de la pasada campaña. Entonces hablaríamos de competencia. Entre dos colosos que pisotean a 18 parias, sí, pero al menos perviviría la emoción. Y la emoción es la sangre del deporte. ¿Se imaginan a un tenista que gane los cuatro torneos de Grand Slam sin ceder un set? ¿O a un equipo de baloncesto que gane todos sus partidos por 20 puntos al descanso? ¿O a una escudería cuyos bólidos saquen un segundo por vuelta a su más inmediato perseguidor? Eso, o algo similar, es lo que pasa hoy con la Liga. Curiosamente, en campeonatos de un nivel parecido al español también se está produciendo una fractura similar. Se están escapando Bayern, Manchester United y Juventus. Pero en ningún caso la superioridad es tan insultante como la de aquí.

Jamás levantó nadie una desventaja de 9 puntos con respecto al líder en la historia de la Liga. Para que eso pueda ocurrir, el Barça, de momento, tiene que dejarse por el camino al menos esa cifra. Y hay que tener en cuenta que ha dejado de ganar ¡2 puntos! desde que el campeonato echó a andar en agosto, y que es posible que esa cifra se mantenga en el salto a 2013 (le queda visitar al Valladolid) y en el salto a la segunda vuelta (además del viaje a Pucela, le queda al líder recibir a Espanyol y desplazarse a Málaga).

La pésima organización del fútbol español, entregado además a los caprichos de las plataformas televisivas (ese ente que manda, porque procura más del 50% de los presupuestos de los clubes), está echando a la gente de los estadios, entre precios elevadísimos, horarios de crápulas... y lo más grave de todo: la muerte de la emoción.

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