De libros

Nunca se ve la misma película

  • El granadino Jesús Lens vuelve a combinar su saber cinematográfico con su experiencia nómada en un libro de viajes que fluye como un río, tal como hizo en 'Cineasta blanco...'

El capitán Willard (Martin Sheen) y el jefe Phillips (Albert Hall) navegan por el río Nung al encuentro del coronel Kurtz.

El capitán Willard (Martin Sheen) y el jefe Phillips (Albert Hall) navegan por el río Nung al encuentro del coronel Kurtz.

Para comprender el libro, consideren tres observaciones.

El río es el hito geográfico metafórico por excelencia. De los demás, como las montañas, claro que brotan las metáforas. Churchill legó para las crónicas la palabra cumbre, como definición de encuentro de líderes al más alto nivel. Pero el río, por la observación de Heráclito, es ese caudal permanente de agua que, sin embargo, siempre pasa, es imposible bañarse dos veces. La cita del filósofo griego es más compleja, de hecho ni siquiera se refería a eso, pero Platón que estableció una referencia incomprensible de Heráclito el Oscuro sobre el río para proclamar que es el cambio lo que hace al mundo.

El río es frontera infranqueable, punto de encuentro, fuente de abundancia, circuito de codicia y camino.

No es extrañar que con esos mimbres el río haya sido uno de los objetos de los creadores; en especial, de los escritores, pero también de los cineastas.

La segunda observación es que, lejos de cualquier artificio literario, el río es el piñón de la naturaleza, la almendra de todo paisaje.

Y la tercera es el autor: Jesús Lens, un granadino de 1970 que es sobre todo un entusiasta. Un amante de la naturaleza, un viajero vital, un tipo que es capaz de oír las vibraciones de una sierra, de una llanura y de un río.

Lens es un cinéfilo, y aunando las tres observaciones ha escrito un libro llamado Ríos de celuloide, editado por Almed. Aunque el subtítulo explica que el texto es un viaje por los ríos cinematográficos de todo el mundo, lo que es cierto, cabe decir, o eso al menos es lo que me parece, que este libros es, sobre todo, un libro de viajes, donde el autor casa su pasión por lo natural con el objeto cinematográfico de tantas y tan buenas películas.

A Jesús Lens ya le conocíamos por una publicación anterior en Almed, Cineasta blanco, corazón negro, que es el mismo motivo, pero desarrollado en África y todo lo que el continente ha dado de sí para el cine. Lens no es un cinéfilo de butaca, que también, sino un pateador y corredor de ríos y montañas, de modo que sabe de lo que escribe. De ambos asuntos, del agua y del celuloide.

A quien entienda la naturaleza sabrá comprender las breves observaciones que Lens realiza sobre algunos de los ríos de su vida. El nacimiento del río Castril en un invierno de abundantes lluvias es como un secreto desvelado a borbotones. Y es una decepción subir y subir a un monte para llegar a un bonito lago en los Pirineos y descubrir que el remanso es fruto de una presa, por pequeña que sea, y no por un impedimento natural rocoso. Al lago San Mauricio del parque nacional de Aigüestortes le pasa eso: espectacular, pero con truco.

Jesús Lens conoce, porque ha estado en ellos, esos otros ríos de fuera de la Península que pertenecen al sueño de los viajeros: el Eúfratres, los Nilos, el delta del Okavango, aunque coincide con muchos otros viajeros en que el Yukón es, al menos en este siglo XXI, el extremo final de lo indómito, aunque la historia que narra sobre el río alaskeño es realmente ridícula. Trágica, pero patética en su doble sentido.

A partir de sus experiencias, de su sensibilidad y del conocimiento cinematográfico, Jesús Lens propone un libro que fluye de río en río y de película en película. Apocalypse Now, de Coppola, puede ser uno de los diez mejores filmes de todos los tiempos, de una lista imaginaria donde también estaría alguno de los Padrinos del mismo director. Póngale el número que deseen.

Al general Kurtz tiene que ir a buscarle el capitán Willard -"yo quería una misión, y por mis pecados me dieron una"- y con varios pirados más se embarcan en una odisea que no tiene el Mediterráneo como paisaje, sino ese caudal caluroso y húmedo del Vietnam. Lens, y son este tipo de observaciones lo que enriquecen el relato, cuenta como el viaje de Homero marca los episodios, las sirenas son las chicas del Play Boy y el Cíclope, aquel mando zumbao que les hace surfear en medio de balaseras y bombardeos.

Llama la atención el comentario sobre La isla mínima, la película de Alberto Rodríguez que da para tantas lecturas como visionados. Hay que verla más, porque no había caído en ello hasta que Lens estableció el paralelismo entre las muertes de niñas en la marisma del Guadalquivir con la de Laura Palmer en Twin Peaks.

Uno de los últimos paisajes referidos por el escritor en su libro es Doñana, esa soledad africana que empapan los ríos desparramados en busca de Guadalquivir. Otro buen documental de celuloide, de Joaquín Gutiérrez Acha, narrado por Estrella Morente. Dan ganas de dejar el sofá para ir a verlo. De verdad.

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