Opinión

Francisco Andrés Gallardo

Tres series que retrataron un contexto

LA última aparición de Ana Diosdado ante los espectadores fue hace dos años en el programa de Telecinco Hay una cosa que te quiero decir, con Jorge Javier Vázquez. La autora y actriz recibió el cariño de algunos de sus compañeros de Anillos de oro, que en 2013 cumplía 30 años de su estreno en la Primera Cadena. Para los menores de esa edad, una ficción semanal que tratara sobre el divorcio con un dramatismo shakesperiano era como si le hablaran del Siglo de Oro. Era el fugaz Siglo de Oro de TVE y Anillos de oro, sin ser una gran serie, gozó de un músculo de guión impropio para aquellas fechas, con algunas apariciones valiosas (como la de José María Rodero) y una realización cinematográfica que a veces era muy pretenciosa. Anillos de oro contaba cosas que hasta entonces eran propias de series norteamericanas y se decían cosas (en especial palabras de la calle) que no habían sonado nunca en la televisión del monopolio. Ana Diosdado dibujaba la calle, aunque el retrato le salía algo movido porque aparecía en antena con cierto retraso, como sí detectó con más claridad en la posterior Segunda enseñanza, que en 1986 presentaba un instituto asturiano donde los mayores (a veces, muy mayores) tenían más protagonismo que los jóvenes rebeldes con algo de causa. Un error de enfoque. Aun así, de aquella serie surgieron nombres como Javier Bardem, Maribel Verdú o Amparo Larrañaga. En esta ficción Juan Diego hacía de pareja ideal de la protagonista, la propia autora, que en la ficción de los abogados de familia era Imanol Arias. El productor de ambas, Pedro Masó, fichó a Arias para la primera serie española protagonizada por un gitano, el comisario Flores, Brigada central (1989). Masó mantuvo el timón sin los guiones de Diosdado, pero sin llegar a la popularidad de sus series más familiares.

La fallecida autora tuvo una primera inmersión televisiva que le dio cierta popularidad con unos mimbres que en esta época hubiera dado para una telenovela eterna. Juan y Manuela apareció en las tardes de 1974 y era una comedia romántica algo incómoda y que apuntaba las maneras que, ya sin la censura, pudo abordar Diosdado en sus trabajos posteriores en la escena y en la televisión. Ella era Manuela y Juan, Jaime Blanch, actual jefe de El ministerio del Tiempo. Un tiempo que la versátil actriz se tomaba con tiento y detalle. Por el camino se quedaron al menos un par de guiones de series que no vieron la luz, como el de una jueza de la actualidad, aunque ya sería a estas alturas una actualidad de otro tiempo.

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