Plegaria en el asedio | Crítica

La ratonera de Sarajevo

  • Ovcina ha tardado dos décadas en escribir su novela sobre el cerco a Sarajevo y, más concretamente, sobre el influjo que tuvo en el barrio limítrofe de Grbavica

El autor bosnio Damir Ovcina (Sarajevo, 1973).

El autor bosnio Damir Ovcina (Sarajevo, 1973). / D. S.

El asedio de Sarajevo dio lugar a varios libros e imágenes de sobra conocidos. Recordemos las crónicas de Alfonso Armada (Sarajevo), el vibrante opúsculo de Arturo Pérez-Reverte (Territorio comanche) o los propios Cuadernos de Sarajevo de Juan Goytisolo. Entre otras imágenes (las dos matanzas en el Markale o el bingo de la muerte por la Avenida de los Francotiradores), el haz de luz que en la fotografía de Gervasio Sánchez atraviesa la destruida Biblioteca de Sarajevo se convirtió, sin duda, en el más poético icono contra la barbarie.

Más desconocidas resultan otras aproximaciones al Sarajevo de antes, durante y después de la guerra. De ahí el primer Emir Kusturica de ¿Te acuerdas de Dolly Bell? (1981), la psicoterrorífica novela Siete miedos de Selvedin Avdic, el documental Good Night Sarajevo (basado en el locutor de radio Boban Minic), la cinta dedicada al malogrado baloncestista Mirza Delibasic (Soothing for Mirza), el trabajo del propio Gervasio Sánchez en torno a los niños que fotografió durante el asedio (Álbum de posguerra) o, por último, la película de denuncia titulada Grbavica, de la directora Jasmila Zbanic, la cual nos pone en hilo directo con Plegaria del asedio, la monumental y desnuda novela del autor bosnio Damir Ovcina (Sarajevo, 1973), que es de quien nos ocupamos ahora.

La guerra en Ucrania está eclipsando los 30 años que justo ahora se cumplen del inicio de la guerra en Bosnia-Herzegovina. Ovcina ha tardado dos décadas en escribir su novela, basada en el cerco a Sarajevo por parte de la cañonería serbo-bosnia y, más concretamente, en el influjo que tuvo sobre el barrio limítrofe de Grbavica, que marcó el frente de guerra en la capital y en el que quedó atrapado, por pura mala suerte, el protagonista del libro. Se trata de un chaval de 17 años, bosnio musulmán, quien será reclutado a la fuerza por los serbios de Grbavica para servir en un batallón de esclavos destinado a enterrar muertos. Autobiografía y documentación enfermiza, sin margen al error, dan forma ética y estética al libro.

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro. / D. S.

De cerca la guerra, cuando se la ausculta con la asepsia debida, debe ser algo muy parecido a lo que nos relata Ovcina. La sangrienta ratonera de Sarajevo es descrita con radical desnudez. Se impone un martilleo de frases cortas, donde no hay lirismo, igual que no hay recreación en el patetismo, ni loas prefabricadas a las víctimas ni vituperios a los verdugos. Hay, por tanto, una voluntad de estilo en el autor y un afán por alcanzar la verdad literaria a través de una ética de la renuncia. Por eso, decíamos, el autor se dio su tiempo para escribir su primer libro (en Bosnia ha publicado una segunda novela basada en el mismo protagonista de Plegaria en el asedio, pero veinte años mayor).

El director Ademir Kenovic hará una película de la novela. Sugiere con tino el balcanólogo Miguel Roán que Plegaria en el asedio está escrita como si la hubiera concebido el Dogme’95 de Lars Von Trier y Thomas Vinterberg y como si El hijo de Saúl, la turbadora película de Lázslo Nemes, la pudiéramos leer en vez de ver.

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