Niños aparte | Crítica

Niñas incluidas

  • Julieta Valero se estrena en narrativa con dos mujeres que se aman y hacen cargo de sus hijos y de las niñas que ellas fueron

La escritora Julieta Valero (Madrid, 1971).

La escritora Julieta Valero (Madrid, 1971). / D. S.

El encuentro con otra persona, el misterio de que despierte nuestra atención, su cuerpo y gesto, el intercambio de palabras más o menos convencionales a la puerta del cole de los niños, el deseo que desordena y, con suerte, de ello surge un nuevo orden en el que la palabra encuentro ahora significa cosa más honda y cierta, y que en su superficie implica incorporar a los hijos y conciliar trabajos y cuidados… Todo esto, que es mastodóntico y a su vez cabe en la vida pequeña, conlleva un movimiento tectónico entre dos mundos con historias, heridas, corazas y cargas de esas que no cuentan en la declaración de la renta (la madre que superprotegió, el hermano que pierde pie…). Mientras tanto, la vida en superficie, su mecanismo aparentemente intrascendente –el curro, llevar al cole a las criaturas…–, ha de proseguir como si nada. He aquí el panorama de Niños aparte, la primera novela de la poeta Julieta Valero (Madrid, 1971), que publica Caballo de Troya.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

Destaco que Valero es poeta porque se nota, y se celebra. Es una estupenda noticia para la literatura actual de este país que poetas –Manuel Vilas, Elena Medel, Juan Manuel Gil, María Sánchez, Valero…– desembarquen en orillas narrativas; el dominio de las artes del lenguaje, de las imágenes y lo simbólico, del lirismo y, por tanto de la capacidad para dosificarlo, aportan cuerpo y dimensión a los textos. En Niños aparte hay prosa enérgica, cortante a veces, imágenes potentes, la mirada de niño y de adulta, voz interior, diálogos, descripción de escenas, escritura diarística, materiales externos (las declaraciones reales de los testigos en las sentencias por genocidio en Guatemala aquí incluidas me hicieron pasar alguna mala noche), el discurso febril del deseo, humor del duro, fragmentos, relatos oníricos, últimos años del franquismo, pandemia... Valero propone un juego de tiempos, lugares, personas del verbo, miradas, tonos y estilos, en un todo abierto, trazado a propósito sin tiralíneas ni afán de completitud. Niños aparte se presenta como un todo orgánico, con más intención de fluir y entender que de organizar y exponer con estricta racionalidad. Aquí es donde tiene sentido añadir que se trata, en fondo y forma, de una novela valiente.

Niños aparte, la historia del encuentro de Belén y Elena, dos mujeres con hijos que se desean, aman y unen sus vidas, brota a la puerta del colegio, ese territorio y momento liminar que media entre la vida adulta y la infancia de sus criaturas. Niños aparte incluye a las niñas que ellas fueron y que, indóciles, siguen operando por lo bajo en la adultez. Sin ella, sin la niña o niño que seguimos siendo, sin prestar atención a sus heridas, miedos y ganas de jugar, sin todo aquello de lo que estamos hechos y nos marca, es imposible avanzar. El deseo entre las dos mujeres todo lo desordena. O quizá esté mejor dicho que todo lo recompone, pues desarma el mundo hasta tocar hueso y abrazar a la niña e integrarla en la mujer hecha y derecha.

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