El mapa fantasma | Crítica

El origen de la epidemia

  • Steven Johnson narra en 'El mapa fantasma' el terrible brote de cólera que sufrió Londres en 1854 y cómo dos inesperados héroes, un cura y un médico, sentaron las bases que todavía hoy determinan la epidemiología

El mapa de John Snow que revolucionó la manera de enfrentarse al control de las epidemias.

El mapa de John Snow que revolucionó la manera de enfrentarse al control de las epidemias. / D. S.

Ha recuperado la editorial Capitán Swing, coincidiendo con la pandemia, El mapa fantasma, del científico y divulgador Steven Johnson. Una obra en la que su autor realiza un exhaustivo recorrido por la epidemia de cólera que padeció Londres a mediados del siglo XIX y que nos sirve para reflexionar y entender mejor la situación actual.

El mapa fantasma arranca con una panorámica tan precisa como desgarradora –y a ratos escatológica– del Londres bullicioso de 1854. "Recolectores de huesos, traperos, buscadores de materias puras, dragadores, hurgadores del barro, cazadores de las cloacas", enumera Johnson. Tal vez la gran urbe del mundo, en ese momento: epicentro del comercio internacional gracias a todas sus colonias, capital económica en expansión. Y, por tanto, el gran reclamo para todos aquellos que buscan fortuna y ascender en su estatus social.

Londres crece cada día, pero no lo hacen a la misma velocidad, ni remotamente, los servicios públicos más esenciales para atender semejante incremento demográfico. Como suele suceder en este tipo de coyunturas, la sociedad se polariza, construyendo en gran medida dos ciudades, que se retroalimentan aunque se sitúen en los polos opuestos: por una parte, el Londres de las grandes finanzas, la riqueza y la alta burguesía, y por otra la "comunidad de al menos cien mil personas" que subsiste gracias a todo aquello que desecha la primera, por medio de lo que podríamos denominar reciclaje primario (o salvaje).

Un crecimiento desaforado y descontrolado, la ausencia de servicios públicos y una mínima salubridad y una elevadísima densidad poblacional fueron las puertas abiertas que se encontró el cólera, en el verano de 1854, para colarse sin dificultad en el Soho londinense. Aunque la ciudad había padecido varias pandemias con anterioridad, nunca fue azotada por una con semejante velocidad y tasa de mortalidad. "Londres estaba a punto de asistir a una batalla, más aterradora si cabe, entre humanos y microbios. Su impacto se convirtió en el más mortífero sufrido en la historia de la ciudad", escribe Johnson.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

En menos de un día, muchas familias contemplaron impotentes cómo sus miembros fallecían. Se estima que murieron 500 personas en las primeras 24 horas, casi 800 una semana después. Dos hombres, desde posturas muy diferentes inicialmente, John Snow y Henry Whitehead, se enfrentan a la enfermedad casi en solitario, apartados de las teorías imperantes en el momento.

A partir de estos elementos, se vale el autor para escribir El mapa fantasma, una obra que se apoya en diferentes géneros, el ensayo, la novela o la biografía, para reconstruir un hecho que, con el paso del tiempo, ha cobrado especial significado. No sólo en las circunstancias actuales, también en el pasado, en todas las pandemias que han tenido lugar y que, tras este caso, se han tratado desde una sola perspectiva: la científica. Henry Whitehead es un sacerdote de la Iglesia de Inglaterra que mantiene una excelente relación con muchas familias del Soho, donde se encuentra la parroquia de San Lucas, de la que es responsable. John Snow es un médico anestesista, con una amplia formación y gran reputación, hasta el punto de atender a la reina Victoria en uno de sus partos. En 1848 comienza a interesarse por el cólera y no tarda en adquirir notables conocimientos acerca de su origen, propagación y tratamiento.

En un principio, Whitehead se apoya en las tesis tradicionales y no duda en adjudicar el origen de la epidemia al olor, o mejor hedor, insoportable y constante, que padece toda la zona, que amplificó el aumento de la temperatura (la epidemia sucedió en agosto). Sin embargo, observador como es, repara en que la enfermedad se extiende con mayor rapidez en las plantas bajas y que familias más numerosas –que habitan los pisos superiores– no padecen la enfermedad con tanta intensidad. Snow llega al mismo punto que Whitehead, pero valiéndose de unos mapas –trazados a partir de los contagios– que comienzan y finalizan en el mismo lugar: el surtidor de agua de Broad Street. El encuentro de Whitehead y Snow establece una alianza, para nada premeditada, casual en este histórico caso, entre la demografía y la epidemiología, que vienen a ser, desde entonces, los elementos fundamentales a los que acude la ciencia para atajar cualquier epidemia.

Caricatura del médico John Snow con el tristemente célebre surtidor de agua de Broad Street, un foco de contagio que multiplicó el alcance del brote de cólera en aquel agosto de 1854. Caricatura del médico John Snow con el tristemente célebre surtidor de agua de Broad Street, un foco de contagio que multiplicó el alcance del brote de cólera en aquel agosto de 1854.

Caricatura del médico John Snow con el tristemente célebre surtidor de agua de Broad Street, un foco de contagio que multiplicó el alcance del brote de cólera en aquel agosto de 1854. / D. S.

El mapa fantasma nos muestra, además, el nacimiento de las grandes urbes, la atracción que las ciudades han ejercido siempre. El éxodo rural hacia el mundo urbano está muy presente en la obra. Johnson reitera, a lo largo del texto, y muy especialmente en sus páginas finales, la importancia de las estrategias demográficas, como un fenómeno que se ha de estudiar y gestionar, ya que la ausencia de acciones correctoras, como sucedió en el Londres de 1854, nos pueden deparar terribles consecuencias. Johnson insiste en la idea de que las ciudades padecerán con mayor virulencia las pandemias, pero serán, al mismo tiempo, las que ofrecerán las respuestas más adecuadas para evitarlas en el futuro.

Indudablemente, se trata de una apasionante historia que Steven Johnson ha sabido narrar con gran acierto, al conseguir equilibrar el rigor documental, la explicación científica y el relato, frecuentemente con hechuras y atmósfera de relato dickensiano. Una lectura que va más allá de lo actual, aunque en este momento pueda explicar buena parte de lo que nos está sucediendo.

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