Libros de 2019 | Especial Navidad

Identidad e imagen

  • González Troyano resume en su espléndido ensayo 'La cara oscura de la imagen de Andalucía' el proceso histórico y cultural según el cual se forma o se decanta la identidad de un territorio 

González Troyano, a las puertas de las antiguas Cortes de Cádiz

González Troyano, a las puertas de las antiguas Cortes de Cádiz

A primeros de año se publicó este ensayo del profesor González Troyano, cuya brevedad, cuya precisión, es sólo comparable a su importancia. Importancia que reside en la claridad con que se explican los mecanismos históricos, sociales, estéticos y de todo orden que coadyuvan a la formulación de uno de las más fascinantes espejismos del mundo contemporáneo: el espejismo de lo genuino, de lo puro, de lo intocado, cuya virginalidad atraviesa los siglos a salvo de escorias. Esta idea, cuasi-religiosa -no hay civilización sin nostalgia de un Jardín de las Hespérides-, se halla al fondo de buena parte de la estética occidental, desde la segunda mitad del XVIII a nuestros días. Pero también se halla, como bien saben los atribulados celtíberos, en el subsuelo mental de una ideología, formulada en torno a la caída, la culpa y la redención, cual es el nacionalismo.

La cara oscura de la imagen de Andalucía es, por tanto, un recorrido minucioso y exacto, escrito con altísima prosa, sobre la decantación y la posterior modulación de esa imagen de lo andaluz, que tanto éxito tuvo en el XIX europeo. Una imagen que se sueña, que se postula, que se entiende como inalterable -nada tan necesario a las incertidumbres humanas como este asomo de perennidad-, pero que ha ido adaptándose, lógicamente, conforme se alteraba la historia de los hombres. Es así como asistimos, desde aquellos primeros esbozos del pintoresquismo ilustrado, a un engrosamiento de lo distintivo y de lo propio, que culmina hoy con el uso frívolo e intensivo que la industria del turismo hace de nuestros lugares comunes. Es decir, que aquella inquietud ultramundana, bañada por la Naturaleza, se ha monetizado como un producto más, gracias a una sociedad altamente homogénea que, a un tiempo, origina y explota dicho fenómeno.

Un fenómeno, según se recuerda aquí, hijo de la industrialización y de la urbe, netamente burgués, pero que hallará lo genuino en la pintura de Zuloaga, en la carnalidad de Carmen o en un bandolerismo inocuo.

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