Espejo de Claramonte

El naturalista melancólico

  • Luis Miguel Rufino publica 'Espejo de Claramonte', una novela negra ambientada en Sevilla y en la que se combinan cono éxito los temas capitales del hombre: el amor, la envidia, la desmesura, la avaricia, la melancolía y el crimen  

Imagen del escritor Luis MIguel Rufino

Imagen del escritor Luis MIguel Rufino

El escritor de novela negra, sobre un fondo de verosimilitud aflictiva, suele añadir cierto alcance poético con el que prestigiar "el hilo rojo del asesinato" que Holmes adivinaba bajo el laberinto sucio e inextricable de la ciudad de Londres. Esa misma lírica del infortunio, barajada con precisión y administrada con tasa, es la que aplica Luis Miguel Rufino a este Espejo de Claramonte, cuya trama, según nos recuerda el autor, se inspira en un crimen, de cierta notoriedad, que ocurrió en Barcelona en 2008, y que Rufino ha traspolado a la Sevilla contemporánea.

La función del escritor policial no es la de otorgar sentido a los indicos, sino la de revelar la opacidad del mundo

A es respecto, cabría aducir que Sevilla está ya "demasiado escrita". Lo cual quizá sea válido para los gozos y misterios románticos, muy conocidos, pero no para la ciudad que aquí se ofrece como mero escenario. Antes que Rufino, podríamos citar a Luis Manuel Ruiz y Robert Wilson como autores que aplicaron la horma del noir a Sevilla. Y es desde esta perspectiva como advertimos, en Espejo de Claramonte, las necesarias convenciones del género: una ciudad, un crimen, las pasiones que promueve o alienta el anonimato urbano. También la inteligencia policial que desentraña, no sin escepticismo, un enigma en cuyo centro se halla la muerte. En este caso, la muerte de una mujer hermosa en circunstancias comprometidas. Podríamos decir, pues, que el investigador -el inspector Galera que protagoniza estas páginas- se comporta como un naturalista melancólico, que expone los datos con claridad, pero se muestra reacio a comprender la oscuridad que implican. En tal sentido, la función del escritor de novela policial no es tanto la de otorgar un sentido a los indicios, cuanto la de revelar la opacidad con que la realidad se ofrece.

La diferencia entre la clásica novela policial y el género negro contemporáneo radica en ese preciso conocimiento: la posibilidad de que el crimen permanezca opaco a nuestros ojos. Es ese carácter esencial el que Rufino expone con pericia ante el lector. No sólo cuanto el investigador es capaz de reconstruir; sino cuanto yace mudo, ilegible y fuera de su alcance.

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