Dios, patria y fútbol | Crítica

Balones y bombas

  • 'Dios, patria y muerte', un espléndido ensayo del italiano Diego Mariottini, analiza hasta qué punto el uso del furor de los ultras del fútbol fue un factor no precisamente anecdótico en la sangrienta quiebra de Yugoslavia en los años 90

La célebre patada que el croata Boban le dio a un policía en el duelo del 13 de mayo de 1990 entre el Dínamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado, un incidente que presagió la catástrofe que se avecinaba en la zona.

La célebre patada que el croata Boban le dio a un policía en el duelo del 13 de mayo de 1990 entre el Dínamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado, un incidente que presagió la catástrofe que se avecinaba en la zona. / D. S.

Desde la adolescencia más pardilla aprendimos que existía una región mestiza, los Balcanes occidentales, situados en una quebrada de culturas, montañas y ríos briosos. Bosnios, croatas, serbios y albanokosovares se entremataron con brutalidad entre 1992 y 1999. Los eslovenos sólo padecieron la llamada Guerra de los Diez Días, entre junio y julio de 1991.

La etnia, el nacionalismo y la seña religiosa fueron los motivos que desmembraron a la vieja Yugoslavia diseñada por Tito a partir de 1945. Este libro de Diego Mariottini demuestra que el fútbol también contribuyó a la matanza o, al menos, a revestirla con su estética del enardecimiento y la furia ultra. Ni que decir tiene que no se habla aquí de fútbol como tal, sino del uso abyecto que se hizo de este fantástico deporte.

Los temibles ultras del Dínamo de Zagreb, los Bad Blue Boys. Los temibles ultras del Dínamo de Zagreb, los Bad Blue Boys.

Los temibles ultras del Dínamo de Zagreb, los Bad Blue Boys. / D. S.

El hilo conductor del libro lo recorre la rocambolesca figura del serbio Zeljko Raznatovic, alias Arkan (1952-2000). De un simple brochazo diremos que Arkan, al paso de los años, hará las veces de rebelde, hampón, ladrón de postín, asesino, sicario a sueldo de los servicios secretos, jefe ultra del Estrella Roja de Belgrado, paramilitar, político, empresario y filántropo. De todas sus facetas, el libro lo resalta como mafioso del fútbol y como creador de la temible milicia de los Tigres.

En las guerras de Croacia y Bosnia (1992-1995), sus paramilitares dejaron su cruenta huella sobre 28 regiones. Entre otros frentes, intervinieron en la conquista de Vukovar (noviembre de 1991) y posterior limpieza étnica de croatas en Eslavonia (anteriormente, en esta zona de la Krajina los croatas católicos habían practicado la caza al serbio, como recordaría el gran jugador Sinisa Mihajlovic, actual entrenador del Bolonia). En el Derbi Eterno de 1992 entre el Partizán de Belgrado y el Estrella Roja, los Delije (Héroes) del Estrella Roja mostraron con orgullo las arrancadas señales de tráfico de ciudades croatas que habían caído en manos del ejército serbio y de los propios Tigres de Arkan. Sus odiados rivales del Partizán, los Grobari (Enterradores), aplaudieron la acción (de hecho muchos ultras del Partizán acabaron enrolándose en la milicia nacida en las gradas de su rival).

Arkan posando durante la guerra de los Balcanes con sus paramilitares serbios: los Tigres de Arkan. Arkan posando durante la guerra de los Balcanes con sus paramilitares serbios: los Tigres de Arkan.

Arkan posando durante la guerra de los Balcanes con sus paramilitares serbios: los Tigres de Arkan. / D. S.

Primero desde Bijeljma, en 1992, y después en Srebrenica (2 y 3 de julio de 1995), los paramilitares de Arkan, junto con las tropas del general Mladic, harán su triunfal y macabra entrada en la ciudad bosnia, hoy reconocida penosamente por el genocidio cometido contra los bosnios musulmanes (véase la reciente película Quo vadis, Aida?). Meses antes, en febrero, Arkan se había esposado con la célebre y neumática estrella del turbo-folk yugoslavo, Svetlana Velickovic, más conocida como Ceca. Se casaron en la iglesia del Arcángel Gabriel de Belgrado. Arkan lució un lustroso uniforme de general montenegrino de la Primera Guerra Mundial. La agraciada, por su parte, mostró un vestido de seda inspirado en Lo que el viento se llevó y que un periódico local definió como "blanco cocaína". La guerra continuaba con su salvajismo, pero Belgrado se convirtió, gracias al enlace, en una Disneyland balcánica. Era la misma urbe que se había transformado en capital de los homicidios y la delincuencia en estos años (“Es como si un vendaval de muerte hubiera entrado en la ciudad”, señalaba en 1993 la revista Politika).

Hechos como éste forman parte del sinfín datos y excentricidades a lo Emir Kusturica que recoge el libro de Mariottini. Al borde de la guerra en Kosovo (que propiciará el controvertido –y para algunos criminal– bombardeo de la OTAN sobre Serbia sin mandato de la ONU), Arkan comprará en 1996 su propio club de fútbol: el FK Obilic, un viejo equipo secundario de Belgrado. Debe su nombre a un antiguo noble serbio, Milos Obilic, quien dio muerte al sultán otomano Murat I haciéndose pasar, según el folclore local, por un traidor balcánico. Ocurrió en la batalla de Kosovo Polje de 1389, una fecha mítica y una catástrofe celestial para los serbios que, sin embargo, los ha elevado a la categoría de patria mítica, sacrificada e irredenta (otra suerte de pueblo elegido).

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

El FK Obilic, campeón de liga serbio en 1998, jugará increíblemente dos rondas preliminares de la Liga de Campeones. Tras el asesinato de Arkan, ocurrido en 2000 justo el día de Año Nuevo ortodoxo, su mujer Ceca llevará las riendas del FK Obilic (años más tarde será condenada por la fiscalía por apaños en la venta de jugadores).

Más allá de las esencias históricas del Estrella Roja y del Partizán, descubriremos el origen y posterior devenir de los croatas del Hajduk Split (el primer equipo europeo que contó con aficionados organizados: la Torcida Split) y del Dínamo de Zagreb (sus terribles ultras Bad Blue Boys, los manejos sobre el equipo del presidente, carnicero y nepote Franco Tudjman, al fin y al cabo un nostálgico del régimen filonazi de los ustachas de 1941 a 1945).

Irónicamente, la sangrienta quiebra de Yugoslavia a inicios de los 90 coincidirá con la edad de oro de su deporte en fútbol (Estrella Roja campeón de Europa), tenis (aquellos gemidos de Mónica Seles) y baloncesto (campeones del mundo y de Europa). Increíble pero cierto.

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