Literatura

Las Conversaciones de Formentor recuerdan al editor Roberto Calasso

  • Una mesa redonda celebra la "gran aportación a la biblioteca europea", al mando del sello Adelphi, del autor italiano.

  • Jorge Herralde y Antoine Gallimard participan en el encuentro.

Un momento de la charla que acogió el Hotel Barceló Renacimiento, con Michi Strausfeld en la pantalla.

Un momento de la charla que acogió el Hotel Barceló Renacimiento, con Michi Strausfeld en la pantalla. / Cati Cladera

Cuenta Basilio Baltasar, director de la Fundación Formentor, que sopesaban desde hace unos meses dedicar una de las Conversaciones literarias que promueven –y que este año se celebran en Sevilla, donde se ha entregado el Premio Formentor a César Aira al asunto de la edición. Esa charla sería la oportunidad, además, para presentar con "solemnidad y entusiasmo" el Comité de Honor de la fundación, que reuniría a tres figuras del calibre de Roberto Calasso, Antoine Gallimard y Jorge Herralde. Pero el pasado julio Calasso falleció, y lo que iba a ser un debate sobre la materia se ha convertido en un sentido tributo al autor de Las bodas de Cadmo y Harmonía o El rosa Tiepolo, que también fue un gigante de la edición con su trabajo en el sello Adelphi. El encuentro analizó así su "gran aportación a la biblioteca europea" y su visión de la literatura como "una forma de sacerdocio, de mantener el fuego sagrado transmitido por sus semejantes".

Como apunta el crítico Jordi Gracia, que en su libro Los papeles de Herralde pudo "meter las narices, las manos, en los archivos de Anagrama" y que se desplazó a Sevilla también para asistir a esta mesa redonda, Herralde mantuvo una "rara hermandad, una extraña sintonía con otros protagonistas del mundo cultural europeo. Y una de esas fraternidades tácitas se dio de forma evidente con Calasso". Ambos, lo recordaba más tarde Herralde, se conocieron "jovencísimos", cuando eran unos "novatos" aún en el sector, a principios de los 70 en la Feria de Frankfurt, y desde entonces, "a lo largo de 50 años", tuvieron "una fantástica y divertida relación". Mientras divulgaba la obra del italiano en España, Herralde pudo observar la evolución de su amigo al mando de Adelphi, una labor que resumió en dos trazos: "Destacaría su interés por recuperar a autores olvidados y su intuición para reclutar a otros que serían Premios Nobel, una capacidad que irritaría notablemente a otros editores italianos. Hablamos de escritores poco evidentes, que suponían una apuesta y que recibían el Nobel de forma inesperada, como esta semana se ha demostrado que le gusta hacer a la Academia sueca".

Su dominio de los idiomas –hablaba el francés, el inglés, el español, el alemán y el griego– ayudó a su grandeza como editor. La germana afincada en Barcelona Michi Strausfeld sostiene que esa condición políglota de Calasso acabó favoreciendo a los lectores españoles. "Entre los editores de aquí falta gente que hable alemán, normalmente es un idioma que se les escapa. De modo que muchos autores pasaban antes por Adelphi antes de llegar a este lado del continente. Ése fue el caso de Robert Walser", señala esta especialista definida como "una de las principales embajadoras de la literatura hispanoamericana".

Calasso concebía la literatura como “una forma de mantener vivo el fuego sagrado”

Roberto Calasso (Florencia, 1941-Milán, 2021). Roberto Calasso (Florencia, 1941-Milán, 2021).

Roberto Calasso (Florencia, 1941-Milán, 2021). / Efe

Para el venezolano Gustavo Guerrero, vinculado a Gallimard, el Calasso escritor y el Calasso editor "formaban una sola persona", y a ambas vertientes se entregaba con "una voluntad y una exigencia análogas". Guerrero rememora la sorpresa que generaba su pasión por "dos universos tan alejados como la mitología clásica de Grecia y de India, y la Ilustración, el Romanticismo y el momento contemporáneo. Parecía como si fuesen contiguos gracias a las luces de su erudición y su espíritu lúdico". Con su propia obra y las colecciones y los títulos que promovió, el florentino reivindicó, concluye Guerrero, "el valor de la literatura como una forma específica de conocimiento que no se confunde con ninguna otra".

Ahondando en las duplicidades de esa figura inconmensurable, Antoine Gallimard, por su parte, definió a Calasso como "un contador y un pensador; sin querer hacer un juego de palabras, diría que es alguien que edita y medita". Si un joven lector le preguntara qué debe leer de la producción del italiano, el francés se decanta por dos de sus creaciones, Las bodas de Cadmo y Harmonía, "ejemplo admirable de cómo abordar la mitología griega", y La Folie Baudelaire, "su último gran libro". Pese a la "emoción y la tristeza" que provoca la pérdida del autor, Gallimard habló de una "alegría. Nos quedan cuatro obras de él por publicar", anunció.

Como editor, el homenajeado siempre "se mantenía muy cerca de los libros que publicaba", prosigue Gallimard, "y redactaba cada contraportada. Pensaba, como tantos maestros suyos, que Dios estaba en los detalles. Concebía el trabajo como una forma de sacerdocio", dice sobre un autor que fue reconocido con el Premio Formentor en 2016 y que ayer, de forma simbólica, se reencontró con este prestigioso galardón.

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