Stanislaw Lem | 'Provocación'

Pura entropía

  • Impedimenta completa la edición integral de la Biblioteca del Siglo XXI de Stanislaw Lem con ‘Provocación’, una corrosiva afirmación de los principios filosóficos y estéticos del autor polaco

El escritor polaco Stanislaw Lem (Lvov, 1921 – Cracovia, 2006).

El escritor polaco Stanislaw Lem (Lvov, 1921 – Cracovia, 2006). / D. S.

Después de Vacío perfecto (publicado originalmente en 1971), Magnitud imaginaria (1973) y Golem XIV (1981), la editorial Impedimenta culmina ahora la publicación de la conocida como Biblioteca del Siglo XXI de Stanislaw Lem (Lvov, 1921 – Cracovia, 2006) con Provocación (1982), servido con la nueva y flamante traducción de Abel Murcia y Katarzyna Moloniewicz. Como en Vacío perfecto y Magnitud imaginaria, Lem escribe aquí sobre libros que nunca fueron escritos y autores que nunca existieron; sólo que, en lugar de optar por la reseña crítica o el prólogo, aquí decide abordar ensayos más complejos, lo que le permite exponer sus ideas con un mayor desarrollo y con menos ataduras. La edición de Impedimenta contiene los dos ensayos incluidos originalmente en Provocación (dedicados respectivamente a los dos volúmenes que componen El Genocidio, escrito originalmente en alemán por Horst Aspernicus; y a One human minute, de J. y S. Johnson), además de otros dos incluidos bajo el sencillo epígrafe Biblioteca del Siglo XXI y titulados respectivamente The world as holocaust y Weapon systems of the Twenty First Century or The upside-down evolution (en 2005, el sello Funambulista publicó una primera edición en castellano de Provocación que incluía sólo los dos primeros ensayos). Conviene apuntar, aunque no sea necesario a estas alturas, que la Biblioteca del Siglo XXI constituye una aventura intelectual que pone la imaginación al servicio del más riguroso análisis histórico y sociopolítico, lo que entraña una irrupción singular en la historia del pensamiento desde Montaigne; la irrupción, eso sí, se quedó en una isla que ningún autor posterior prolongó y por la que ningún otro, salvo sus (no demasiados) lectores, se sintió aludido. Al menos, y por más que la posteridad le tuviera reservado su previsible trono en el panteón de los escritores de ciencia-ficción, Lem logró reivindicarse en cierto modo como pensador, un envite que tampoco terminó de cuajar con la publicación de la Suma Technologiae en 1964. El Lem de 1982 era, de hecho, un autor dispuesto a abandonar de una vez la ciencia-ficción, que tantas decepciones le había procurado (especialmente desde que la Asociación Americana de Escritores del género decidiera retirarle en 1976 su condición de miembro honorario tras unas escandalosas declaraciones en las que Lem aborrecía de la ciencia-ficción estadounidense con la excepción de Philip K. Dick), para abrazar con entrega exclusiva la literatura ensayística. Semejante determinación no llegó a cristalizar: paradójicamente, Fiasco, la novela de ciencia-ficción que Lem publicó en 1986, y que expande en más de un sentido las ideas contenidas en Provocación, puede considerarse por derecho una de las imprescindibles de su autor. En esta permanente ósmosis entre ficción y pensamiento, lo cierto es que Lem encontró oportunidades estéticas e intelectuales a la imaginación de las que, justo es reconocerlo, ningún otro autor se ha percatado jamás. Por eso, la recuperación y actualización de la Biblioteca del Siglo XXI, en plena crisis de la imaginación como recurso creativo y en pleno debate sobre la ficción como frontera narrativa entre géneros, resulta esclarecedora.

En sus comentarios a Aspernicus, Lem firma un ensayo insólito sobre el nazismo

Portada de 'Provocación'. Portada de 'Provocación'.

Portada de 'Provocación'. / Impedimenta

En cuanto a Provocación, si el título advierte del ánimo polemista de la obra, el contenido no defrauda en absoluto. En sus comentarios a Der Völkermord (El Genocidio) de Aspernicus, autor polaco en una maniobra bien cargada de intenciones ya en la invención del apellido, Lem firma uno de los ensayos más insólitos, atrevidos, disonantes y corrosivos sobre el nazismo. Aspernicus parte de la percepción general del Holocausto como acontecimiento inexplicable y terrible que parte en dos la historia de Europa para advertir que, por una parte, los nazis podían haber dado cumplimiento a sus primeros objetivos (fundamentalmente, el genocidio) sin recurrir al crimen ni una sola vez; y, por otra, que esta opción premeditada, consciente y entusiasta por el crimen no representa un caso aparte en la misma historia de Europa, ni una instancia sobrevenida, ni una tragedia inesperada, sino una consecuencia lógica y previsible del rumbo de los acontecimientos: “Nos encontramos ante un proceso secular de alienación de la muerte en una cultura orientada al hedonismo, al perfeccionismo y al pragmatismo”; un proceso, advierte Aspernicus, “que está produciendo metástasis, ya que se ha extendido también a la legislación internacional”. En este contexto, no hay nada excepcional en el Holocausto por más que la percepción general del episodio necesite asimilarlo como un caso único, algo que no sucedió antes ni volverá a suceder después. Aspernicus incluso critica a Hannah Arendt porque su idea de la banalidad del mal favorece la interpretación del mismo como excepción, cuando el mal es la norma. Lo real.

Por más que todo este argumentario parezca situarse a años luz de la ciencia-ficción, Provocación condensa a la perfección la idea central de toda la obra de Stanislaw Lem, según la cual el hombre no puede conocer la realidad tal cual es por más que viva en la permanente ensoñación de que el conocimiento que posee es real. La naturaleza entrópica de la realidad inspira la confianza en los sistemas de significados que la razón genera, pero la realidad es muy distinta de estos sistemas. Con una audacia única, Lem delata las pequeñas taras de la percepción que demuestran la influencia de la entropía, como en los comentarios a One human minute, un libro que aspira a contar todo lo que sucede durante un minuto concreto de la historia de la humanidad; o en las notas a The world as holocaust, donde la vida queda definida por su extinción. Un triunfo, sí, de la imaginación.

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