'Pop' | Libros

Rufus Wainwright ya no suena igual

  • Zuri Negrín publica con Pre-Textos 'Pop', un poemario que parte de referencias como Jeff Koons o Britney Spears para preguntarse sobre el arte, la vida y nuestro modo de relacionarnos

El periodista, poeta y diseñador Zuri Negrín (Santa Cruz de Tenerife, 1984).

El periodista, poeta y diseñador Zuri Negrín (Santa Cruz de Tenerife, 1984). / Pedro Martins

"Yo fui muy fan de Rufus Wainwright. / El de los dos Want, / el que se metía cristal hasta perder la noción / de la realidad y el presente, / el que componía como si fuera de otro mundo / y al que te estremecía escuchar. / Pero se casó y tuvo una hija y dejó las drogas / y ahora, ay ahora, ya no es igual", lamenta el canario Zuri Negrín en Qué es el arte, un fragmento de Pop, un libro lúcido y sorprendente con el que este periodista y diseñador debuta en la poesía. Un volumen publicado por Pre-Textos que se pregunta entre otras cuestiones por los misterios de la creación. Por qué la genialidad es a menudo amiga de los narcóticos o proclive al suicidio, por ejemplo. O qué hay de auténtico en un escaparate donde lo que prima parece ser la extravagancia y la provocación, como ocurre en el poema Pesadillas, donde una serie de artistas –Jeff Koons, González Iñárritu, Lady Gaga o Damien Hirst, entre otros– alumbran ideas disparatadas que pese a su excentricidad generarán a sus autores escandalosos beneficios.

"En ese poema mezclé elementos reales con otros episodios imposibles, y en todos los casos los protagonistas acaban revisando sus ingresos, acaban ganando dinero", señala Negrín, que escribió algunos textos de su libro en una visita a la Bienal de Venecia y que sin embargo no limita su mirada al arte a denunciar los excesos del mercado. "Me pregunto qué tiene una obra para que conmueva a otra persona, y cómo esa pieza, ya sea un libro o una escultura, inspira al mismo tiempo a otro creador. Hay algo enigmático en todo ese proceso, algo casi espiritual que te conecta con una parte del universo, algo demasiado poderoso para que sepa definirlo", comenta el autor.

Precisamente por la pasión con la que vive la cultura, Negrín ha ido ampliando los horizontes en su trayectoria: este diseñador gráfico ligado al mundo editorial –ha firmado cubiertas para sellos como Espasa, Nevsky o El Gaviero– dirigió durante un lustro la revista Koult y, desde hace meses, está volcado en la composición musical. "Fui y seré tantas cosas como pueda", se justifica en los versos finales de Pop, línea que remata con una conclusión dichosa: "Fui (soy) feliz". Esa diversidad de inquietudes "se debe a mi forma de ser. Si algo me gusta me tienta acceder a ello, lanzarme a la piscina y ver qué surge", analiza. "La música, por ejemplo, siempre me ha atraído, pero hasta ahora no me atreví con ella. Cuando preparaba este libro sabía que iba a llegar el momento de presentarlo en público, y pensé que ahí había una oportunidad y me puse con mis pequeñas nociones del pasado. Supongo que si eres creativo no te importa tanto el lenguaje que uses como que des rienda suelta a esas ganas de crear", expone.

"Me intriga qué tiene una obra de arte para conmover a otra persona. Hay algo casi espiritual en la creación"

En las primeras páginas de Pop, Negrín desmonta las ideas preconcebidas con las que los lectores pueden acercarse a su obra: lo que por su título promete ser un libro liviano y encantador arranca con el retrato de un apocalipsis, una catástrofe que también termina con otro giro de guión, descarta el fatalismo y apuesta por seguir "manteniendo la esperanza". El poeta se rebela así contra "ese altavoz por el que los medios y los políticos nos insisten en que todo está peor que nunca, que el mundo se va a acabar. Hay que proponer otra actitud, como hago también en el poema Ansiedades contemporáneas, en el que describo que a menudo nos preocupamos por cosas que escapan a nuestro control".

Pop, no obstante, hace inventario de las canciones del verano, dedica guiños a Rosalía, C. Tangana y La Casa Azul y una oración a la "santísima Britney / que estás en Las Vegas", pero a menudo la música amable se encauza hasta una inesperada gravedad, como ocurre en Terror occidental, una dolorosa elegía ambientada en el atentado que sufrió Manchester durante un concierto de Ariana Grande, o en Europe’s living a celebration, que toma la canción que interpretó la granadina Rosa en Eurovisión para definir la deriva de una Europa "donde cada vez se da menos una idea de convivencia, donde la extrema derecha extiende el miedo y el rechazo al otro y todos exigen lo suyo. Europa ya no es, tristemente, una celebración. No era consciente del todo cuando escribía, pero en este libro hay mucho análisis de la actualidad. Todas esas crisis que nos rodean, la del clima, la de los refugiados, la política y la territorial, aparecen en estas páginas".

Zuri Negrín. Zuri Negrín.

Zuri Negrín. / Pedro Martins

Negrín se muestra crítico, en poemas como Pride o Zoológico, con cierta uniformidad que percibe en el colectivo gay: en sus versos habla de cómo repetir determinados estereotipos puede llevar a "la disolución de la propia identidad". Se desmarca de "esa cultura en la que parece que todos tenemos que ser iguales. Yo no me identifico con esos carteles de fiestas donde todos poseen cuerpos de superhéroes, ni con todos esos códigos de tienes que ir a estos bares, hacer esto si quieres molar... Debajo de toda la purpurina, de la fiesta, de la frivolidad, hay mucha soledad y tristeza".

Lo dice un autor que registra el pulso de su tiempo pero también añora otros modos de relacionarse. "Antes de la pantalla táctil estuvo la caricia", recuerda en el poema Antes. "Antes del correo electrónico / y los mensajes de Facebook y los whatsapps / estaban los sobres coloreados / y los sellos postales / y la ilusión al recibir una carta", prosigue en ese texto. "Y hoy estamos todos conectados con el Twitter y el Instagram", afirma en persona, "pero tienes que demostrar que eres alguien estupendo y que va a valer la pena que te sigan en las redes. En el mundo de hoy te vendes, te conviertes en una marca. Y en el entorno laboral es lo mismo: eres un producto que se ofrece". Frente a esto, Negrín aboga en sus versos por una vida sin "actualizar estados, /etiquetar imágenes, crear eventos" y reivindica –la esperanza, de nuevo, frente al apocalipsis– el calor humano. En el poema que da título al libro sentencia: "Ahora, nada es como antes. / Sólo permanecemos nosotros. / Más viejos. / Más curtidos. / Tú. / Y yo".

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