Cultura

El Yo y la Nación

  • Fórcola reúne los escritos de Wagner sobre Beethoven y sobre su personal concepción de la dirección orquestal.

BEETHOVEN / LA DIRECCIÓN DE ORQUESTA. Richard Wagner. Edición de Blas Matamoro. Fórcola, Madrid, 2016. 180 páginas. 15,50 euros.

En 1870, año del centenario del nacimiento de Beethoven, Richard Wagner, grafómano compulsivo, dedicó al gran mito de la cultura alemana un breve ensayo que arranca así: "Es difícil dar satisfactoria conclusión al verdadero vínculo entre un gran artista y su nación". Pocas veces puede hallarse mejor resumen de una obra en sus primeras quince palabras. Pues de eso va Beethoven, del gran artista (que es casi más Wagner que el propio Beethoven) y de la gran nación (Alemania).

Partiendo de un engrudo filosófico que tiene a Schopenhauer como percha y de la euforia nacionalista (1870 es el año del triunfo prusiano sobre Francia), Wagner da una vuelta más sobre sus convicciones musicales con Beethoven, "un auténtico santo", como excusa. La música se presenta aquí como la materia capaz de forjar un mundo nuevo siempre que parta del germen del espíritu alemán, "explícito, original, creador, puro y humano", que es el único que está en condiciones de hacerlo, y ello a través de una religión redentora a la que ella (la propia música) alimentaría, apareciendo ahí Beethoven como el gran demiurgo que habría propiciado ese salto adelante, elevando "lo estético a la categoría de lo sublime y liberándolo de las antiguas formas convencionales".

En el mismo año de 1870 escribió Wagner el otro breve ensayo que publica Fórcola, La dirección de orquesta, que el músico aprovecha para un verdadero ajuste de cuentas con la tradición orquestal alemana (que considera nefasta) y proponer algunas soluciones a través del recuerdo de sus propias ejecuciones por distintas ciudades europeas. Nadie puede esperar del primer ensayo un acercamiento biográfico al autor de Fidelio o un análisis ordenado de su música, como tampoco del segundo un tratado objetivo sobre el oficio de la dirección, pero sería un error despreciar ambos textos sin más, pues nos dicen mucho de Wagner, de sus prejuicios y sus mistificaciones, pero también de sus intuiciones e ideas, algunas de sorprendente modernidad, como la importancia que da al número de ensayos, a las dinámicas o al canto (esto es, la melodía) como punto de partida del trabajo orquestal (de ahí la superioridad de los intérpretes franceses, de formación italiana, sobre los alemanes), o su consideración del privilegio que Beethoven otorgó a la música sobre la palabra (eterno debate), incluso en la Missa solemnis.

Edición ilustrada de exquisitas hechuras y estupendo trabajo de traducción y edición de Blas Matamoro, que añade un prólogo incisivo y esclarecedor.

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